Pasa de ser una realidad social lacerante a convertirse en un derecho
Levante-Emv
Que un embarazo no deseado es siempre un drama no es algo que se le tenga que explicar a nadie. Tampoco sería necesario justificar que cuando una mujer se ve obligada a tomar la decisión de abortar ya tiene bastante sufrimiento encima como para que ningún estado se plantee siquiera la posibilidad de encarcelarla; lo que ya no es tan evidente es que el aborto pase de ser una realidad social lacerante a convertirse en un derecho.
No, no quieran ver en mis palabras un alegato contra la despenalización del aborto ni una exigencia de que las normas religiosas se conviertan en leyes de obligado cumplimiento para todos los ciudadanos. Pero me tendrán que reconocer que la ley de salud sexual y reproductiva convierte al aborto en un derecho y eso es lo que levanta polémicas y da alas a los más furibundos antiabortistas. Lástima que por una cuestión de torpeza en el enfoque se hayan desatado los demonios y estemos perdiendo, una vez más, valores esenciales como el respeto a la vida.
No se trata de argumentar los derechos del feto, de la misma manera que me parece erróneo reivindicar los derechos sobre el propio cuerpo. Dejemos el aborto en lo que es, una tragedia, y tratemos de no desdramatizarlo porque mal podríamos educar a nuestros hijos si minimizásemos la tristeza de tener que abortar un proyecto de vida y me temo que de poco servirá una tolerancia desmesurada para reducir el número de embarazos no deseados.
No hagamos demagogia con el drama del aborto y tratemos de dejar las cosas en su lugar. En una situación como la actual no puedo por menos que acordarme de la contestación de Felipe González a los periodistas que le azuzaban, cuando era todavía un candidato a presidente del gobierno, con la pregunta de si era partidario del aborto, a lo que él respondió con inteligencia diciendo que no se podía ser partidario del aborto, pero tampoco de la cárcel para la mujer que se veía obligada a abortar. Ésa, que no otra, es la respuesta adecuada. Lástima que la torpeza de los dirigentes actuales del PSOE haya dado tantos argumentos a los opositores.