Alfa y Omega (Entrevista de José Antonio Méndez)
Tiene 41 años, es doctor en Teología, ingeniero técnico agrícola y, cuando reciba, este domingo, la ordenación episcopal y tome posesión de la diócesis de Solsona, será el obispo más joven de España. Don Xavier Novell es antiguo scout, un sacerdote que disfruta orando y celebrando la Eucaristía (se levanta a las 5:30 para rezar y alimentarse espiritualmente), y, sobre todo, es un amigo de Cristo y un evangelizador incansable
¿Cuál será su prioridad como nuevo obispo de Solsona?
Lo reza el lema episcopal que he escogido: Todo hacia la evangelización. Lo primero que quiero desarrollar con los sacerdotes, religiosos y laicos, es anunciar el Evangelio. Evangelizar no es sólo hablar de Jesucristo, sino ayudar a las personas a encontrarse personalmente con Él, para que puedan seguirle y tener una vida santa. Muchos han oído hablar de Dios y han sido instruidos en la vida cristiana, pero viven como paganos. Así que, al principio, tenemos que ayudarlos a conocer a Cristo.
Y esto, ¿cómo se hace?
Primero, viviendo santamente. Los que queremos anunciar a Cristo tenemos que dar testimonio, ser gente ejemplar, que despierte interrogantes. El segundo paso es, con quien se pregunte por qué vivimos así, dar razón de nuestra fe: Vivo así porque creo en Jesús, porque Él me ha dado una vida nueva. Tercero: si la persona se interesa, decirle: Ven, y verás cómo se puede creer en Él. Hemos de tener una pequeña fórmula, sin excentricidades, para que la persona con inquietud de conocer al Señor pueda decir: Si existes, quiero creer en Ti. Pueden ser pasajes del Evangelio en los que Jesús se encuentra con personas concretas, ratos cortos de oración... Todo, con mucha paciencia, en oración, respetando la libertad, sin forzar, dejando que Dios encuentre su momento con cada uno.
¿Qué dificultades se va a encontrar?
El profundo proceso de secularización de la diócesis, que afecta a no pocos bautizados. Las formas y el contenido de la evangelización son a veces percibidas como un cristianismo fundamentalista, por personas alejadas y de Iglesia, que creen que hay que presentar un humanismo respetuoso para no ser invasores.
Monseñor Iceta y monseñor Munilla han encontrado dificultades de puertas para adentro. ¿Cree que también le tocará a usted?
Ya han empezado a hacerlo. Hay sacerdotes que creen que pertenezco a una generación que ha vuelto a vestir clergyman, es crítica con el Vaticano II y se enmarca en una oleada conservadora, preconciliar, etc. Éstas son acusaciones falsas, fruto de prejuicios. Soy hijo del Vaticano II y no he conocido otra cosa. Visto como pide la Iglesia, porque ella lo pide y porque hoy la Iglesia necesita ser visible en sus sacerdotes. Llevamos mucho tiempo de anonimato. Quien crea que el Vaticano II no está convencido de que tenemos que rezar más y ser más santos, que diga dónde lo pone. Durante mucho tiempo se ha realizado una acción pastoral que ha marcado a muchos, pero no funciona. Yo he reconocido mis errores y he cambiado para ceñirme a la evangelización. Nuestra labor es evangelizar, no hacer acciones socioculturales.
¿Debe la Iglesia en Cataluña tomar partido por la causa nacionalista?
No es acertado explicar la secularización de Cataluña desde la clave nacionalismo sí, nacionalismo no. Lo nuestro es anunciar el Evangelio, que la gente pueda creer en el Señor, recibir sus sacramentos y eso les ayude a vivir de modo ejemplar; es que la sociedad se convierta y todos se sepan hijos de Dios y hermanos entre sí. Y que, cuando los laicos construyan la sociedad, actúen para que sea lo más parecida al reino de Dios. Nuestra labor no es ser sustento ideológico de una facción política, ni fomentar una opinión nacionalista o pro-unión con el resto de España. Si nos hemos equivocado, se debe más a un intento por cambiar la fe cristiana para adaptarla a la mentalidad secularizada de hoy. Hay sacerdotes y obispos que han hecho opciones políticas, pero si sufrimos es porque no pocos sacerdotes piensan que la Iglesia tiene que cambiar el Evangelio para adaptarse a la mentalidad de la gente.
Si fuese una persona alejada y le preguntase quién es Cristo para usted, ¿qué respondería?
Que es mi Señor, que da sentido a mi vida. Me ha invitado a una amistad personal con Él, que se nutre de diálogo en la oración, en la escucha y meditación de su Palabra, al celebrar la Eucaristía, al abrirle mi corazón y explicarle lo que me pasa, mis dificultades, mis deseos, las personas que se confían a mí... La oración ha cambiado mi vida. Yo era un joven hijo de una pastoral muy comprometida, pero con poco conocimiento personal de Cristo. Me centraba en el yo: Yo que lo intento, que lo consigo, que vivo mis miserias. Y cuando abrí la puerta de la oración para dejarle hablar a Él y vivir en mí, mi vida cambió. La oración me sostiene. Si no rezo, todo empieza a ir mal.
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