ZENIT.org (Entrevista de Francesca Pannuti)
Una sociedad fraterna es ciertamente a la vez solidaria, pero no es verdad lo contrario. Bien ha hecho el Papa, por eso, en subrayar la importancia de la fraternidad. Este concepto fue sustituido, en realidad, tras la revolución francesa, por los masones con la palabra “hermandad”, tan peligrosa como la solidaridad sin la fraternidad
Es un economista italiano conocido a nivel internacional. Se especializó en el Linacre College de la Universidad de Oxford, ha enseñado economía en la Universidad de Parma, en la Universidad de Bolonia y en la Bocconi de Milán.
Es vicedirector de la John Hopkins University, en Bolonia, donde es también profesor adjunto de Economía política internacional.
Desde 1991 es consultor del Consejo Pontificio Justicia y Paz, y posteriormente miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales.
En 1999 fue admitido a la New York Academy of Sciences. Desde 2007 es presidente de la Agenzia per le Onlus (Organizaciones no Lucrativas de Utilidad Social), un ente gubernamental italiano con funciones de vigilancia y control, promoción, asesoría al Gobierno y el Parlamento en materia de ONG.
Se trata del profesor Stefano Zamagni, un especialista en economía que participó también en la discusión de la encíclica ‘Caritas in veritate’.
El profesor Zamagni quiso compartir con ZENIT cuál es el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia sobre la crisis económica y como se sale de ella.
Usted afirmó, en una reciente intervención en Bolonia, que la actual crisis económica tiene un origen entrópico, es decir, relativo a la pérdida de sentido, de orientación. ¿Puede indicar las características esenciales del vaciamiento cultural de la Europa de hoy?
Una crisis económica puede ser de dos tipos: dialéctica, cuando deriva de un conflicto que la sociedad no consigue resolver, o entrópica, cuando, a raíz de una pérdida de dirección de la propia marcha, la sociedad entra en crisis.
Se verifica una pérdida de sentido en tres ámbitos específicos:
1) la inversión del nexo causal entre trabajo y origen de la riqueza. Durante siglos se ha sostenido que en el origen de la riqueza está el trabajo humano; hoy se considera que lo son las finanzas especulativas.
2) La separación entre la esfera económica y la esfera social consiste, en definitiva, en haber separado la eficiencia de la fraternidad, atribuyendo al mercado el deber de la eficiencia y al Estado el de hacerse cargo de la fraternidad. Resultado: el mercado se ha convertido en el lugar del eficientismo, y el Estado se ha convertido en estatalista. Como consecuencia de ello, se ha obtenido el peor de los males, es decir, la unión entre eficientismo y asistencialismo.
3) La separación entre mercado y democracia: se sostiene que principios fundamentales como la dignidad del hombre, la libertad y la justicia, ya no están en la base del mercado, sino que deben relegarse a la esfera política. Esta por tanto termina por ponerse al servicio de la economía, cuando más bien debería ser al contrario.
¿Qué implicaciones tiene, en el campo bioético, la pérdida del concepto de persona?
Lo que hoy se afirma es que no existe el concepto de persona, sino sólo el de ser viviente. En la lengua china, como en otras lenguas del mundo oriental, no existe la palabra “persona”. Ahora bien, esta es una cuestión de sustancia, no de palabras. La predominancia del modelo chino (en 2020 el PIB chino superará al americano) ha tenido como consecuencia que en las sedes internacionales ya no se habla de “persona” para no turbar a la potencia china. Resultado: una bioética que no se funda en la persona se convierte en un bio-derecho, un derecho que se ocupa de la vida. La esfera jurídica termina por arrogarse la tarea de definir lo que está bien o mal.
¿De qué forma la pérdida del concepto de persona se une a la pérdida del de fraternidad y del de democracia?
Se debe a la escuela de pensamiento franciscana el mérito de haber traducido en términos prácticos el principio de fraternidad, introducido con el cristianismo. En la Caritas in veritate, en el c. 3, el Papa recupera este principio, aclarando que es más poderoso que el de la solidaridad, de origen socialista, no cristiano. En el ámbito católico, por haber ido demasiado tiempo a remolque de esta cultura, se ha acabado por hablar sólo de solidaridad.
Una sociedad fraterna es ciertamente a la vez solidaria, pero no es verdad lo contrario. Bien ha hecho el Papa, por eso, en subrayar la importancia de la fraternidad. Este concepto fue sustituido, en realidad, tras la revolución francesa, por los masones con la palabra “hermandad”, tan peligrosa como la solidaridad sin la fraternidad.
Persona y fraternidad, de hecho, son dos caras de la misma moneda: los amigos se eligen, mientras que los hermanos, en cuanto que hijos de un mismo Padre, se acogen sin discriminaciones. Hoy hemos perdido el principio de fraternidad porque hemos negado el concepto de persona.
¿Cuáles son las fuerzas culturales que sostienen hoy las diversas orientaciones?
La fuerza cultural dominante hoy es la del relativismo axiológico, es decir, esa actitud que hace derivar la verdad de las libres elecciones del sujeto. En el Evangelio está escrito: “la verdad os hará libres”. A esta frase hoy se le ha dado la vuelta en esta otra: “la libertad os hará verdaderos”, pronunciada por Zapatero en las Cortes españolas en el momento de aprobar la nueva ley de bioética.
Esta inversión favorece ese individualismo según el cual a cada uno hay que dejarle libre para realizar su propio plan de vida y de pensarla como quiera : la libertad de elección del individuo genera la verdad. Semejante fuerza cultural hoy ha empezado a mostrar su lado débil y su peligrosidad, porque son muchos los que, abriendo los ojos, comprenden que esta postura lleva a la infelicidad pública. Esta es una buena señal para permitirnos retomar el camino abandonado. En el origen se predicó el pensamiento débil, el cual ha producido el relativismo axiológico, y este ha generado el individualismo hedonista, del que a su vez ha nacido la frase de Zapatero.
¿Usted entrevé luces de esperanza en el panorama cultural y religioso actual en Europa?
Tras largos años en los que se había hecho propaganda de la tesis de la “secularización” tesis según la cual con el progreso económico y cultural la religión habría sido excluida de nuestras sociedades), hemos llegado a hablar de “desecularización”, el más grande desmentido que han tenido que sufrir los secularismos, porque nunca como ahora se da uno cuenta del papel insustituible de la religión en la esfera pública.
Mi esperanza se funda en esto, en la constatación de una vuelta a las categorías de lo religioso en la esfera pública, porque se están dando cuenta de que hay problemas que no pueden resolverse si no es con la aportación del pensamiento religioso. Benedicto XVI confió al hombre de hoy la tarea de construir una “laicidad positiva” con el fin de afrontar los problemas actuales: la paradoja de la felicidad (con el aumento de la renta per cápita disminuye el índice de la felicidad); el problema de los commons (bienes de uso común como el medio ambiente, la paz, etc.); los conflictos identitarios. Estas cuestiones encuentran solución sólo a través de la alianza con la perspectiva religiosa.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]
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