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He vivido intensísimamente el viaje del Papa a Barcelona. Pero ha sido de una forma imprevista, por aquello de que el hombre propone y Dios dispone. El mismo sábado, unas cuantas horas antes de la llegada de Benedicto XVI a la capital catalana, un súbito problema de salud me dejaba en fuera de juego.
Hospital aquel mismo día y en casa las últimas horas del sábado y el domingo, sin poder asistir a los actos previstos, a pesar de estar acreditado para ello. Había colaborado y participado en la organización de actividades para el viaje del Papa, animado a otros a asistir… y al final yo mismo ausente.
Aunque de entrada ha sido una mala cosa, es en realidad una caricia de Dios, porque todo es para bien. He podido seguirlo a través de la amplísima cobertura de la televisión y me he unido a cada momento del Papa. He rezado por los frutos de su viaje, ofrecido los dolorcillos, seguir muchos detalles que quizás pasan desapercibidos cuando se está in situ, más envuelto en el ambiente.
Por supuesto que guardaré para mis recuerdos la acreditación de prensa que me garantizaba estar físicamente más cerca del Pontífice y que nunca fue utilizada.
Esta movilidad limitada puede ayudar a crecer para adentro y reflexionar sobre algunas de las cosas que iba viendo. Me permitiré explicar algunas de ellas.
Anticlericalismo.- Las palabras del Papa sobre el anticlericalismo (en el viaje hacia Santiago): Es discutible si era adecuada la referencia a los años 30, pero, ¿alguien que esté "en el ajo" puede dudar de tal anticlericalismo? Iría aún más allá. Al menos en Cataluña, hay una amplia y clara actitud antirreligiosa, no sólo anticlerical. Quienes, con todos nuestros fallos, errores y limitaciones, intentamos ser cristianos consecuentes en el mundo lo palpamos cada día. ¡Cómo son silenciadas por la prensa nuestras actividades! ¡cómo se nos ataca! ¡cómo nos cortan las ayudas públicas que a otros se dan a manos llenas!.
En referencia muy directa al viaje del Papa. Aparte la actitud del Gobierno. ¿Algún lector ha visto jamás que un comité de empresa convoque huelga para un domingo, como ha ocurrido en Ferrocarrils de la Generalitat? ¿O las críticas feroces y groseras de algunos grupos?
Grupos Anti.- Los grupos contrarios al viaje del Papa han sido magnificados por algunos medios de comunicación que desde semanas atrás les daban amplia cancha. Después se vio en las concentraciones por ellos promovidas que eran colectivos mínimos. Docenas de supuestas organizaciones que al final no lograban reunir más que pocos cientos de personas.
Pero, aún es más importante, el escaso nivel cualitativo. Las burlas, la exhibición de transexuales, los besos colectivos de homosexuales, la agresividad de algunas antisistema, etc. Todo un panorama de alto nivel intelectual y de razonamiento crítico.
Grandiosidad de la liturgia.- La ceremonia litúrgica de la Sagrada Familia fue de una grandiosidad y una precisión maravillosas. No hace falta decir más. A la vez, una muestra de capacidad organizativa, de perfección hasta en el más pequeño de los detalles.
La grandeza del Papa.- El Papa ha dado su mensaje, lanza al mundo la doctrina de Cristo. No le importa quedar bien. No busca el éxito, ni el aplauso social. Muchas veces los católicos, al menos algunos, tratan de "acoplar" a las ideas del mundo sus principios cristianos, cuando debe ser a la inversa.
Políticas familiares.- Una vez más el Papa hizo referencia a la familia natural, (no a la "tradicional" en palabras de algunos medios) y al derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, pero esta vez habló también de Políticas Familiares, de la obligación del Estado y las instituciones públicas de ayudar a la familia a cumplir su cometido. No le importó tampoco hablar de hogar y del trabajo en él.
Belleza de la Sagrada Familia.- ¿Recuerdan que algunos pseudointelectuales hablaban de derribar el tempo de la Sagrada Familia o de convertirla en estación ferroviaria? Saquen conclusiones.
Me llamó la atención un detalle constructivo de la idea de Gaudí: 170 metros será la altura máxima que alcanzará, un poco menos que la de Montjuïc. Era un símbolo de que "nunca obra humana supere la de Dios".
Los que fallaron.- Es doloroso decirlo, pero una parte de los párrocos de la propia diócesis de Barcelona y de los responsables de colegios religiosos de Barcelona no estuvieron a la altura. La realidad es que muchas parroquias y colegios religiosos nada hicieron para que las familias con ellos relacionadas fueran a ver, a aclamar, a oír las palabras del Papa. La movilización ha venido más de diversos movimientos, un cierto porcentaje de colegios, algunas parroquias… Poco de lo que se considera más "institucional".
Sociedad fría.- Mientras considero poco relevantes las actuaciones de los grupos anticatólicos y antiPapa, no puedo dejar de reconocer que una parte amplia de la ciudad de Barcelona ha mantenido gran frialdad ante el viaje del Pontífice. Quienes hemos puesto en las ventanas y balcones algún tipo de banderas y similares hemos sido una minoría pequeña, y en buena parte del trayecto del Papa hacia la Sagrada Familia me llamó la atención que había muy poca gente en los balcones y ventanas.
Visión de la mujer.- Las religiosas que limpiaron el altar y colocaron sobre él las telas litúrgicas mostraron el espíritu de servicio y seguro que estaban ilusionadas. En el fondo hicieron lo que muy a menudo hacen en casa las madres. La imagen externa, eso sí, no fue buena. Ha dado a entender que en la Iglesia sólo se dejan a la mujer los trabajos auxiliares, mientras los "importantes" son de los hombres.
No entro en el acceso de las mujeres al sacerdocio, porque doctrina y doctores tiene la Iglesia. Tengo claro que las mujeres tienen los mismos derechos también en la Iglesia, pero se equivocan quienes plantean estos asuntos en términos de "poder" y no de "servicio".
Amor de la gente.- Dicen que Benedicto XVI es frío, distante. Aparte no ser cierto, lo importante es cómo conecta. Los cristianos le quieren de verdad. Es su líder, su maestro, su padre.
Entre los participantes abundaron, además, los jóvenes. No todos estos están tan distantes de la Iglesia como suele darse por supuesto.
Perder el miedo.- El viaje del Papa ha mostrado de una forma clara que también en la laicizada Cataluña es muy amplio el pueblo cristiano dispuesto a mostrarse como tal. Ojalá muchos pierdan el miedo a decir que son cristianos, aunque es claro que el ambiente es hostil. Además, con humildad, exigiendo el derecho al respeto, porque son demasiados los que de forma habitual se dedican a atacar a los católicos, a la Iglesia, a los sacerdotes…, a culparles de cualquier mal, porque resulta gratuito hacerlo.
En suma. El viaje del Papa a la difícil plaza de Barcelona ha sido un éxito. Para un hombre que no le importa el éxito, porque su verdadera victoria es presentar la doctrina de Cristo al mundo y atraer a las personas hacia Él.
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