Ha recordado que son dos conceptos que no se autoexcluyen sino que se complementan
En Westminster Hall el Papa Benedicto XVI ha abogado por promover el diálogo entre fe y razón a todos los niveles de la vida. Oportuna intervención cuando en estos días se habla de Hawking pues, según parece, afirma en su último libro de divulgación, The Grand Desing, que el origen del universo se explica suficientemente por las fuerzas gravitacionales, y por tanto Dios no hace falta como causa del mismo. La pregunta elemental es ¿quién originó la gravedad? Y así podríamos seguir indefinidamente, dilatando la pregunta fundamental sobre el origen de todo.
Ampliar el horizonte
Ante dos mil líderes sociales e intelectuales, Benedicto XVI ha dicho que una visión científica puede ser peligrosamente estrecha si ignora la dimensión ética o religiosa de la vida. Porque en el caso de Hawking, con el extemporáneo apoyo del ateo Dawkings, se da un reduccionismo de la apertura mental a la trascendencia, es decir, a la búsqueda de la causa última de la realidad. El problema del astrofísico no reside en su saber sino en creerse capacitado para hablar de filosofía desde la ciencia experimental.
Hace tiempo que G. Lemaître lanzaba la teoría del origen del universo al comprobar la separación creciente de las galaxias entre sí. Luego la teoría fue bautizada como el big-bang a partir de un "huevo cósmico", de indecible densidad. El filósofo Ortega decía entonces que Dios estaba a la vista: desde la razón se ve a un dios laico, ajeno a la fe, y al culto. No le faltaba razón, pues quizá se estaba refiriendo al "dios de los filósofos", que han inducido su existencia como causa primera y más universal de todo lo que existe, incluida la gravedad.
Pero también le faltaba añadir que si fuéramos capaces de explicar a Dios seríamos prácticamente iguales. No cabe en nuestra mente y nos supera por todas partes, puesto que toda nuestra experiencia y nuestro pensar están vinculados al espacio y a tiempo, que nada tienen que ver con la existencia y el ser mismo de Dios, salvo para preguntar ¿quién hizo el espacio y el tiempo? Y la respuesta no está en la astrofísica.
Fe y razón se complementan
Otro problema reside en decir que la existencia de Dios es una cuestión religiosa, de creencias porque, siendo esto verdad, no es toda la verdad. La metafísica, y más en concreto la teodicea sí prueba la existencia de Dios y algunos aspectos de su naturaleza, y eso no es fe. Los argumentos de Boecio, Anselmo, Pedro Lombardo o Tomás de Aquino son bien sólidos, pero hay que enterarse bien y pensarlo, cosa que no todos hacen. Y tiran por la calle de en medio.
En suma, saber de una ciencia empírica, como Hawking, no da sabiduría sobre las cuestiones fundamentales de la existencia. Pero sigue siendo verdad que Dios es el concepto más difícilmente inalcanzable, pero al mismo tiempo el más inevitable de la razón especulativa humana, como dijo E. Kant.
Stephen Hawking vive en un agnosticismo que renuncia a las preguntas fundamentales: alguna vez se ha inclinado por la probabilidad de un Dios como causa del universo, pero otras por su no probabilidad, como ahora. Su biografía personal explica muchas cosas, sobre todo que ni él ni ninguno somos sólo sustancia pensante, sino que hay emociones, sentimientos favorables o desfavorables, e incluso buena dosis de prejuicios poco racionales. Con mucha paz Benedicto XVI ha recordado que fe y razón son dos conceptos que no se autoexcluyen sino que se complementan.
Jesús Ortiz. Doctor en Derecho Canónico