Bernard-Henri Lévy refleja la progresiva y universal reacción ante el sufrimiento de los cristianos en Oriente
ReligionConfidencial.com
Como gran testigo de nuestro tiempo, Bernard-Henri Lévy refleja la progresiva y universal reacción ante el sufrimiento de los cristianos en Oriente. No son exageraciones del Pontífice romano ni de los medios católicos. La magnitud de la persecución nada tiene que ver con posibles intolerancias en Occidente más o menos derivadas de laicismos rancios o postmodernos
Me hizo gracia la conclusión de la nota de Bernard-Henri Lévy en Le Point del 6 de enero, titulada Comment sauver les chrétiens d'Orient? [ver traducción]. Tras referirse a la necesidad de hablar cuanto sea necesario e, incluso, indignarse, anima a rezar:
«Sí. ¿Por qué no, en efecto, ya que en el fondo se trata de eso, por qué no una plegaria ecuménica pronunciada con una única voz por autoridades de las tres religiones del Libro? ¿Por qué no una jornada mundial de los cristianos de Oriente y, durante esa jornada, una hora en la que se invite al planeta a unirse a través de la plegaria o el pensamiento con los perseguidos? Personalmente, haré una excepción a mi agnosticismo y no faltaré».
La manifiesta buena voluntad es muy de agradecer, al margen de su lógico déficit de información. Porque plantea objetivos tan interesantes como que fueron propuestos ya en el Sínodo de obispos celebrado en Roma el pasado mes de octubre. O están en línea con el propósito de Benedicto XVI de acudir de nuevo a Asís, en octubre de 2011, para reiterar la plegaria ecuménica por la paz que presidió Juan Pablo II hace 25 años.
Pero, como gran testigo de nuestro tiempo, Bernard-Henri Lévy refleja la progresiva y universal reacción ante el sufrimiento de los cristianos en Oriente. No son exageraciones del Pontífice romano ni de los medios católicos. La magnitud de la persecución nada tiene que ver con posibles intolerancias en Occidente más o menos derivadas de laicismos rancios o postmodernos.
Se comprende la respuesta de la Ministra de Exteriores de Francia, país siempre atento a los derechos humanos. Michèle Alliot-Marie, en una entrevista de este sábado en Le Figaro Magazine, considera el actual anticristianismo “tan intolerable” como el antisemitismo o el anti-islamismo. Y pide a los países europeos y musulmanes que se movilicen a favor de los cristianos de Oriente amenazados por Al Qaeda. A la vez, anuncia que lanzará esta semana en Doha, con ocasión del Forum pour l'Avenir —países del G8, del Medio Oriente y del norte de África «una llamada a la tolerancia y al respeto mutuo entre las tres religiones monoteístas».
La jefa de la diplomacia francesa no ha querido lógicamente desmentir la versión oficial del gobierno de Egipto ante el tremendo atentado contra la iglesia copta de Alejandría. Pero, como señala un editorial de The Washington Post del 7 de enero, las autoridades no han aportado hasta ahora ninguna prueba que respalde la responsabilidad de "manos extranjeras". Al contrario, el viceministro del Interior dijo que el ataque se llevó a cabo con "explosivos de fabricación local", y el fiscal general admitió que los investigadores no han identificado a ningún sospechoso.
Desde luego, son loables las manifestaciones de solidaridad que los cristianos de Egipto han recibido también de las autoridades. Pero, como reitera The Washington Post, esa actitud positiva no cambia dos realidades fundamentales, acentuadas en los 29 años de gobierno de Hosni Mubarak: la discriminación religiosa y la violencia han ido creciendo en Egipto, y el régimen autocrático ha empeorado la situación a través de la represión y de la impunidad de los que persiguen a los cristianos.
Afortunadamente, han podido celebrar en paz la Navidad, en las fechas del antiguo calendario juliano, y agradecidos por las muestras de adhesión que reciben dentro y fuera de Egipto, como señala el Obispo de los Coptos Católicos de Luxor, Joannes Zakaria: «En torno a los cristianos se ha creado un movimiento de solidaridad increíble». Mostraba especialmente su gratitud a musulmanes, personas comunes del pueblo, que participaron en algunas celebraciones litúrgicas, para subrayar su amistad con cristianos después del atentado del 31 de diciembre. «Pienso —concluye Mons. Zakaria— que el llamamiento del Santo Padre por una convivencia pacífica entre personas de diferentes religiones está obteniendo buenos frutos».
Antoni Puigverd escribe en La Vanguardia el 10 de enero: El avestruz y los cristianos de Oriente. Y concluye que las comunidades «están siendo sometidas a algo muy parecido a una limpieza étnica y no queremos darnos por enterados. Defenderlas complicaría todavía más el avispero oriental. Mientras Alejandro Amenábar dedicó el mayor presupuesto nunca conseguido por un filme en nuestros lares a un péplum panfletario en el que los cristianos de la Alejandría histórica aparecían como ofuscados asesinos, los cristianos de la Alejandría de hoy arriesgan la vida cuando van a misa. Sus hermanos de otros países árabes desaparecen sin que apenas nadie vierta una lágrima por ellos». Esto último es lo que, afortunadamente, ha cambiado en estos primeros días del año.