Acosados pero eficaces en la movilización contra la dictadura de género: “Erróneo significa erróneo, aunque lo diga la ley”, lema de las nuevas campañas
El fruto más evidente se encuentra en el vocabulario común. Dices "centinela" y enseguida quieres añadir: "de pie". Están también los frutos escondidos de la amistad: en estos tres años los Sentinelle in piedi [Centinelas de Pie] calculan que han tenido a su lado a casi cincuenta mil personas que, con paciencia y determinación, han velado durante todo este tiempo contra la dictadura de género: 130 plazas, más de 496.000 vigilias, 50.000 personas que han estado en las plazas leyendo un libro en silencio, para «que no nos quiten en un futuro el derecho de denunciar los riesgos de la revolución antropológica», como declaraba uno de los primeros eslóganes.
Efectivamente, desde el principio los Centinelas de Pie han sido denostados, provocados, contestados, desafiados, ofendidos y también agredidos. «En nuestro "democrático" país, a partir de 2013 las fuerzas del orden han sido utilizadas para proteger de las agresiones a ciudadanos libres que estaban inmóviles y en silencio en una plaza», dicen hoy.
Pero el método de los Centinelas de Pie funciona. Lo demuestran los resultados de una acción que ha contribuido a formar una conciencia crítica en un pueblo que no se contenta con la verdad confeccionada por la corriente dominante. En estos tres años, los centinelas han encontrado respuesta a sus "gestas": escarnecidos, obstaculizados de todos los modos posibles, pero también seguidos de manera espontánea por quien −y son muchos−, necesita la verdad.
Recientemente La Nuova Bussola Quotidiana acudió a Brescia, donde todo nació el 5 de agosto de hace tres años. Y habló con Matteo Disetti, uno de los que idearon a los Centinelas, que nos traza un balance de los primeros tres años y delinea los próximos desafíos:
El nuevo eslogan es: «Erróneo significa erróneo». Pero, ¿cómo lo habéis conseguido sin la ayuda de un “padrino”?
Nuestra presencia en las plazas molestaba. Nosotros nos limitamos a decir las cosas tal como son y a testimoniar la verdad. Y esto molesta porque no nos pueden encasillar y no consiguen controlarnos. Somos libres.
¿Cómo nació esta aventura?
Por la Providencia. Queríamos hacer algo en la época de la discusión de la ley Scalfarotto [Ivan Scalfarotto, político italiano activista de la ideología de género]. Publicábamos artículos en La Nuova Bussola Quotidiana y veíamos que en las redes sociales eran muy seguidos. Pero no queríamos hacer la típica asociación cultural. Alguien nos propuso ir a una plaza de lunes a viernes para velar. El azar quiso que hubiera un periodista. Al día siguiente teníamos a la mitad de Brescia contra nosotros: periódicos, políticos, instituciones. Esto nos infundió valor.
La primera convocatoria de los Centinelas de Pie, el 5 de agosto de 2013.
Habéis estado en todas las regiones y en todas las capitales de provincia. ¿Qué os animó a salir de Brescia?
Sabíamos que si nos quedábamos solos nos aplastarían o moriríamos en la indiferencia. Por lo que, gracias a los contactos de algunos amigos que conocimos en las marchas por la vida, empezamos. Después de Brescia fuimos a Bergamo, después a Reggio Emilia, a Milán y a partir de ese día ya no nos hemos parado.
En silencio, pero no mudos. ¿Por qué habéis elegido esta estrategia?
El poder ideológico no soporta el silencio porque no sabe cómo contrarrestarlo. Los Centinelas de Pie dan testimonio de la verdad en un mundo que la niega. Y esto molesta.
¿Cuál es el primer fruto que habéis recogido?
Esta es una gran historia de amistad. La mentalidad del sistema totalitario en la que estamos inmersos quiere que las personas estén solas, por lo que ayudarnos entre nosotros a no caer en las trampas del nuevo lenguaje ha sido una gran ayuda. Nos hemos dado cuenta de que hemos dado inicio a un pueblo que sólo tenía necesidad de ponerse en marcha.
Vuestro nombre, ¿tiene algo que ver con los "centinelas de la mañana" anunciados por Juan Pablo II en la JMJ de Roma 2000?
Es una de las muchas interpretaciones que han querido darnos, pero en el fondo se adapta a lo que somos.
¿Cuáles son vuestras próximas batallas?
Tras la aprobación del texto sobre las denominadas uniones civiles, hay quien invoca en septiembre retomar el examen del texto sobre la homofobia. No solo: un proyecto de ley firmado por el senador Lo Giudice, el número 2402, propone multar y arrestar a aquellos psicólogos y psiquiatras que estén dispuestos a ayudar a menores con atracciones no deseadas hacia el mismo sexo, una verdadera y propia amenaza a una serie de categorías profesionales vinculadas con la infancia, lo que de hecho impedirá a los padres ayudar a sus hijos en el caso de que estos presenten problemas vinculados a la identidad o a la orientación sexual. Y se está hablando también de la legalización del cannabis.
¿Cómo es vuestra relación con la jerarquía eclesiástica y con los obispos diocesanos?
Al inicio no nos ayudaron mucho, pero la Iglesia es uno de los ámbitos en los que testimoniar la verdad. También aquí hay mucho trabajo por hacer. Muchos obispos nos apoyan, algunos públicamente, otros no. Lo importante es no desanimarse y seguir siendo testigos de la verdad.
Dentro de un mes la agenda política tratará muchas cuestiones que aún están abiertas. El juego, entonces, se hará todavía más duro. ¿No os asusta?
Alguno tal vez, después de tres años de lucha y la aprobación del texto sobre las denominadas uniones civiles, que entre otras cosas ha abierto las puertas a la abominable práctica del vientre de alquiler, considere que prevalece la resignación, podrá sentir el peso de la derrota, pero no es así. No hay derrota mientras quede un solo Centinela que lleve su rostro y su silencio a una plaza y se ponga de pie para decir que erróneo significa erróneo, aunque lo diga la ley.
Fuente: religionenlibertad.com.
Entrevista de Andrea Zambrano.
Publicada originariamente en La Nuova Bussola Quotidiana.
Traducción de Helena Faccia Serrano.
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