Mujeres libres para trabajar, pero también libres para criar
Igual de libre debe sentirse una mujer que decide dejarlo todo para educar a sus hijos, que aquella que prefiere centrase única y exclusivamente en una carrera profesional de altos vuelos
La escritora Erica Jong critica en el Wall Street Journal (6-11-2010) que se imponga a las mujeres la idea de que la única maternidad auténtica es la que propone dejarlo todo para atender a los hijos.
«A menos que viva usted en otro planeta, estará de acuerdo —espeta Jong al lector— en que desde hace un par de décadas vivimos una auténtica locura de la maternidad. Las estrellas de cine y demás 'celebrities´ muestran al público con orgullo sus embarazos en revistas y televisiones en las que nunca aparecen las niñeras con las que cuentan para sacar adelante a sus retoños. Se difunde así la idea equivocada de que criar a un hijo es una tarea llevadera, fácil y barata».
Jong, que se hiciera famosa tras el éxito de su novela Fear of flying en la que proponía la liberalización sin tapujos de la mujer, mira con recelo a los gurús del “attachment parenting”, teoría apadrinada por el doctor William Sears (The baby book) que promueve una relación más estrecha entre padres y niños. Un concepto de maternidad que lleva a veces a tomar la decisión de dejar de trabajar para atender a un hijo. «¿Cómo puede uno hacer eso a la vez que trata de ganar el dinero que necesita para subsistir?», se pregunta Jong. Efectivamente, aplicar esta teoría resultaría inconcebible para una mujer que decidiera ser madre en solitario.
Curiosamente, para explicar que este nuevo tipo de crianza 24 horas no es necesario, la novelista rescata la tesis de que a un hijo no sólo lo educan su padre y su madre sino que en su desarrollo también participan el resto de miembros de la familia. «El hecho de que varias personas estén pendientes de ellos permite a los bebés y a los niños desarrollar mejor sus capacidades cognitivas, además de prepararles para la vida mejor de lo que lo harían unos estresados padres biológicos en solitario». Es una pena que hoy ese tipo de núcleo familiar que alaba Jong sea algo ninguneado o atacado por tantas leyes que lo vacían de contenido y lo desnaturalizan, muchas de ellas alentadas por el feminismo radical.
Jong denuncia que la presión que ejercen sobre las mujeres teorías como el “attachment parenting” provoca un aumento del sentimiento de culpabilidad femenino por no ser capaz de conseguir educar a los hijos de ese modo. Algo que por otro lado no es obligatorio para nadie por mucho que la publicidad nos insista en ello.
A la mujer de hoy se le exige afrontar dos grandes retos. Por un lado, el de desarrollar su carrera al más alto nivel, y por el otro, aspirar a ser madre. «Las mujeres deben poder elegir libremente cómo criar a sus hijos para poder afrontar ambos retos», concluye Jong.
Pero olvida que también las mujeres deben poder decidir si quieren afrontar ambos retos o prefieren centrarse en alguno de ellos. Igual de libre debe sentirse una mujer que decide dejarlo todo para educar a sus hijos, que aquella que prefiere centrase única y exclusivamente en una carrera profesional de altos vuelos.
Publicado originariamente en The Wall Street Journal