La muerte de Chema Postigo es una ocasión inmejorable para celebrar tanta vida como él nos deja
Chema Postigo, un padre y marido ejemplar, falleció el 6 de marzo de 2017 debido a un cáncer de hígado complejo. Descansa en paz. Estás en nuestras oraciones. Gracias por compartir con nosotros tu fe.
Ha muerto Chema Postigo, padre de 18 hijos que saltó a la arena mediática en 2015 cuando les concedieron el premio a "la gran familia europea". Su mujer, Rosa Pich-Aguilera, escribió entonces Cómo ser feliz con 1, 2, 3... hijos, manual que nos resistimos a llamar de autoayuda. Mejor, de mutuayuda o multiayuda. Se ha traducido a 20 idiomas. El más pequeño de los hijos tiene ahora siete años y el mayor veintipocos, de manera que a la viuda le queda mucho por delante para sacarlos adelante. Cuando se habla de las familias numerosas, enseguida se nos viene a la cabeza el carro de la compra, pero arrostran riesgos más graves, como éste.
Siempre fue heroico, pero ahora más. La vida se ha encarecido. Y se ha complicado: en los años del baby boom los niños podían dejarse tranquilamente sueltos por la calle. Había, además, un mayor consenso ideológico, de modo que los padres podían confiar en que la sociedad les echara una mano en la educación. Muchas leyes actuales tampoco ayudan. Ahora es impensable meter en un seiscientos a ocho personas, como íbamos nosotros. Encima, el consumismo se ha disparado tanto que es misión imposible estar satisfecho con lo que se tiene.
Todo lo cual es nada comparado con la desafección que encuentran. Antes, desde la Iglesia, el Estado y la sociedad se aplaudía y se alentaba la generosidad de los padres. No hace tanto el poeta (y cura) chileno Ibáñez Langlois escribía en Futurologías:
"Obligación mundial: besar el polvo/ que pisa cada madre numerosa/ llorar sobre sus huellas sacrosantas/ rendirle en cada sitio los honores/ reservados al rey a la gran reina".
Ahora, en el mejor de los casos, hay indiferencia, cuando no frialdad, cuando no críticas más o menos veladas a su falta de sentido común. Son reproches que habría que hacer a la cara de los hijos pequeños de estas familias, que no existirían de haberse quedado ellas en los estándares. Pero todo va calando. La situación es tan enrevesada como esta frase que, sin embargo, ustedes entenderán a la primera: las familias numerosas son cada vez menos numerosas en número y en cantidad.
Esto lo he escrito antes. Me temo que ser padre de sólo dos niños, aunque en casa todos hubiésemos querido ser más, me tiene, desde mi comodidad, muy pendiente y admirativo de familias más estrechas porque más anchas. La muerte de Chema Postigo es una ocasión inmejorable para celebrar tanta vida como él nos deja.