La demografía bien entendida empieza por una pequeña y palpitante ecografía
DiarioDeCadiz.es
«Me indigno por los niños que iban a nacer y no nacieron en nombre del humanitarismo, y por los países a los que se les ha ido robando el futuro a base de políticas tan progresistas»
La consultora Goldman Sachs nos informa de lo que sabíamos: las tres grandes potencias del futuro inmediato (2030) serán China, India y Brasil. La riqueza de Europa se reducirá drásticamente. Lo impactante es uno de los principales motivos de ese futuro: sus pujanzas demográficas, y el envejecimiento de nuestra población.
Me paro, indignado. Llevan mintiéndonos más de treinta años. ¿O cómo es que el control de natalidad iba a ser la puerta al desarrollo de los pueblos del mundo, y que ahora las grandes potencias del mañana vayan a serlo por los hijos que sí han tenido, a pesar de la que les han dado y se han dado para no tenerlos?
Mi indignación no es porque me engañaran a mí, que en esto, en particular, no lo hicieron; ni porque nos tomaran por idiotas, que el problema es de los que se dejan tomar por idiotas. Me indigno por los niños que iban a nacer y no nacieron en nombre del humanitarismo, y por los países a los que se les ha ido robando el futuro a base de políticas tan progresistas.
Por mi parte, he hecho todo lo que estuvo en mi mano por elevar los decaídos índices demográficos de España y Europa, con poco éxito al principio (ninguno, para ser exacto), pero con mejor fortuna en los últimos tiempos. Hace seis meses tuvimos a nuestra hija, como anuncié aquí echando las campanas al vuelo, y ahora esperamos otra criatura, que también se merece un artículo anunciador, aunque sea éste, algo más disimulado.
Espero, con todo, no dar la impresión de que tendremos al bebé por patriotismo o por el PIB. Lo tendremos por él mismo. Y porque el amor es expansivo por naturaleza (cuando a la naturaleza le da por expandirse: si no quiere expandirse, el amor sigue creciendo, claro, por otros medios). Aunque quizá una diferencia del patriotismo con el nacionalismo, su triste sombra, sea que mientras que éste se convierte en móvil obsesivo, el patriotismo permanece en un segundo plano, casi inconsciente. Y así, sí podríamos decir que es por patriotismo, pues nos alegramos de que un nuevo español o española le nazca al mundo, y un pre-productor al PIB y un futuro cotizante a la Seguridad Social, y hasta —¡fíjense hasta donde alcanza nuestra alegría!— un contribuyente a Hacienda. Si de paso ayuda a que la diferencia con los chinos, los indios y los brasileños resulte un poco menor, pues muy bien. Pero lo importante es que sea.
No piensen que he mezclado en este artículo dos temas muy dispares, uno internacional y geopolítico, y otro diminuto e íntimo. Los padres chinos, indios y brasileños están conmigo. La demografía bien entendida empieza por una pequeña y palpitante ecografía.