Es evidente que hay que mejorar la eficacia de la solidaridad
El Mundo – Castellón
Sin darnos cuenta podemos estar condenando a la miseria a países como Haití, dándolos como “imposibles”, por la corrupción de sus gobernantes, la falta de infraestructuras y el déficit educativo
Hace un año, tal día como hoy, se produjo el terremoto en Haití, con el terrorífico balance de más de 300.000 muertos y un país, ya paupérrimo con anterioridad, arrasado. Nos conmovieron entonces las noticias, sobre todo las imágenes. Parecía un país entregado a la miseria y a la catástrofe casi por igual.
Se movilizó todo el mundo para ayudar a Haití. No podía ni debía dejar indiferente a nadie. Sin embargo, iban llegando noticias de que la ayuda no llegaba a la población. Como consecuencia de todo ello, los saqueos y pillajes se sucedieron.
Cada uno hicimos lo que pudimos o quisimos. Sin embargo, hoy Haití sigue en un lamentable estado. Nos acordamos ahora un poco más de Haití por cumplirse el aniversario de esa tragedia, pero hay otras personas e instituciones que hacen una labor solidaria permanente, sin apenas ruido. No buscan la foto, sino de verdad ser solidarios. Ahí tenemos, por ejemplo, el caso de Cruz Roja.
La ineficacia —las dudas o la realidad— de la solidaridad puede servir como excusa fácil para que nos olvidemos de Haití. Repetimos el término de “aldea global”, que lo es para la información, pero no tanto para la solidaridad.
Todas las movilizaciones y recaudaciones que se llevaron a cabo —y se llevan a cabo desde hace décadas, en diversos países y continentes—, tanto de alimentos como de medicinas o dinero, nos dejan con el amargo sabor de que no llegan a su destino, o al menos en una parte considerable. Y sin darnos cuenta podemos estar condenando a la miseria a países como Haití, dándolos como “imposibles”, por la corrupción de sus gobernantes, la falta de infraestructuras y el déficit educativo.
Es evidente que hay que mejorar la eficacia de la solidaridad. Pero, mientras tanto, hay que seguir siendo solidarios, cada uno como pueda o lo desee. Y hay muchas formas, como la iniciativa del periodista Miguel Ángel Tobías, que ayer en Madrid estrenó el documental " target="_blank">Sueños de Haití, grabado tres semanas después de la tragedia. Con los fondos que recaude y los de otras proyecciones que está llevando a cabo, Tobías da una lección de sensibilidad, imaginación y determinación eficaz. Los lamentos y quejas no construyen. Tobías es creativo y un estímulo para muchos que están perplejos, desalentados o pasivos ante la tragedia que sigue viviendo Haití.