Además de hacer mención a las diversas fiestas litúrgicas de marzo, el Prelado del Opus Dei habla en su carta de la capacidad que tenemos los cristianos de difundir paz
Al inicio de su Carta pastoral se refiere el Prelado a la reciente ordenación diaconal de seis Agregados de la Prelatura, que le lleva a formular una petición: Uníos a mi acción de gracias por este don del Cielo, y pidamos a Dios que no falten −en la Iglesia y en la Obra− ministros fieles, que se ocupen única y exclusivamente del bien de las almas. Aprovechemos este Año de la misericordia para intensificar nuestras súplicas por la Iglesia y el mundo, muy unidos al Papa y sugiere que en el transcurso de estos meses, examinemos cómo nuestro amor a Dios nos lleva a preocuparnos de los demás, de su bien espiritual y material. Las obras de caridad manifiestan la verdad del amor a Dios.
Alude más adelante a una fecha próxima, el 11 de marzo, aniversario del nacimiento del beato Álvaro del Portillo, siervo bueno y fiel, afirmando que si la Iglesia lo declaró bienaventurado y lo elevó a los altares, es porque encarnó −con una fidelidad enteriza— el espíritu del Opus Dei que había aprendido de san Josemaría, y describe algunos detalles que ayudan a entender su honda disposición, con su profunda y sincera humildad, para ser un instrumento del que nuestro Fundador se servía –porque así lo quiso Dios− para seguir dirigiendo la Obra desde el Cielo.
Después de mencionar algunas obras de misericordia, afirma cómo en el juicio divino se nos interrogará acerca de cómo nos hemos preocupado por aliviar las necesidades materiales del prójimo; pero también tendremos que responder a otras preguntas, a las que se refiere el papa Francisco en la Bula Misericordæ vultus, donde podemos descubrir −como denominador común− el afán de sembrar paz en los corazones, en la línea de cómo san Josemaría se refería a sus hijas e hijos precisamente con estas palabras: sembradores de paz y de alegría, por lo que a todos los que desean beneficiarse de este espíritu −sean o no fieles de la Obra−, les aconsejo que se esfuercen para remediar las necesidades espirituales de las personas con las que se relacionan habitualmente, o por un motivo circunstancial.
Antes de concluir cita, en orden cronológico, algunas fiestas con las que la liturgia nos invita a alegrarnos: día 19, solemnidad de san José, patrono de la Iglesia y de la Obra; día 20, comienza la Semana Santa, que culminará el día 27 con el Domingo de Resurrección; el día 28, aniversario de la ordenación sacerdotal de san Josemaría, que este año coincide con el lunes de Pascua: un motivo más de gozo y de agradecimiento a Dios, por haber dado a la Iglesia un santo de la categoría de nuestro Fundador, que ha abierto a innumerables hombres y mujeres, con su correspondencia fidelísima, los caminos divinos de la tierra; y el día 31 recordaremos la fecha en que, por vez primera, la Sagrada Eucaristía quedó reservada en un Centro de la Obra.
Y termina pidiendo oraciones por el Papa, por sus colaboradores en el gobierno de la Iglesia, por los obispos y sacerdotes del mundo entero; para que, ‘con un solo corazón y una sola alma’, pongan todas sus energías al servicio de todo el mundo, para la gloria de Dios.