A veces, deslumbrados por tantas luces de neón, de las de los escaparates, no llegamos allí donde nos llevaría la estrella…: a esa familia, a esa madre, a ese anciano, a ese joven… que nos espera en su particular portal
¡Feliz 2016!
¿Hacemos unos primeros propósitos? Ahí van tres:
• Familiares y amigos tenemos que vernos más.
• Estar juntos ha de propiciar que seamos mejores.
• Hemos de estar abiertos a los demás: solo disfrutaremos con un espíritu de acogida.
“¿Me estoy muriendo o es mi cumpleaños?” soltó Lady Astor al despertar y ver en torno a su lecho a toda su familia reunida.
Las velas que, al poco, le pusieron a la vizcondesa responderían con claridad a su pregunta; le darían luz: no iban precisamente en una tarta… sino en candelabros.
“¡Tenemos que vernos más! ¡Que no puede ser que solo nos reunamos en bodas y funerales!” ¿Cuántas veces has oído algo así?
Lo de cruzar a la otra “orilla” nos tocará −tarde o temprano− a todos. No hay prisa, ¿eh?
Alguno se toma con humor hasta lo del óbito propio. Pero para ello hace falta ser muy, muy profesional. Basta leer el epitafio de Miguel Mihura: “Ya os decía yo que ese médico no valía mucho”. O este otro: “Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y en verdad que lo hace bien”. Perdona que no continúe con el que se le atribuye a Groucho Marx, lo tienes a tiro de Google.
¡Mencionar el buscador y fijarme que me he perdido es todo uno!
Que no pretendo hablarte de muerte, sino ¡de la importancia de que quienes nos queremos nos reunamos! Con cierta frecuencia. Sea o no sea Navidad y, desde luego, sin necesidad de esperar al hecho del lecho (del mortuorio).
Supongo que conoces este breve vídeo. Pues eso.
Si siempre es bueno verse, estos días hemos tenido una oportunidad de lujo: qué alegría da y qué importante es que nos reunamos en torno a la celebración de fechas tan entrañables.
Días de júbilo, de convivencia, de compartir, de disfrutar con que los demás disfruten… La voz de la experiencia, los abuelos, lo subrayan: qué alegría cuando vienen los nietos… Aunque a veces −sé que es broma− añade alguno: y qué alegría también… cuando se van. Porque “de pequeños te los comerías y de mayores te arrepientes de no habértelos comido”…
El caso es que juntos somos más. Y, sobre todo, capaces de ser mejores. Siempre, claro está, que ese juntos sea unidos, hermanados… Porque éstas son −deben ser− fiestas de abrazo, de acogida, de paz; de alegría; de magia generosa…
Nos reunimos porque nos queremos y, a veces, nos queremos porque nos reunimos (debe de ser eso de “el roce hace el cariño”).
El espíritu navideño −que ojalá perdure a lo largo de 2016− nos invita a todos a desearnos lo mejor. A ser un regalo para el otro. Pero de verdad. Y no solo estos días. Que no quede todo en palabras, en un email o un whatsapp…
Éste es un tiempo especial de solidaridad. De con–partir.
No podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos, entre las risas egoístas de quienes disfrutan importándoles poco lo que les pueda suceder a los demás.
No cabe olvidar a quienes pasan estas fechas −u otras− como un Niño hace más de 2000 años: sin posada que les acoja… salvo que tú, que yo, seamos −de alguna forma− su Navidad, sus Reyes Magos… o su amigo invisible.
Las periferias no están tan lejos. Si las buscas, las encuentras… Y si entonces las acoges, brota la alegría del corazón…
Está muy bien lo del cava, el pavo, el mazapán y el regalo de… Pero… ¿y disfrutar poniendo un plato más en la mesa, compartiendo un trozo de turrón, cantándole un villancico a alguien? Apoyando, acompañando, sonriendo… Que no te engañen. Que no te vendan una nueva fiesta comercial, otra más, de consumismo o derroche. La celebración −bien merecida− no puede tapar lo celebrado. El envoltorio no debe despistarnos sobre el contenido del verdadero presente. Llénate, para 2016, de buenos propósitos.
A veces, deslumbrados por tantas luces de neón, de las de los escaparates, no llegamos allí donde nos llevaría la estrella… A esa familia, a esa madre, a ese anciano, a ese joven… que nos espera (a ti, a mí) en su particular portal. Tenemos que disfrutar todos…
Acabo un poco como he empezado, con una familia reunida… aunque sin Lady Astor:
Éste es un padre que, en su lecho de muerte, pregunta, apenas sin ver: -¿Montse, cariño, estás aquí? −Aquí estoy, toma mi mano. −¿Y los chicos estáis aquí conmigo? −Aquí estamos, padre, a tu lado. −¿Estáis aquí las nenas? −Sí, papá, estamos toda la familia junto a ti.
El padre se incorpora, y con su último aliento, dice: −Entonces, si todos estáis aquí, ¿qué hacen las luces de la cocina encendidas?
Navidades, Año Nuevo: Fiestas sanas; familiares; solidarias; con alegría y humor; sin derroches ni excesos… Eso sí: ¡Hay que celebrar la Luz!
¡Muy feliz 2016 para ti y los tuyos!
José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com
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