La grandeza del sacerdocio: vivir con Dios en servicio de todos
El pasado viernes 11 de junio, en el Aula Magna Juan Pablo II, más de 200 sacerdotes diocesanos, procedentes en su mayor parte de América y de Europa venidos a Roma para las celebraciones conclusivas del Año Sacerdotal, han tenido un encuentro con el Prelado del Opus Dei y Gran Canciller de nuestra Universidad, Mons. Javier Echevarría.
El tema central de la intervención del Prelado ha sido la identidad del sacerdote —particularmente identificado con Cristo— y su misión —venir al encuentro de todos los hombres, también a aquellos que están más alejados de Dios—; en pocas palabras, el sacerdote debe hablar con Dios para estar en condiciones de hablar de Dios a los demás. En primer lugar Mons. Echevarría ha agradecido a todos los presentes su fidelidad al gran don del sacerdocio.
Enseguida, y hablando de la fraternidad en el presbiterio, ha subrayado cómo cada sacerdote debe salir al encuentro de las necesidades de sus hermanos. Cuando el sacerdote tiene entre sus manos a Cristo en la Santa Misa, ha añadido, es el momento de pedir por la santidad de todos los sacerdotes.
El Gran Canciller se ha entretenido en subrayar la centralidad de la celebración eucarística en la vida del sacerdote: debe amar la Misa, celebrarla con piedad, sin prisa, sabiendo que está a la presencia de la Trinidad, pensando en el bien de los fieles que participan. Como ejemplo de devoción eucarística, el Prelado ha contado que Juan Pablo II, en uno de sus viajes a Nueva York, mientras caminaba junto al Presidente Clinton, se apartó de repente de la comitiva y se dirigió a la Capilla del Santísimo donde permaneció rezando por unos veinte minutos.
El Prelado del Opus Dei ha hablado también de la importancia de la oración, del afecto por el propio obispo y de la dedicación al Seminario, de la oración por el Papa y sus colaboradores y de la necesidad de reservar un tiempo cada día al estudio personal. Refiriéndose al cariño hacia el propio obispo, Mons. Echevarría ha contado un sencillo episodio de la vida del Fundador del Opus Dei. Este había ido a visitar a un obispo, viejo amigo suyo. El obispo le había reservado la sorpresa de hacerlo entrar en un aula llena de seminaristas para que les hablase por unos momentos.
Consciente de la afectuosa "encerrona", San Josemaría decidió afrontar el tema de la unidad con el obispo, de la necesidad de mostrarle cercanía y de ser comprensivo con él porque, quizás, su indisposición se debe a un banal dolor de estómago. Todos los seminaristas rieron divertidos porque, exactamente una semana antes, el obispo había sido operado del estómago.
Un sacerdote de Venezuela, tomando ocasión de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, ha preguntado a Mons. Echevarría cómo hacer que nuestro corazón se asemeje más al Corazón de Jesús. El Prelado ha recordado las palabras de Jesús sobre el Buen Pastor: aquél que da la vida por sus ovejas. Esto se traduce en un cariño sincero por todas las almas, en un empeño de oración por ellos, en un deseo de querer aprender de ellos.
Antes de despedirse de los presentes y darles su bendición, Mons. Echevarría ha pedido a los sacerdotes presentes la suya y se ha arrodillado para recibirla. En los pasillos junto al Aula Magna se ha entretenido luego para saludar algunos sacerdotes.
Galería fotográfica del encuentro