En esta entrevista exclusiva, el renombrado experto en Biblia y ex-ministro presbiteriano Scott Hahn habla de su conversión al catolicismo, así como de lo que los primeros cristianos le enseñaron y pueden enseñarnos a todos
«Creía que la Iglesia Católica era el enemigo del verdadero cristianismo»
Así se expresa en una entrevista Scott Ham, converso y experto en Sagrada Escritura y Teología.
En esta entrevista exclusiva, el renombrado experto en Biblia y ex-ministro presbiteriano Scott Hahn habla en la web PrimerosCristianos de su conversión al catolicismo, así como de lo que los primeros cristianos le enseñaron y pueden enseñarnos a todos. No nos encontramos ante un neófito apasionado. Ham fue en su época presbiteriana un maduro y profundo teólogo, intolerante con la Iglesia Católica. Si leemos algunos testimonios personales sobre su conversión, podremos observar que fueron la rectitud de intención en su investigación, la honestidad intelectual, las que le condujeron a las puertas del catolicismo.
A todo ello se añadía su profundo mundo interior espiritual y su trabajo intelectual profundizando (como experto) en la Sagrada Biblia, para que surgiera, para que se planteara si las Verdades que hasta la fecha había denostado de la Iglesia Católica, no estarían acertadamente expuestas en las Sagradas Escrituras y en la vida hecha realidad de los católicos de a pié que él observaba en las calles, en el trabajo, en los templos.
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¿Cómo se puso al corriente con la fe católica? ¿Qué le llevó finalmente a abrazarla?
¡Primero me di a conocer como su enemigo! Yo era un protestante convencido, calvinista en mi pensar y con un estilo evangelista. Creía que la Iglesia Católica era el enemigo del verdadero cristianismo. Estaba enamorado de la Biblia y ésa era mi perdición como protestante. A pesar de mi resistencia, mi estudio bíblico me llevó a adoptar un punto de vista sacramental global. Esto me llevó a ver la necesidad de objetiva y terrena autoridad en las personas unidas con Dios. Me llevó a los Padres de la Iglesia, que eran profundos intérpretes de la Biblia. Lo que encontré en los Padres era una iglesia que correspondía perfectamente con la religión bíblica, pero que se parecía mucho a la Iglesia Católica. Yo quería estar allí con los Apóstoles, los Padres, los mártires y los santos.
En la "Cena del Cordero" describió su primer encuentro con la sagrada eucaristía. ¿Podría contarnos su experiencia y lo que los primeros cristianos tuvieron que ver en ello?
Había estado estudiando los escritos de los Padres, y había encontrado contadas referencias a "la Liturgia", "la Eucaristía", "el Sacrificio". Para esos primeros cristianos, la Biblia —el libro que yo más quería— era incomprensible separado del acontecimiento que los católicos actuales denominaban "la Misa". Bueno, yo no había tenido ninguna experiencia litúrgica, así que me persuadí para ir y ver, como parte de un ejercicio académico. Conforme la Misa transcurría, comencé a darme cuenta de lo bíblica que era: un versículo era de Isaías, otro de los Salmos, otro de san Pablo. La experiencia fue abrumadora. Entonces, vi al sacerdote levantar la hostia y sentí una jaculatoria que salió de mi corazón en un susurro: «Señor mío y Dios mío. ¡Realmente eres Tú!» Continué resistiéndome a la conversión, pero la resistencia fue inútil desde aquél momento.
¿Qué relevancia tienen hoy los primeros cristianos? ¿Qué cosas tienen en común con nosotros?
La naturaleza humana no ha cambiado. Ellos hablaban de las mismas preocupaciones que tenemos hoy —la necesidad de salvarse, el deseo de ser virtuoso, la dificultad para superar el pecado—. Hablan de esos temas con cierta frescura. Cuando leemos a los Padres, estamos escuchando el Evangelio como fue predicado al mundo pagano. También nos proporcionan excelentes modelos para llegar a un mundo, como el nuestro, que ha sido repaganizado.
Ha escrito numerosos libros sobre temas relacionados con la fe católica y la sagrada escritura. ¿Cuál es su propósito y qué pretende conseguir con ello?
Mi propósito ahora es el mismo que ha sido durante décadas: fomentar la capacidad para comprender la Biblia en todos los católicos y la elocuencia para que profesores y clérigos la expliquen correctamente. Esto suena absurdamente ambicioso, lo sé, pero es cierto.
No es sólo el propósito de mis libros, sino también la misión del Centro de Teología Bíblica de San Pablo, que yo fundé. El centro ofrece gran variedad de actividades, muchas para católicos ordinarios, pero muchas otras para estudiantes. Ofrecemos estudios bíblicos de manera gratuita por internet, organizamos conferencias, formamos catequistas con los mejores métodos para guiar el estudio bíblico, tenemos nuestras propias publicaciones (libros, una revista, una hoja informativa), organizamos peregrinaciones a Roma y a Tierra Santa, poseemos una de las mejores bibliotecas para estudios bíblicos en internet.
Después de casi veinte años escribiendo y diez años dirigiendo el centro, estoy animado por los logros conseguidos. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer. Y sé que Dios lo hará. Así que, aun siendo mi trabajo, no hay de qué preocuparse.
¿Cuál es el secreto de los primeros cristianos para su rápida evangelización del mundo antiguo? ¿Qué podemos aprender de ellos?
Diría que era la frescura del Evangelio. Ellos (los paganos) lo oyeron y vieron que era algo completamente diferente a lo que su cultura les estaba ofreciendo. Por esa razón era atractivo. Nosotros, después de un milenio y medio de legal y establecido cristianismo, nos hemos dejado de dar cuenta de que el Evangelio sigue siendo fresco, nuevo y radical. Muchas veces se sigue manteniendo erróneamente en severo contraste con lo que la cultura nos ofrece. Necesitamos sumergirnos en un estudio lleno de oración y en una oración llena de estudio, y así veremos a Jesús más claramente. Él se encargará de todo desde ese momento. Si algo nos falta es esa amistad con Él, sostenida a través de una constante y disciplinada vida de oración.
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