Extractos de las intervenciones del Santo Padre durante su reciente Viaje apostólico a Ecuador, Bolivia y Paraguay
Concluido el viaje del papa en Ecuador, Bolivia y Paraguay, con esta entrada iniciamos una serie de tres posts en los que se recogen los mensajes que consideramos más importantes de esta vista de Francisco a América Latina.
Son extractos de los discursos y homilías del Santo Padre en cada país: en esta entrada, lo que dijo el papa en Ecuador. Cada fragmento va acompañado de la referencia a la intervención que pertenece.
1. En el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo se consoliden y garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América Latina tiene (Discurso de Francisco en la Ceremonia de bienvenida a Ecuador, Quito, 5 de julio de 2015).
2. Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la iglesia; y la luna no tiene luz propia, y si la luna se esconde del sol se vuelve oscura. El sol es Jesucristo y si la Iglesia se aparta o se esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio (Discurso de Francisco en la Ceremonia de bienvenida a Ecuador, 5 de julio de 2015).
3. Rezar siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que nos duele, lo que nos agita o lo que nos falta a nosotros mismos y nos ayuda a ponernos en la piel de los otros, a ponernos en sus zapatos. La familia es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente: que vive bajo el mismo techo, que comparte la vida y está necesitado (Homilía de Francisco en la Santa Misa por las familias en el Parque de los Samanes, Guayaquil, 6 de julio de 2015).
4. El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los demás. Y esto se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos por amor servidores unos de otros. En el seno de la familia, nadie es descartado; todos valen lo mismo (Homilía de Francisco en la Santa Misa por las familias en el Parque de los Samanes, Guayaquil, 6 de julio de 2015).
5. La familia es el hospital más cercano, cuando uno está enfermo lo cuidan ahí, mientras se puede. La familia es la primera escuela de los niños, es el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el mejor asilo para los ancianos. La familia constituye la gran «riqueza social», que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a sus ciudadanos (Homilía de Francisco en la Santa Misa por las familias en el Parque de los Samanes, Guayaquil, 6 de julio de 2015).
6. Y esa es la buena noticia: el mejor de los vinos está por ser tomado, lo más lindo, lo más profundo y lo más bello para la familia está por venir. Está por venir el tiempo donde gustamos el amor cotidiano, donde nuestros hijos redescubren el espacio que compartimos, y los mayores están presentes en el gozo de cada día. El mejor de los vinos está en esperanza, está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y en la familia hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar. Y el mejor de los vinos está por venir, aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario. El mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo. Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir. Murmúrenselo cada uno en su corazón: el mejor vino está por venir. Y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados: Tened paciencia, tened esperanza, haced como María, rezad, actuad, abrid el corazón, porque el mejor de los vinos va a venir (Homilía de Francisco en la Santa Misa por las familias en el Parque de los Samanes, Guayaquil, 6 de julio de 2015).
7. La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización, sino evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados, es acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios en la Iglesia, acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros. Acercarnos a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: «El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (Evangelii gaudium, 113) (Homilía de Francisco en la Santa Misa por la evangelización de los pueblos en el Parque Bicentenario, Quito, 7 de julio de 2015).
8. La intimidad de Dios, para nosotros incomprensible, se nos revela con imágenes que nos hablan de comunión, comunicación, donación, amor. Por eso la unión que pide Jesús no es uniformidad sino la «multiforme armonía que atrae» (Evangelii gaudium, 117). La inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel Jueves Santo, nos aleja de tentaciones de propuestas unicistas más cercanas a dictaduras, a ideologías, a sectarismos (Homilía de Francisco en la Santa Misa por la evangelización de los pueblos en el Parque Bicentenario, Quito, 7 de julio de 2015).
9. Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Una religiosidad de élite… Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre, todos nosotros somos hermanos. Nadie es excluido y esto no se fundamenta en tener los mismos gustos, las mismas inquietudes, los mismos talentos. Somos hermanos porque, por amor, Dios nos ha creado y nos ha destinado, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos (cf. Ef 1,5) (Homilía de Francisco en la Santa Misa por la evangelización de los pueblos en el Parque Bicentenario, Quito, 7 de julio de 2015).
10. Yo vivo en Roma, en invierno hace frío. Sucede que muy cerquita del Vaticano aparezca un anciano, a la mañana, muerto de frío. No es noticia en ninguno de los diarios, en ninguna de las crónicas. Un pobre que muere de frío y de hambre hoy no es noticia, pero si las bolsas de las principales capitales del mundo bajan dos o tres puntos se arma el gran escándalo mundial. Yo me pregunto: ¿dónde está tu hermano? Y les pido que se hagan otra vez, cada uno, esa pregunta, y la hagan a la universidad. A vos Universidad católica, ¿dónde está tu hermano? (Discurso de Francisco en el Encuentro con el mundo de la enseñanza en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, Quito, 7 de julio de 2015).
11. Me pregunto con Ustedes educadores: ¿Velan por sus alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, un espíritu libre, capaz de cuidar el mundo de hoy? ¿Un espíritu que sea capaz de buscar nuevas respuestas a los múltiples desafíos que la sociedad hoy plantea a la humanidad? ¿Son capaces de estimularlos a no desentenderse de la realidad que los circunda, no desentenderse de lo que pasa alrededor? ¿Son capaces de estimularlos a eso? Para eso hay que sacarlos del aula, su mente tiene que salir del aula, su corazón tiene que salir del aula. ¿Cómo entra en la currícula universitaria o en las distintas áreas del quehacer educativo, la vida que nos rodea, con sus preguntas, sus interrogantes, sus cuestionamientos? ¿Cómo generamos y acompañamos el debate constructor, que nace del diálogo en pos de un mundo más humano? El diálogo, esa palabra puente, esa palabra que crea puentes. Y hay una reflexión que nos involucra a todos, a las familias, a los centros educativos, a los docentes: ¿cómo ayudamos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor status, sinónimo de mayor dinero o prestigio social? No son sinónimos. Cómo ayudamos a identificar esta preparación como signo de mayor responsabilidad frente a los problemas de hoy en día, frente al cuidado del más pobre, frente al cuidado del ambiente (Discurso de Francisco en el Encuentro con el mundo de la enseñanza en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, Quito, 7 de julio de 2015).
12. Las iniciativas individuales siempre son buenas y fundamentales, pero se nos pide dar un paso más: animarnos a mirar la realidad orgánicamente y no fragmentariamente; a hacernos preguntas que nos incluyen a todos, ya que todo «está relacionado entre sí» (Laudato Si’, 138). No hay derecho a la exclusión (Discurso de Francisco en el Encuentro con el mundo de la enseñanza en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, Quito, 7 de julio de 2015).
13. En las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Se pelean, pero hay algo que no se mueve: ese lazo familiar. Las peleas de familia son reconciliaciones después. Las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Eso sí es ser familia! (Discurso de Francisco en el Encuentro con la sociedad civil en la iglesia de san Francisco, Quito, 7 de julio de 2015).
14. La gratuidad es requisito necesario para la justicia. Lo que somos y tenemos nos ha sido confiado para ponerlo al servicio de los demás −gratis lo recibimos, gratis lo damos−. Nuestra tarea consiste en que fructifique en obras de bien. Los bienes están destinados a todos, y aunque uno ostente su propiedad, que es lícito, pesa sobre ellos una hipoteca social. Siempre. Se supera así el concepto económico de justicia, basado en el principio de compraventa, con el concepto de justicia social, que defiende el derecho fundamental de la persona a una vida digna (Discurso de Francisco en el Encuentro con la sociedad civil en la iglesia de san Francisco, Quito, 7 de julio de 2015).
15. A estos jóvenes desocupados que son los que llamamos los “ni ni” −ni estudian ni trabajan−, ¿qué horizontes les queda? ¿Las adicciones, la tristeza, la depresión, el suicidio −no se publican íntegramente las estadísticas de suicidio juvenil− o enrolarse en proyectos de locura social, que al menos le presenten un ideal? Hoy se nos pide cuidar, de manera especial, con solidaridad, este tercer sector de exclusión de la cultura del descarte. Primero son los chicos, porque o no se los quiere –hay países desarrollados que tienen natalidad casi cero por cien–, o no se los quiere o se los asesina antes de que nazcan. Después los ancianos, que se los abandona y se los va dejando y se olvida que son la sabiduría y la memoria de su pueblo. Se los descarta. Ahora le tocó el turno a los jóvenes. ¿A quién le queda lugar? A los servidores del egoísmo, del dios dinero que está al centro de un sistema que nos aplasta a todos (Discurso de Francisco en el Encuentro con la sociedad civil en la iglesia de san Francisco, Quito, 7 de julio de 2015).
16. La Iglesia quiere colaborar en la búsqueda del bien común, desde sus actividades sociales, educativas, promoviendo los valores éticos y espirituales, siendo un signo profético que lleve un rayo de luz y esperanza a todos, especialmente a los más necesitados. Muchos me preguntarán: “Padre, ¿por qué habla tanto de los necesitados, de las personas necesitadas, de las personas excluidas, de las personas al margen del camino?” Simplemente porque esta realidad y la respuesta a esta realidad está en el corazón del Evangelio. Y precisamente porque la actitud que tomemos frente a esta realidad está inscrita en el protocolo sobre el cual seremos juzgados, en Mateo 25 (Discurso de Francisco en el Encuentro con la sociedad civil en la iglesia de san Francisco, Quito, 7 de julio de 2015).
17. Religiosas, religiosos, sacerdotes, seminaristas, todos los días vuelvan, hagan ese camino de retorno hacia la gratuidad con que Dios los eligió. Ustedes no pagaron entrada para entrar al seminario, para entrar a la vida religiosa. No se lo merecieron. Si algún religioso, sacerdote o seminarista o monja que hay aquí cree que se lo mereció, que levante la mano. Todo gratuito. Y toda la vida de un religioso, de una religiosa, de un sacerdote y de un seminarista que va por ese camino −y bueno, ya que estamos, digamos: y de los obispos− tiene que ir por este camino de la gratuidad, volver todos los días: “Señor, hoy hice esto, me salió bien esto, tuve esta dificultad, todo esto pero… todo viene de Vos, todo es gratis”. Esa gratuidad. Somos objeto de gratuidad de Dios (Discurso de Francisco en el Encuentro con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas en el Santuario nacional mariano de El Quinche, Quito, 8 de julio de 2015).
18. Un consejo de hermano: todos los días, a la noche quizás es lo mejor, antes de irse a dormir, una mirada a Jesús y decirle: “Todo me lo diste gratis”, y volverse a situar. Entonces cuando me cambian de destino o cuando hay una dificultad, no pataleo, porque todo es gratis, no merezco nada. Eso hizo María (Discurso de Francisco en el Encuentro con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas en el Santuario nacional mariano de El Quinche, Quito, 8 de julio de 2015).
19. No caigan en el alzheimer espiritual, no pierdan la memoria, sobre todo la memoria de dónde me sacaron. La escena esa del profeta Samuel cuando es enviado a ungir al rey de Israel: va a Belén, a la casa de un señor que se llama Jesé, que tiene 7 u 8 hijos −no sé−, y Dios le dice que entre esos hijos va estar el rey. Y, claro, los ve y dice: “Debe ser este, porque el mayor era alto, grande, apuesto, parecía valiente… Y Dios le dice: “No, no es ese”. La mirada de Dios es distinta a la de los hombres. Y así los hace pasar a todos los hijos y Dios le dice: “No, no es”. Se encuentra con que no sabe qué hacer el profeta; entonces le pregunta al padre: “Che, ¿no tenés otro?” Y le dice: “Sí, está el más chico ahí cuidando las cabras o las ovejas”. “Mandálo llamar”, y viene el mocosito, que tendría 17, 18 años −no sé−, y Dios le dice: “Ese es”. Lo sacaron de detrás del rebaño. Y otro profeta cuando Dios le dice que haga ciertas cosas como profeta: “Pero yo quién soy si a mí me sacaron de detrás del rebaño”. No se olviden de dónde los sacaron. No renieguen las raíces (Discurso de Francisco en el Encuentro con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas en el Santuario nacional mariano de El Quinche, Quito, 8 de julio de 2015).
20. Primero, el servicio. Dios me eligió, me sacó ¿para qué? Para servir. Y el servicio que me es peculiar a mí. No, que tengo mi tiempo, que tengo mis cosas, que tengo esto, que no, que ya cierro el despacho, que esto, que si tendría que ir a bendecir las casas pero… no, estoy cansado o… hoy pasan una telenovela linda por televisión y entonces −para las monjitas−, y entonces: Servicio, servir, servir, y no hacer otra cosa, y servir cuando estamos cansados y servir cuando la gente nos harta. Me decía un viejo cura, que fue toda su vida profesor en colegios y universidad, enseñaba literatura, letras, un genio… Cuando se jubiló le pidió al provincial que lo mandara a un barrio pobre, a un barrio… de esos barrios que se forman de gente que viene, que emigran buscando trabajo, gente muy sencilla. Y este religioso una vez por semana iba a su comunidad y hablaba; era muy inteligente. Y la comunidad era una comunidad de facultad de teología; hablaba con los otros curas de teología al mismo nivel, pero un día le dice a uno: “Ustedes que son… ¿Quién da el tratado de Iglesia aquí? El profesor levanta la mano: “yo”. “Te faltan dos tesis”. “¿Cuáles?”. “El santo Pueblo fiel de Dios es esencialmente olímpico, o sea, hace lo que quiere, y ontológicamente hartante”. Y eso tiene mucha sabiduría, porque quien va por el camino del servir tiene que dejarse hartar sin perder la paciencia, porque está al servicio, ningún momento le pertenece, ningún momento le pertenece. Estoy para servir, servir en lo que debo hacer, servir delante del sagrario, pidiendo por mi pueblo, pidiendo por mi trabajo, por la gente que Dios me ha encomendado (Discurso de Francisco en el Encuentro con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas en el Santuario nacional mariano de El Quinche, Quito, 8 de julio de 2015).
Hernando Bello, en arguments.es.
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