Dos visiones complementarias que nos pueden ayudar a recibir la Navidad con espíritu renovado, con paz y amplitud de miras
Quiero empezar el último post del año con el vídeo que José Manuel Almuzara, arquitecto y gaudinólogo, nos ofreció como regalo al término de su sesión:
La persona y la obra de Gaudí son un ejemplo de misericordia. Toda su vida gira en torno a su relación con el propio entorno. Nacido en Reus y criado en ambientes rurales, creció fijándose en los árboles, las plantas, las montañas, en definitiva: la creación, que luego plasmaría en su obra. Reconoció a la naturaleza como su maestra, y se veía colaborador del Creador, no un mero copista. Sabía que para ser original, había que volver a los orígenes. En sus propias palabras:
“Cada uno utiliza el don que Dios le ha dado. Su realización es la máxima perfección social. El que construye y tiene que hacer cosas, que no critique las obras de los otros ni defienda las suyas, sino que haga y dirija la crítica contra sus propias obras para depurarlas y mejorarlas.
La creación continúa incesantemente por mediación de los hombres. El hombre no crea; descubre y parte de ese descubrimiento. Los que buscan las leyes de la naturaleza para formar nuevas obras colaboran con el creador; los copistas no colaboran. Por eso, la originalidad consiste en volver a los orígenes”
Sobre el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona, conocido mundialmente, Almuzara −que también preside la Asociación para la beatificación del insigne artista catalán y universal− nos explicó que no hay elemento arquitectónico o decorativo que no tenga un símbolo detrás. Gaudí nos habla a través de su obra. Casi es posible encontrar los árboles que inspiraron las columnas del interior del templo; hay constantes referencias a la montaña de Montserrat, por ejemplo en la fachada del Nacimiento, donde el Cavall Bernat, el mayor monolito de Cataluña, aparece recreado en la montaña de la izquierda, que representa la virtud de la esperanza; los árboles plataneros del Example barcelonés inspirarán algunos elementos arquitectónicos del exterior del templo.
La fachada principal es la de la Gloria, todavía en construcción, donde destacan a ambos lados de la entrada las capillas dedicadas a los “dos sacramentos que más gloria dan al cielo”, en palabras de Gaudí, el bautismo y la penitencia. Las fachadas laterales son la del Nacimiento y la de la Pasión (que Gaudí no pudo ejecutar, aunque la meditó y llegó a dibujar durante una larga convalecencia muy cercana ya a su muerte).
La entrada posterior de la basílica, llamada de la Asunción, da paso a la capilla de la Virgen de la Misericordia. De ella nos contó Almuzara una anécdota curiosa: impresionó tanto a un religioso chileno que, hoy en día, ya está en construcción una iglesia con planos autorizados por Gaudí y financiada nada menos que por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
De todo ello -y de mucho más- hablamos en la sesión de diciembre de nuestro I-Wil Lunch.
Desde aquí le agradecemos una vez más a José Manuel Almuzara su sesión y su generosidad. Me gusta complementar el elevado espíritu de Antonio Gaudí y la verticalidad de su obra, con la visión de la Navidad que nos ha ofrecido recientemente el escritor Juan Manuel de Prada, en su artículo Feliz Navidad, que podéis leer aquí. Que ambas visiones complementarias nos ayuden a recibir la Navidad con espíritu renovado, con paz y amplitud de miras. ¡Que descanséis en estos días tan familiares y entrañables!