Saber leer significa entender lo que dicen los textos, no lo que me gustaría que dijeran
LaIglesiaEnLaPrensa.com
La agencia ‘Associated Press’, seguida velozmente por el ‘New York Times’, ha vuelto a demostrar que tienen dificultades de lectura. Y lo peor es que, como son medios influyentes, arrastran a los demás en sus traspiés.
Me parece que hay un requisito fundamental para dedicarse al periodismo: saber leer. No es una perogrullada. Saber leer significa entender lo que dicen los textos, no lo que me gustaría que dijeran.
La agencia Associated Press, seguida velozmente por el New York Times, ha vuelto a demostrar que tienen dificultades de lectura. Y lo peor es que, como son medios influyentes, arrastran a los demás en sus traspiés.
Si la víctima fuera una empresa, lo habrían evitado; pero aquí se trata de la Iglesia, que es más inofensiva, pues no envía a sus abogados pidiendo indemnizaciones millonarias ni amenaza con retirar del diario la publicidad…
El caso se refiere a los abusos de Irlanda, y el resumen es este: hace unos días se hizo pública una carta de 1997 en la que el nuncio del Papa en Dublín transmitía a los obispos irlandeses unas indicaciones de parte de la Congregación para el Clero.
La misiva ha sido presentada como la “pistola humeante”, la prueba del delito, de que la Santa Sede ha colaborado en la cobertura de los abusos y, por tanto, se le puede demandar y sacar dinero (objetivo declarado del abogado Anderson).
Según esos medios, la Santa Sede “advierte” o “instruye” a los obispos para que no denuncien los casos de abusos a la autoridad civil. «El Vaticano está en la raíz del problema», comenta uno en la crónica del New York Times.
Si se leyera sin gafas de madera, se vería que la carta no dice exactamente lo que se le atribuye. En primer lugar, lo que transmite son algunas observaciones de la Congregación del Clero a un documento sobre el tema que estaba trabajando el episcopado irlandés: es decir, no son órdenes ni directrices, sino comentarios.
Pero es que, además, no dice que no haya que informar a la autoridad civil. Lo que dice es que hay que ser prudente por “razones morales y canónicas”. Canónicas: es preciso seguir las normas del derecho canónico para evitar que las decisiones puedan ser impugnadas (de modo que un posible culpable acabe escabulléndose). Morales: evitar acusaciones precipitadas (que según el borrador del documento eran más que posibles) y respetar la privacy de las víctimas.
El escándalo se desinfla. No se trata de ocultar que se han cometido muchos errores, pero pienso que no hay que inventarse nuevos. Desde esta perspectiva, me parece relevante subrayar cómo han cambiado las cosas en estos años, gracias a la operación limpieza impulsada por Ratzinger-Benedicto XVI (que sale, de nuevo, personalmente reforzado de este tipo de maniobras).
(Una completa explicación del caso, en inglés, se encuentra aquí).