En muchos casos el concepto de belleza ha quedado reducido al exterior, a la apariencia física: verse bien, estar bien arreglada, maquillarse, estar a la moda, tener las medidas perfectas…
De este modo, tristemente, se ha ido alejando de su verdadero significado, de aquella belleza que viene del alma y brota del corazón.
1. El entusiasmo, alegría y diversión de niña que te hacen tan cercana a los más pequeños. Dejas salir sin miedo y con libertad aquella ternura y sencillez que brota del alma. Dejas salir la inocencia de niña que llevas dentro. Eres una persona libre, capaz de alegrarte y sorprenderte como lo hacen los niños. De alegrarte con lo sencillo y valorar lo esencial de cada cosa.
2. La amistad auténtica, libre, fiel y casi maternal que te hace preocuparte por los demás. Eres una amiga de verdad. Proteges a tus amigos, te preocupas por ellos y buscas siempre su bien. Tu feminidad y amor maternal se expresan en esa apertura servicial hacia los demás, esa capacidad de comprender y de sacrificarte en cualquier situación.
3. La naturalidad que no busca ser el centro de atención. No buscas ser el centro de atención y por eso lo eres. Tu humildad exalta tu belleza. Tu naturalidad demuestra tu sencillez. En tu manera de actuar reflejas tu alma. No tienes que hacer muchos esfuerzos por mostrarla porque ella sola se refleja y llama la atención de los demás.
4. La forma de hablar pero sobre todo, de escuchar. Sabes ponerte en el lugar de los otros, eres empática y te preocupas por escucharlos. Sabes dar un consejo en el momento preciso y callar cuando también es conveniente. Las personas confían en ti porque demuestras interés por cada uno.
5. La fortaleza y confianza porque sabes que actúas con rectitud. Sabes que actúas con rectitud. No tienes miedo de mostrar cómo eres y en qué crees, pues sabes muy bien lo que hay en tu interior. Las decisiones que tomas en tu vida están basadas en tu identidad más profunda y por eso, aunque algunas veces te equivoques, tienes la seguridad de haber buscado hacer lo correcto.
6. El misterio femenino de tus pensamientos y gestos. Actúas con respeto y elegancia. Sabes transmitir silencio y paz con tus actos y en tu manera de hablar. Eres una persona reflexiva e interesante. En todo esto se manifiesta tu feminidad. Delicada, silente y reverente.
7. Tu apertura al encuentro y acogida de los demás. Tratas a las personas con bondad y sabes reconocer en ellas lo mejor de cada una. Eres una persona acogedora, las personas se sienten a gusto cuando se acercan a ti, porque saben que en tu corazón hay espacio para cada una de ellas.
8. Y la última y la más importante de todas… Tu mundo interior fuerte. Fruto de tu relación con Dios. Eres verdaderamente hermosa cuando reflejas en tus gestos, palabras y acciones la imagen de Dios que llevas dentro. Tu vida busca en todo tener al Señor como fundamento. Hacer que brille el Espíritu que está vivo y actuante en tu interior.