TemesD´Avui.org (*)
A raíz de la advertencia del Papa Benedicto XVI sobre el ateísmo en la visita al Reino Unido, se ha desatado un vivo debate sobre el secularismo o laicismo. El periodista Jerónimo di Costanzo entrevista al arabista y medievalista Rémi Brague, que arroja mucha luz sobre la cuestión. Os ofrecemos un extracto.
* * *
Los secularistas tienden a negar el origen medieval de la noción de secularidad o laicidad. Desde su punto de vista, ¿es posible ignorarlo?
En primer lugar, podría ser adecuado dar un vistazo a las razones que llevan a camuflar este origen medieval. En términos generales, a partir del Renacimiento, la Reforma y la Ilustración, ha dado un prejuicio negativo generalizado contra todo lo que sea o se presuma medieval. La creencia popular nos dice: Las cosas buenas surgieron en la Edad Moderna; la edad media fue un periodo de la más completa oscuridad, y punto.
En cuanto al tema de la secularidad, sus defensores pretenden ignorar de manera expresa que apareció en la Edad Media, un periodo que no fue secularista en absoluto. La línea divisoria trazada entre la Iglesia y el Estado es una invención cristiana que comenzó en los Padres de la Iglesia, como reacción al empeño de Constantino de controlar la Iglesia, y que culminó en la época medieval. Por otra parte, esta línea fue trazada por la Iglesia, no por el Estado. La política constante de la Santa Sede a partir de la Controversia de las Investiduras, a finales del siglo XI, consistió en devolver otra vez al Estado (es decir, el emperador o los reyes) a su labor propia en este mundo "secular", se podría decir: esforzarse por la paz, la justicia, el buen orden social. El Estado no era, por otra parte, simplemente "secular", sino que reclamó su participación en la sacralidad. Basta pensar en el adjetivo: "Sacro Imperio Romano". La laicidad es una conquista de la Iglesia.
La reciente visita del Papa en el Reino Unido ha despertado el debate sobre la laicidad en nuestra sociedad. ¿Qué es exactamente la definición de la secularidad?
"Secularidad" puede tener muchos significados, pero en cualquier caso, designa un hecho, no una ideología o un programa de acción, a diferencia de "secularismo o laicismo", del que me ocuparé a continuación.
La secularidad califica un cierto reino de las cosas en las que, sin otra ayuda, la razón humana puede, al menos en principio, llegar a un acuerdo que permite la cooperación para el bien común. La religión puede dejar a su aire las materias científicas, técnicas, políticas, etc., ya que no les aportaría ninguna ayuda específica. Los científicos, técnicos, políticos o, para el caso, los pescadores, los fontaneros o los vendedores de anguilas en gelatina pueden llegar a ser santos si hacen bien su trabajo. Pero el cristianismo no les dará muchas pistas sobre la manera de ejercer su oficio ni sobre sus aspectos técnicos.
Permítanme esbozar una regla general: para un cristiano, la subsidiariedad, como principio, no admite excepción y surge de la relación entre Dios y sus criaturas. El Creador da a todos y a cada uno de los seres los medios necesarios para que pueda obtener su propio bien por su propio esfuerzo. Por ejemplo, Dios no debe decir a los hombres lo que deben hacer. Desde que fueron dotados de razón, poseen, al menos en principio, las herramientas necesarias para que puedan elegir lo que es correcto y evitar lo que no lo es. Dios no ha de decir a los hombres lo que deben comer, cómo deben vestirse, dónde han de pasar sus vacaciones, etc. Según Tomás de Aquino, los Diez Mandamientos son sólo un recordatorio de lo que deberíamos ser capaces de conocer por nosotros mismos. Por esta razón, "secularidad o laicidad" es una buena cosa, y es correcto evitar cualquier interferencia de la "religión" donde no es necesaria. Por otra parte, es absurdo no aceptar su ayuda cuando entramos en un ámbito en el que la religión es la única competente, por ejemplo dando el poder de perdonar, apaciguar el miedo a la muerte, conducir hacia la salvación.
En cuanto a secularismo o laicismo como ideología, tengo dos definiciones. Una se refiere a la manera cómo las personas que se definen como "seculares", a la manera que tienen de mirarse a sí mismas. La palabra, junto con "agnosticismo", "humanismo", etc., fue acuñada en la época victoriana, cuando declararse a sí mismo "ateo" no estaba bien visto. Secularismo presentaba la ventaja de un cierto tono positivo, ya que "a-teísmo" es una mera negación: no creer en Dios. El secularismo consiste entonces en la limitación del ámbito de conocimiento a las materias de este mundo, lo que la Biblia dice "ha-'olam Haz-zeh".
Pero tengo otra definición. Es al mismo tiempo, etimológica e irónica. "Secular" viene de "saeculum", del latín "siglo", que originalmente significaba la mayor duración posible de la vida humana. El secularismo es una actitud de la gente que piensa que las esperanzas humanas no pueden ir más allá de un siglo y por lo tanto, quizás torpemente e involuntariamente, actúan como si la humanidad tuviera que durar exactamente el mismo tiempo.
Benedicto XVI dijo durante su visita: «Al reflexionar sobre las enseñanzas lamentables del extremismo ateo del siglo XX, no olvidemos nunca de qué manera la exclusión de Dios, la religión y la virtud en la vida pública conduce en última instancia a una visión truncada del hombre y de la sociedad y por tanto una visión reductiva de la persona y de su destino». Si es así, ¿son los ateos totalitarios potenciales?
Gracias a Dios, lo que es tan sólo de manera potencial no siempre se convierte en realidad. Y no todos los ateos son proclives al totalitarismo. Muchos incluso lo odian, más aún, lucharon contra él. Piense en gente como George Orwell.
Sin embargo, esta suposición se hace más verosímil cuando se pasa de las personas a nivel colectivo. Una muestra incuestionable es el panorama de las masacres del siglo XX. Estos hechos dejan a un nivel ínfimo todos los estragos que puede haber causado la religión en el pasado. Los peores derramamientos de sangre del siglo pasado, y probablemente de toda la historia, no fueron causados en modo alguno por una fe religiosa. Incluso las llamadas "guerras de religión" del siglo XVI deben ser atribuidas en gran medida a la constitución del estado moderno en su primera forma histórica, es decir, la de la monarquía absoluta. Los campos de muerte de la primera guerra mundial fueron ocasionados por el nacionalismo, por la libre idolatría de los estados nacionales e imperiales. La segunda guerra mundial fue una consecuencia de la ideología nazi, que fue, en palabras de Hitler, «una estricta teoría de la realidad basada en el más agudo conocimiento científico y su expresión mental» (eine Kuhle Wirklichkeitslehre schärfster wissenschaftlicher Erkenntnisse und ihrer gedanklichen Ausprägung) (Discurso en Nuremberg, en el Día del Partido Nacionalsocialista 9 jun 1938). Lenin y sus seguidores entendieron que su versión del marxismo tenía naturaleza "científica".
En el Westminster Hall, el Santo Padre no habló sólo de la necesidad de respetar el «derecho de los creyentes a la libertad de conciencia y la libertad de religión, sino también la función legítima de la religión en la plaza pública». Esto sucede después de la clausura de una agencia católica de adopción de acuerdo con las Regulaciones Socialistas de Orientación Sexual en el Reino Unido, es un ejemplo muy claro de la práctica de la secularidad. ¿De qué manera la enseñanza moral o ética de la función de las Iglesias debería entrar en el debate político?
Desconozco los detalles de esta historia, por lo que preferiría no hacer comentarios sobre ella. Permítame que haga tan sólo una observación de carácter general: los católicos no defienden algo así como "la moral católica". Por cierto, me resisto a calificar a la moral por cualquier tipo de adjetivo: cristiana, budista, progresiva, incluso secular, etc. Las reglas morales han variado muy poco desde el principio. Sí hay en cambio interpretaciones cristianas, budistas, etc., de la vida moral.
Por otra parte, el gobierno se ha negado a prohibir el burka en el nombre de esta libertad. ¿Qué piensa usted sobre esa aparente diferencia de trato?
En el nombre de la libertad individual de las mujeres, el gobierno francés llegó a la conclusión opuesta. Quisiera hacer hincapié en un solo punto: nuestra idea de lo que una religión es y, por tanto, lo que debería ser la libertad en materia religiosa, surgió hace muchos siglos, y fue hecha a la medida de una religión determinada, es decir, del cristianismo. Nuestros gobiernos tienen el "know how" de cómo tratar con los cristianos, aunque a menudo actúen contra los cristianos... Por contra, se sienten perdidos cuando se enfrentan con una religión como el Islam que no distingue claramente entre lo público y lo privado. Por eso entienden que llevar el burka, o cualquier tipo de obediencia a la ley islámica, es un tema de decisión privada.
En cuanto a la pregunta concreta, el cristianismo es la primera religión que no trajo mandamientos nuevos o especiales, sino que se contentó con la moral común de los "paganos". La llamada "moral cristiana" no es otra que los Diez Mandamientos que ya encontramos en el Antiguo Testamento (Éxodo, 20), y en las otras culturas. No es de extrañar, ya que constituyen el equipo básico de supervivencia de la humanidad. El burka es una interpretación determinada de la ley islámica, basada en dos versos del Corán pidiendo que la mujer lleve velo (XXIV, 31, XXXIII, 59). El problema es que un musulmán piadoso cree que su libro sagrado ha sido dictado palabra por palabra por un Dios omnisciente, que supera tiempo y espacio. Si este es el caso, usted debe obedecer sin más preámbulos. El vacío legal único que queda para la interpretación es el significado preciso de las palabras: ¿qué tamaño debe tener el velo, como debe ser su opacidad...?
En la conclusión de su libro "Eccentric Culture" habló en favor de una nueva "romanidad", que se define como una separación estricta entre lo espiritual y lo político y la necesidad de las raíces de la "Ley Natural", ¿podría decirnos algo más?
Señalé simplemente algunos elementos que podrían ayudarnos a recuperar lo que he llamado "romanidad", una postura que podría ser la clave de éxito de Europa. Se me dio la oportunidad de profundizar más exhaustivamente en los temas jurídicos y políticos en mi libro "La Ley de Dios" (2005). Allí, sostuve que la verdadera cuestión no es tanto la separación entre lo espiritual y lo político, como la separación entre lo espiritual y todo el ámbito de la acción humana: no sólo la política, sino también la moral individual, la ética, junto con todo lo que los filósofos antiguos llamaban "economía": las relaciones entre marido y mujer, padres e hijos, superiores y subordinados.
El problema cuando mencionamos la "naturaleza" en frases como "ley natural", es que muy a menudo se crea una confusión porque se toma un concepto por otro. Para nosotros, "naturaleza" significa en primer lugar lo que las ciencias naturales, —como la astronomía, la física o la biología— nos hablan de lo que hay. Ahora, al mencionar la "ley natural" no quiere decir que tengamos que comportarnos de la misma manera que los seres naturales, y menos aún que no tengamos que tratar de modificar los procesos naturales en nuestro beneficio, lo que la tecnología hace cada día. El concepto de la naturaleza subyacente en la idea de "ley natural" es diferente del anterior. Tiene sus raíces en la filosofía antigua, en particular la estoica, de forma que se ha hecho muy difícilmente comprensible para nuestros contemporáneos, salvo que tengan una formación filosófica. Quizás deberíamos hablar en su lugar de "derecho racional", es decir, una ley que puede ser descubierta por la razón humana. Dado que la razón define la naturaleza del hombre, con ella nos resultaría más fácil de entender el concepto.
La "National Secular Society", dice que "el sobrenaturalismo se basa en la ignorancia" y lo ataca como enemigo histórico del progreso. Para usted, ¿es eso "históricamente" verdadero?
Estas afirmaciones son absolutamente confusas. En la base de todo esto está la idea de Auguste Comte de que la religión no puede explicar el mundo, mientras que la ciencia sí lo hace. Esto es muy cierto. Pero, ¿quién ha dicho que la explicación del mundo es el objeto de la religión? El hecho de que sepamos más y más sobre la naturaleza no demuestra que no haya nada más que la naturaleza.
Por otro lado, el uso de la palabra "progreso" pone de manifiesto una fe ingenua que no hay ningún creyente que la comparta: una identificación de la novedad con lo bueno. Las armas atómicas, el calentamiento global, el SIDA son fenómenos nuevos. Y no son precisamente cosas buenas.
La táctica común de los periodistas secularistas, desde la Ilustración, ha consistido en atribuir a sí mismos la mejora de la condición humana, dejando de lado el papel desempeñado por el cristianismo en la abolición del comercio de esclavos, y en general, la esclavitud o la tortura. Pensemos en la prohibición papal de los llamados "juicios de Dios" en 1215, o en el jesuita von Spee que puso fin a los juicios de brujas.
Rémi Brague es profesor de árabe y de filosofía religiosa en la Sorbona. Es el autor del libro "La Ley de Dios: La historia filosófica de una idea".
Jerónimo di Costanzo es un escritor analista francés y periodista, que ahora vive en Yorkshire. Se ha especializado en política, religión y filosofía.
(*) Publicado originariamente en Mercatornet
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |