La sociedad responde con entusiasmo cuando es convocada para la defensa de la familia y de la vida
Ayer en Madrid se puso otra vez de relieve que la sociedad responde con entusiasmo cuando es convocada para la defensa de la familia y de la vida
Un año más, una multitud de fieles acudió a la misa de la Familia Cristiana celebrada en la madrileña plaza de Colón.
Al margen de dogmas ideológicos trasnochados, el arraigo de la Iglesia católica en España es una realidad histórica y sociológica que no admite discusión. De ahí que los guiños de Rodríguez Zapatero al laicismo radical choquen una y otra vez contra las creencias abrumadoramente mayoritarias de los ciudadanos.
En su mensaje de ayer desde Roma, Benedicto XVI invitó a todos a vivir con gozo el valor del matrimonio y de la familia. Hay que recordar también las palabras del Papa cuando se dirigía a Santiago y Barcelona en su reciente viaje a nuestro país, denunciando esa actitud intransigente que conduce al relativismo y al desconcierto de los más jóvenes.
Monseñor Rouco expresó ayer ese mismo planteamiento al invitar a las familias a que asuman su responsabilidad frente a una crisis que va más allá de lo político, lo social y lo económico, puesto que afecta a los valores más profundos del ser humano.
El cardenal arzobispo de Madrid recordó la necesaria defensa de la vida frente a la permisividad ante el aborto y la banalización de la eutanasia. Insistió también muy oportunamente en los graves problemas que acarrea el ambiente de “ruptura” familiar en que son educados muchos niños, los cuales carecen —al llegar a la edad adulta— del sólido fundamento que ofrece un amor gratuito y desinteresado.
Frente a la falsa ingeniera social que intenta hacer irreconocibles a instituciones como la familia y el matrimonio, resulta imprescindible reforzar esas señas de identidad que forman parte sustancial de «la dignidad de la persona y los derechos inviolables que le son inherentes» en términos de la Constitución española.
Una cosa es la separación entre la Iglesia y el Estado y otra la hostilidad de determinados dirigentes hacia la presencia de la fe católica en la vida pública. Ayer en Madrid se puso otra vez de relieve que la sociedad española responde con entusiasmo cuando es convocada para la defensa de la familia y de la vida, más allá de oportunismos y de intereses particulares.
La presencia de fieles llegados de toda España y de otros países muestra la vitalidad de una iniciativa que se ha convertido en parte sustancial de estas jornadas navideñas.