Durante la Audiencia general de este miércoles recordó que esta región está pasando por un momento histórico en el que la Iglesia católica "debe estar presente”
Queridos hermanos y hermanas:
Con mi reciente viaje a Georgia y Azerbaiyán, he completado mi visita a estos tres países caucásicos, que inicié visitando Armenia.
Ambos países están viviendo una nueva fase histórica, en la que encuentran algunas dificultades en varios ámbitos de la vida social, y es precisamente allí, donde la Iglesia Católica debe estar presente y ser cercana, de modo especial con el signo de la caridad y de la promoción humana, en comunión con las otras Iglesias cristianas y en diálogo con las demás comunidades religiosas.
En Georgia esta misión pasa por la colaboración con los hermanos ortodoxos. En los encuentros que tuve con los fieles cristianos de Georgia les animé a mantenerse firmes en la fe, con memoria, valor y esperanza, y a vivir la misión unidos a Cristo, mediante la oración y la caridad concreta. Este estilo de presencia evangélica, como semilla del Reino de Dios, es también muy necesario en Azerbaiyán, donde la minoría católica convive con la mayoría musulmana y los hermanos ortodoxos, teniendo buenas relaciones con todos.
Por eso allí, además de la Eucaristía, tuve también un encuentro interreligioso, pues la fe en Cristo anima la búsqueda y el diálogo con todos los que creen en Dios, para la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que la firmeza humilde de nuestra fe nos haga testigos valientes de Cristo y portadores de reconciliación, unidad y paz en el mundo. Que Dios los bendiga.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días. El pasado fin de semana realicé el viaje apostólico a Georgia y Azerbaiyán. Doygracias al Señor que me lo ha concedido y renuevo la expresión y mi reconocimiento a las Autoridades civiles y religiosas de esos países, en particular al Patriarca de toda Georgia Elías II −su testimonio ha hecho muchobienen mi corazón y en mi alma− y al Jeque de los Musulmanes del Cáucaso. Un gracias fraterno a los Obispos, sacerdotes, religiosos y a todos los fieles que me han hecho sentir su calurosoafecto.
Esteviaje ha sido la continuación y el complemento del efectuado a Armenia, en el mes de junio. Deeste modo he podido −gracias a Dios− realizar el proyecto de visitar esos trespaíses caucásicos, para confirmar a la Iglesia Católica que vive allí para animar el camino de esas poblaciones hacia la paz y la fraternidad. Lo manifiestan también los dos lemas de este último viaje: para Georgia Pax vobis y paraAzerbaiyán Todos somos hermanos.
Ambospaíses tienen raíces históricas, culturales y religiosasmuy antiguas, pero al mismo tiempo están viviendo una fase nueva: de hecho, los dos celebran este año el 25° aniversario de su independencia, habiendo estado buena parte del siglo XX bajo el régimen soviético. Y en esta fase encuentran bastantesdificultades en diversos ámbitosde la vidasocial. La Iglesia Católica está llamada a estar presente, a sercercana, especialmenteen el signo de la caridad y de la promoción humana; y procura hacerlo en comunión con las demás Iglesias y Comunidades cristianas y en diálogo con las demás comunidades religiosas, conla certeza de que Dios es Padre de todos y nosotros somos hermanos y hermanas.
En Georgia esa misión pasa naturalmente a través de la colaboración con los hermanos ortodoxos, que forman la gran mayoría de la población. Por eso ha sido un signo muy importante el hecho de que cuando llegué a Tiflis encontré que fue a recibirme al Aeropuerto, con el Presidente de la República, también el venerado Patriarca Elías II. El encuentro con él aquella tarde fue emocionante, como lo fue al día siguiente la visita a la Catedral Patriarcal, donde se venera la reliquia de la túnica de Cristo, símbolo de la unidad de la Iglesia. Esa unidad está corroborada por la sangre de tantos mártires de las diversas confesiones cristianas. Entre las comunidades más probadas está la Asirio-Caldea, con la cual viví en Tiflis un intenso momento de oración por la paz en Siria, en Irak y en todo el Medio Oriente.
La Misa con los fieles católicos de Georgia −latinos, armenios y asirio-caldeos− se celebró en la memoria de Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones: ella nos recuerda que la verdadera misión nunca es proselitismo, sino atracción a Cristo a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de los hermanos. Es lo que hacen los religiosos y religiosas que encontré en Tiflis, como luego también en Bakú: lo hacen con la oración y con las obras caritativas y promocionales. Le animé a estar firmes en la fe, con memoria, coraje y esperanza. Y luego están las familias cristianas: ¡qué preciosa es su presencia de acogida, acompañamiento, discernimiento e integración en la comunidad!
Ese estilo de presencia evangélica como semilla del Reino de Dios es, en los posible, aún más necesario en Azerbaiyán, donde la mayoría de la población es musulmana y los católicos son pocos centenares, pero gracias a Dios tienen buenas relaciones con todos, en particular mantienen vínculos fraternos con los cristianos ortodoxos. Por eso en Bakú, capital de Azerbaiyán, vivimos dos momentos que la fe sabe tener en su justa relación: la Eucaristía y el encuentro interreligioso. La Eucaristía con la pequeña comunidad católica, donde el Espíritu armoniza las diversas lenguas y da la fuerza del testimonio; y esa comunión en Cristo no impide, es más, empuja a buscar el encuentro y el diálogo con todos los que creen en Dios, para construir juntos un mundo más justo y fraterno. En esa perspectiva, dirigiéndome a las Autoridades azerbaiyanas, desee que las cuestiones abiertas puedan encontrar buenas soluciones y todas las poblaciones caucásicas vivan en la paz y en el respeto recíproco.
Dios bendiga Armenia, Georgia y Azerbaiyán, y acompañe el camino de Su Pueblo santo peregrino en esos Países.
Francés:
Os encomiendo a la intercesión de San Francisco de Asís y de Santa Teresa de Lisieux, para caminar valientemente por las calles de la santidad, en busca de una auténtica fraternidad entre nosotros.
Inglés:
Sobre vosotros y vuestras familias invoco la misericordia y la paz del Señor, pidiendo que compartáis esos dones con todos los que encontréis.
Portugués:
Queridos amigos, gracias por vuestra presencia y sobre todo por vuestras oraciones. Pidamos al Espíritu Santo, artífice de la unidad en la Iglesia y entre los hombres, que nos ayude a buscar siempre el diálogo con todas las personas de buena voluntad, para que podamos construir un mundo de paz y solidaridad.
Árabe:
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los que provienen del Medio Oriente. Queridos hermanos y hermanas, acordaos siempre de que nuestro anuncio y nuestro ejemplo serán tanto más creíbles cuanto más seamos capaces, nosotros en primer lugar, de vivir en comunión y de querernos.
Polaco:
Celebramos hoy la memoria de Santa Faustina Kowalska. Ella recordó al mundo que Dios es rico en misericordia y que Su amor es más poderoso que la muerte, el pecado y todo mal. Que este mensaje de Jesús Misericordioso, confiado a ella, fructifique en vuestra vida, profundizando en la unión con Dios y con las obras de misericordia. Encomendándonos al Señor a nosotros mismos y los difíciles problemas del mundo, repitamos frecuentemente: “¡Jesús, confío en ti!”.
Italiano:
Un pensamiento final para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. El mes de octubre es el mes misionero, en el que se nos invita a rezar intensamente a la Virgen María, Reina de las Misiones: queridos jóvenes, sed misioneros del Evangelio en vuestros ambientes con la misericordia y la ternura de Jesús; queridos enfermos, ofreced vuestros sufrimientos por la conversión de los alejados y de los indiferentes; y vosotros, queridos recién casados, sed misioneros en vuestra familia anunciando con la Palabra y el ejemplo el Evangelio de la salvación.
Fuente: romereports.com / vatican.va.
Traducción de Luis Montoya.
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