El año mariano que atraviesa el Opus Dei y las fiestas dedicadas a la Virgen son una ocasión para hablar de la Madre de Dios
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Escribe Mons. Javier Echevarría una vez concluido el viaje que ha realizado a Ecuador, Perú y Brasil, donde además de tener la alegría de reunirme con un buen número de hermanas y hermanos vuestros, y con muchas otras personas, he rezado ante diversas advocaciones de la Virgen. Apoyándome en cada una y en cada uno, he tratado de revivir la piedad con que San Josemaría rezaba ante las imágenes de la Santísima Virgen, y he agradecido a nuestra Madre su constante oración por la Iglesia y por la Obra, pidiéndole que nos siga bendiciendo abundantemente.
Pide a todos intensificar nuestras muestras de amor a la Virgen, en los meses que aún nos restan para la conclusión de este año mariano y recuerda que el próximo día 15, solemnidad de la Asunción de la Virgen, comenzaremos a recorrer la segunda parte. Procuremos hacerlo con un renovado espíritu filial, al compás de la vida mariana de San Josemaría, y afirma que el hecho de llegar a la mitad de los meses del tiempo que, con motivo del 80º aniversario del comienzo de la labor de la Obra entre las mujeres, hemos puesto en manos de la Virgen, nos ofrece la oportunidad de hacer un balance de las semanas transcurridas, para impulsarnos a proseguir la andadura a buen ritmo.
Recordando unas palabras de San Josemaría en Amigos de Dios, anima a que de modo especial en las fiestas de Nuestra Señora no escatimemos las muestras de cariño; levantemos con más frecuencia el corazón pidiéndole lo que necesitemos, agradeciéndole su solicitud maternal y constante, encomendándole las personas que estimamos. Pero, si pretendemos comportarnos como hijos, todos los días serán ocasión propicia de amor a María, como lo son todos los días para los que se quieren de verdad, y sugiere meditar distintos pasajes de la vida de la Virgen, desde el "fiat" que pronunció en la Anunciación hasta ese otro "fiat", manifestado sin palabras, al pie de la Cruz.
Termina su carta pidiendo que sea muy intensa nuestra oración por el Santo Padre, por su Augusta Persona –también por su reposo en estos meses– , por sus intenciones, por todos los proyectos que, para bien de las almas, lleva en el corazón, concluyendo: y, al compás de todo esto, ayudadme en mis intenciones.
Texto completo de la Carta del Prelado del Opus Dei