Con ocasión de la nueva Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará el 1 de septiembre, compartimos algunos consejos que el Papa Francisco nos regala en su última encíclica Laudato si´
El Papa Francisco, tras la promulgación de la encíclica Laudato si’ en la que nos invita a una “conversión ecológica”, ha establecido el 1 de septiembre como Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. La fecha ya se celebra en la Iglesia Ortodoxa, y el Papa ha decidido incluirla en la Iglesia Católica para concienciar y rezar por el cuidado del planeta.
En su última encíclica, el Papa nos recuerda que “merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo” y, continúa diciendo, “los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”.
La Jornada se celebrará anualmente, y Francisco busca que todos podamos “renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación". Con la elección de la fecha, también refuerza la “creciente comunión” con la Iglesia Ortodoxa.
Compartimos algunos consejos concretos con los que el Santo Padre nos alienta a colaborar para proteger y construir nuestra casa común, pequeñas acciones que derraman un bien en la sociedad “más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente”.
1. Calefacción: nos aconsejó abrigarse más y evitar prenderla.
2. Evitar el uso de material plástico y de papel.
3. Reducir el consumo de agua.
4. Separar los residuos.
5. Cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer.
6. Tratar con cuidado a los demás seres vivos.
7. Utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas.
8. Plantar árboles.
9. Apagar las luces innecesarias.
10. Dar gracias a Dios antes y después de las comidas.
Al finalizar la Encíclica, el Papa Francisco propuso dos oraciones, "dos oraciones, una que podamos compartir todos los que creemos en un Dios creador omnipotente (Oración por nuestra tierra), y otra para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación que nos plantea el Evangelio de Jesús (Oración cristiana con la Creación)".
1. San Francisco de Asís “manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. (…) En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (10).
2. “Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades” (14).
3. “Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres” (30).
4. “Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (49).
5. “Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia” (52).
6. “Los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo” (209).
7. “Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida” (211).
8. “En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados” (213).
9. “Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal” (228).
10. “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos” (229).
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