La petición de un seminarista chino: “Les pido oraciones por mi diócesis y mi vocación, para que el Señor me ayuda a servir con fidelidad a la Iglesia en China”
Aunque la Constitución china establece que los ciudadanos tienen “libertad de creencia religiosa”, solo se permiten “actividades religiosas que controla la Administración Estatal y siguen las normativas nacionales. Quienes celebran actos de culto fuera de este marco son considerados delincuentes y tratados como tales.
Sacerdotes secuestrados, asesinados y encarcelados son frecuentes en este país. El último asesinado fue el padre Pedro Wei Heping, sacerdote de 41 años, que murió en noviembre de 2015 en extrañas circunstancias.
El seminarista chino Dong Yanzhao, que estudia en Teología Moral en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma), relata cómo fue su infancia y juventud bajo la persecución de la fe.
Un sincero saludo a todos los benefactores de CARF. Soy seminarista del Colegio Sedes Sapientiae y mi nombre es Dong Yanzhao. Tengo 30 años y estoy cursando el primer año de Teología Moral.
Me gustaría compartir con ustedes el sentido de mi vocación, porque es una gracia de Dios y una riqueza de la Iglesia. Por esto, siempre tenemos que pedir al Señor que envíe operarios para trabajar a su viña.
Provengo de la diócesis china de Baoding. Nací en una familia católica en la que somos tres hermanos. Desde pequeños hemos frecuentado poco la Iglesia porque la situación era muy difícil.
Recuerdo cuando un sacerdote dejó su misal en mi casa; estaba manuscrito en un cuaderno. Un día lo descubrí en un armario, lo cogí y lo empecé a leer. Aunque no lo entendía, recuerdo la palabra “Introito” escrita en chino.
Una noche, ese sacerdote llamó a la puerta de mi casa, y mi padre nos hizo levantarnos para celebrar la Santa Misa, junto a otras familias. Al finalizar la celebración, nos dimos cuenta de que había un policía, y cómo se llevó preso al sacerdote. Después de seis meses fue puesto en libertad; estaba delgadísimo y muy desmejorado.
En mi etapa escolar, durante las vacaciones de verano, el párroco convocaba a los jóvenes para darles catequesis y profundizar en la doctrina católica. Las clases eran en la casa de una familia. En una ocasión llegó un grupo de policías diciendo que nuestra actividad era ilegal y se llevaron a dos catequistas que eran monjas. A la familia de la casa le sometieron a un interrogatorio.
Las fuerzas policiales siempre nos molestaban. Con el tiempo yo me convertí en catequista, en un pequeño pueblo, aunque gracias a Dios nunca fui arrestado.
Quería hablarles de la situación de mi diócesis. Mi obispo ordinario, Monseñor Giacomo Su, lleva en prisión 19 años; les pido una plegaria para él, ya que es una gran injusticia que no pueda desarrollar su ministerio episcopal.
Aunque es difícil la situación de los fieles, gracias a Dios, no pierden la fe; al contrario, les hace más resistentes. Este testimonio me empuja más a crecer y fortalecer mi fe y a aumentar el amor por la Iglesia.
Les pido oraciones por mi diócesis y mi vocación, para que el Señor me ayuda a servir con fidelidad a la Iglesia en China.
Mi cordial saludo.
Nota: Dong Yanzhao, adjunta una foto de grupo, pero indica que, por su seguridad, es mejor que no la publiquemos.
Fuente: carfundacion.es.
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