Palabras del Santo Padre a los periodistas durante el vuelo de Roma a La Habana
En el marco del XII Viaje Apostólico internacional de su Pontificado, para visitar México, durante el vuelo con escala en La Habana, para el histórico encuentro con el Patriarca ortodoxo ruso Kiril, el Papa Francisco saludó a los periodistas, como es tradicional en un ambiente cordial.
Palabras del Santo Padre
Buenos días. Os agradezco vuestra presencia y el trabajo que haréis. Es un viaje comprometido, demasiado apretado, pero muy querido: muy querido por mi hermano Cirilo, por mí y también por los mexicanos. El otro día, comenzando la Audiencia del miércoles, vuestra decana mexicana me esperaba como para hacerme entrar en el túnel del tiempo con todas las películas de Cantinflas. Y así he entrado en México por la puerta de Cantinflas, que da mucha risa. Mi deseo más íntimo es quedarme ante la Virgen de Guadalupe, ese misterio que se estudia, se estudia, se estudia y no hay explicaciones humanas. Hasta el estudio más científico dice: “¡Esto es cosa de Dios!”. Y eso es lo que hace decir a los mexicanos: “Yo soy ateo, pero soy guadalupano”. Algunos mexicanos: ¡no todos son ateos!
Y también quería deciros otra cosa: que este es el último viaje en el que nos acompaña el Dr. Gasbarri. Desde hace 47 años trabaja en el Vaticano. Y desde hace 37 años se ocupa de los viajes. Lo digo porque podemos, durante estos días, expresarle nuestra gratitud y también pensar en una pequeña fiestecilla aquí, a la vuelta… Y luego Mons. Mauricio Rueda será el encargado de los viajes. ¡Bienvenido! Y ahora, si me los permití, quisiera saludaros personalmente.
Valentina Alazraki, mexicana y decana de los periodistas, le regala al Papa un sombrero mexicano, y le dice:
¡Para que se sienta mexicano! Usted es el tercer Papa a quien doy un sombrero. El primer se lo di a Juan Pablo II hace 37 años. Luego los coleccionó, porque viajó cinco veces. El Papa Benedicto se lo puso en Guanajuato y dijo que se sentía mexicano. Así que ahora es su turno. Además, este sombrero viene de Cuba. Una familia mexicana se lo había llevado a Cuba, pero no consiguió entregárselo a Usted y me lo dejó a mí. Yo prometí, en caso de que se mantuviese la promesa de ir a México, que se lo daría. Lo que no imaginé es que el sombrero volviese a Cuba. ¡Esta ha sido la sorpresa! Gracias y buen viaje.
Se lo agradezco. Gracias Valentina, a usted y a todos los mexicanos, y a todos los periodistas. Muchas gracias.