ZENIT.org (Entrevista de Miriam Díez i Bosch)
“La tesis que sostengo en el libro es que la dimensión lúdica puede y debe entreverar el trabajo cotidiano del hombre y de la mujer”
El descanso, el juego, el medio ambiente y el trabajo como medio para santificación son temas que el fundador del Opus Dei trató en varias ocasiones. El profesor Rafael Hernández Urigüen, capellán de ISSA (School of Management Assistants) en San Sebastián, España, responde en esta entrevista a ZENIT sobre estos aspectos lúdicos y ecológicos de san Josemaría Escrivá de Balaguer.
Rafael Hernández es sacerdote, profesor y capellán del mencionado centro, perteneciente a la Universidad de Navarra. Han pasado por ella 3.000 graduados al cabo de los años en el campo de los negocios y la asistencia de dirección.
El volumen se titula “Juego, ecología y trabajo. Tres temas teológicos desde las enseñanzas de san Josemaría Escrivá” (Editorial EUNSA)
Al Opus Dei se le relaciona con el trabajo. Usted en cambio saca a la luz la dimensión lúdica en san Josemaría Escrivá.
San Josemaría siempre contempló el trabajo como la materia habitual de santificación para los laicos que siguen a Jesús de Nazaret, principalmente en los años de vida oculta, más o menos treinta, trabajando como artesano.
Pero fíjese: Jesucristo es el Hijo que trabaja con la plena libertad de quien ha recibido todo de Dios Padre. El Señor afirma que el Padre trabaja constantemente y que Él –Jesús– sólo hace lo que ha aprendido de esa actividad de la Primera Persona. El trabajo, entonces ya no es un signo de esclavitud o condena fastidiosa por el pecado original, sino una actividad en la que los que se identifiquen con Jesucristo pueden realizar todo con el gozo de los hijos y de las hijas de Dios.
Quien goza con lo que ejecuta está viviendo ya una dimensión lúdica: puede pasarlo bien incluso en su esfuerzo. El esfuerzo es un reto que supone activar los resortes de las virtudes y de la creatividad
San Josemaría insistía con su vida y enseñanzas que los bautizados mientras se ocupan de sus quehaceres son contemplativos en medio del mundo.
La tesis que sostengo en el libro es que la dimensión lúdica puede y debe entreverar el trabajo cotidiano del hombre y de la mujer.
¿Entonces son tan importantes para él descansar y divertirse como trabajar?
San Josemaría aconsejó siempre alternar el trabajo con el descanso, y dispuso que los fieles de la Prelatura aprendieran a compaginar una actividad laboral exigente y seria, con momentos de reposo: deporte, excursiones, conversación familiar, cultivo de las lecturas, hobbies… Fomentó siempre la libertad plena de sus hijas e hijos espirituales, animándoles a ser siempre ellos mismos y desarrollar al máximo la personalidad de cada uno sin clichés ni moldes uniformadores.
Pero además, el sentido de la filiación divina llevaba a san Josemaría a fomentar el buen humor entre todos y a desdramatizar las situaciones. En la lucha espiritual ponía imágenes de la gimnasia, el deporte. De hecho existen filmaciones de sus catequesis en las que representa como nadie ante miles de jóvenes y otras personas el gesto de los saltadores de pértiga en las olimpiadas. Hablaba de la deportividad como actitud que traduce a lo humano la virtud teologal de la esperanza.
Insistía en que la vida espiritual, incluso la lucha ascética, no consiste sólo en evitar la caída, sino en levantarse una y otra vez cuando se ha fallado. Llegaba a definir la vida interior como “comenzar y recomenzar”.
Cuidó siempre del descanso de los demás incluso con consejos prácticos. Por ejemplo a alguien intelectual muy estresado podía recetarle: —«Tú dedícate unos días sólo a remar, lee ‘Tintín’ (u otro comic), reza tres ave Marías por la noche y procura dormir mucho y bien».
Por supuesto que sabía cómo todas aquellas personas que le seguían eran personalmente muy exigentes en su trabajo y servicio diario a los demás, y que después de un período de descanso regresaban con renovada energía.
¿La ecología preocupaba realmente a san Josemaría Escrivá de Balaguer?
En el libro Juego, ecología y trabajo… su segundo capítulo desarrolla unas pistas de cómo la enseñanza de san Josemaría aporta ideas muy novedosas para expresar el mensaje cristiano con el lenguaje ecológico, y también para iluminar el problema medioambiental desde una espiritualidad que en expresión suya permite “devolver a la materia su noble y original sentido”.
Sus escritos implican toda una teología de la creación y la redención en la que se afirma que «el mundo es bueno, porque las obras de Dios son siempre perfectas, y que somos los hombres los que hacemos malo al mundo por el pecado» (Conversaciones, 70).
También he descubierto en sus textos los estilos de vida cristiana que favorecen el cuidado del medio ambiente: modos concretos de vivir la sobriedad sin dejarse llevar por el consumismo, cuidado de los objetos que se usan evitando que se estropeen innecesariamente, y la “naturalidad”. Esa expresión del santo siempre me ha fascinado porque fomenta una aceptación sapiencial de la naturaleza y del modo de desenvolverse los cristianos de la calle acordes con el especio y el tiempo sin estridencias.
Otros textos fascinantes de san Josemaría aluden a su modo de celebrar la Misa. Estaba convencido que al celebrar la Misa: «Están presentes todas las criaturas de Dios —la tierra y el cielo y el mar, y los animales y las plantas—, dando gloria al Señor la Creación entera».
Otra imagen que utilizó frecuentemente se refería al testimonio y acción de los cristianos laicos en medio de un mundo manchado tantas veces por el pecado: «nosotros tenemos que seguir en medio de este mundo podrido; en medio de este mar de aguas turbias; en medio de esos ríos que pasan por las grandes ciudades y por los villorrios, y que no tienen en sus aguas la virtud de fortalecer el cuerpo, de apagar la sed, porque envenenan. Hijos míos, en medio de la calle, en medio del mundo hemos de estar siempre, tratando de crear a nuestro alrededor un remanso de aguas limpias, para que vengan otros peces, y entre todos vayamos ampliando el remanso, purificando el río, devolviendo su calidad a las aguas del mar».
¿Qué aportación teológica realiza Escrivá de Balaguer?
En mi opinión, de primer orden. Aunque él no se propuso hacer teología expresamente, su carisma y sus enseñanzas aportan ideas que siempre iluminan, como he expuesto anteriormente, los problemas de la historia, siempre partiendo de la luz original: santificarse a través del trabajo y de las circunstancias ordinarias del cristiano en medio del mundo.
Una visión muy positiva del mundo y de las realidades humanas que estimulan al hombre y a la mujer bautizados, sin salirse de ese mundo, a completar la tarea que Dios nos encargó respecto a la Creación.
¿Qué sería el materialismo cristiano según el fundador del Opus Dei?
En el libro se comenta ampliamente esta expresión original de san Josemaría. La predicó en el Campus Universitario de Pamplona durante la mañana del 8 de octubre del año 1967. Estas son algunas de sus expresiones: «El auténtico sentido cristiano —que profesa la resurrección de toda carne— se enfrentó siempre, como es lógico, con la desencarnación, sin temor a ser juzgado de materialismo. Es lícito, por tanto, hablar de un materialismo cristiano, que se opone audazmente a los materialismos cerrados al espíritu» (Conversaciones, 115).
En unos párrafos anteriores, él mismo explicó su sentido: «No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca».
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