Desde Perú, donde los integrantes del "Voluntariado Perú 2010" colaboran con su trabajo durante este mes de agosto, nos llegan las primeras noticias: prometen que a su vuelta contarán las ricas e interesantes experiencias vividas, la alegría y gratitud con que han sido recibidos, etc.
Su trabajo se está desarrollando en pueblos de la Prelatura de Cañete, Yauyos y Huarochirí, zona afectada por el terremoto que tuvo lugar en agosto de 2006, y aseguran que la experiencia es cien por cien gratificante, mereciendo la pena el esfuerzo realizado y el olvido de uno mismo —renuncia a unos días de merecidas vacaciones, etc.— a fin de colaborar en una labor con gentes "muy pobres y necesitadas de evangelización; ayudamos en la labor pastoral y humanitaria".
Como aseguran que nos contarán su experiencia con detalle, nos adelantan una "crónica" de los días que han coincidido con Mons. Javier Echevarría, Obispo Prelado del Opus Dei, quien está realizando un viaje pastoral a Perú:
Una visita inolvidable
El 11 de Julio por la noche llegó a Lima desde Guayaquil Mons. Javier Echevarría, Obispo Prelado del Opus Dei. Al día siguiente por la mañana visitó al Cardenal Juan Luís Cipriani en el palacio Arzobispal. Después de conversar con el Arzobispo de Lima le encantó ver el museo del palacio con muchos tesoros del arte colonial, y comentó que en esas obras se podía reflejar la fe de los cristianos, que era la fe que había en el Perú.
Más tarde se reunió con un grupo de sacerdotes que llegaron desde distintos lugares del país. Les dijo que todos deberían aprender del amor a Dios de los sacerdotes fieles, que eran, además, la mayoría. Les contó que él, durante muchos años, tuvo el privilegio de ayudar Misa a San Josemaría Escrivá y que una vez le oyó decir: "¡Ay Señor!, debería pensar más en el amor que tú me tienes" y que en otra ocasión se postró y le dijo con mucha fuerza: "¡Señor gracias! ¿Por qué me quieres tanto?". Estaba muy agradecido del amor que Dios le tenía.
El Prelado del Opus Dei quería hacerles ver a los sacerdotes del gran privilegio que tenían de ver bajar a Dios en sus propias manos y que de la fidelidad de cada uno dependía el fruto que se podía cosechar para el bien de muchas almas. Les animó a cuidar mucho a los seminaristas, queriéndolos mucho y haciéndoles ver que deberían estar decididos a ser sacerdotes santos.
Dirigiéndose a un sacerdote que estaba en silla de ruedas le decía: "el Señor te confía todo, desde tu silla de ruedas puedes llegar a todo el mundo". A todos les pidió que rezaran mucho por el Papa y que no se asustaran de las campañas que se organizan contra la Iglesia. Les dijo que tenían que ser hombres de oración, dedicando más tiempo al Señor.
Tuvo también un encuentro en el campus de la Universidad de Piura, con chicos jóvenes: unos 700 entre escolares de los últimos años y universitarios. El Prelado les agradeció su presencia y les hizo ver que ellos eran el futuro de la Iglesia, que el Señor les tenía confianza ya que les hizo nacer en un país cristiano y en un hogar donde les han transmitido la fe.
Les animó a leer siempre los Evangelios y a vivir con Dios, a ser sociales para servir, siendo instrumentos perseverantes y a preguntarse cada día: ¿qué hice hoy por Dios? ¿qué hice por el Perú?. También les pidió que se acordaran de rezar por el Papa.
Antes de darles la bendición les advirtió que no vayan por la vida con los ojos dispersos y que no se dejen engañar por lo que es contrario a la vida del cristiano, les dijo que la confesión estaba para levantarse de las caídas y que la oración era también para darse cuenta que el Señor está muy cerca.
Como Gran Canciller de la universidad hizo un recorrido por todo el campus saludando a los profesores, al personal administrativo y de servicio. Todos le aplaudían a su paso y él se detenía con cada uno para tener algún detalle de cariño. La Universidad de Piura había preparado la visita de su Gran Canciller con mucho esmero y enorme cariño. Todos quedaron felices con la visita del Prelado, porque veían en él un verdadero Padre.
El jueves 15 estuvo en Piura en el campus de la Universidad. Le recibieron en un encuentro general más de 6 mil personas, bajo los algarrobos tupidos en un intenso día de calor. Como en Lima, hizo un recorrido por el campus deteniéndose en cada facultad para saludar a todos. Fue un verdadero impulso para toda la universidad y miles de personas que fueron a verle.
Mons. Javier Echevarría fue también a Cañete, al Valle Bendito, como lo llamó San Josemaría y tuvo una tertulia general en el Santuario de la Madre del Amor Hermoso, donde está la Virgen que envió el Fundador del Opus Dei a la Prelatura de Yauyos. Un coro amenizaba a la gente mientras esperaban la llegada del Prelado.
La tertulia se inició a las 11,00 a.m. con el Santuario repleto, con unas 3 mil personas, la mayoría de la zona. El alcalde de Cañete le entregó la medalla de la ciudad, con un emotivo discurso que el Padre agradeció recordando a San Josemaría y a los obispos fallecidos, Ignacio María de Orbegozo y Luís Sánchez-Moreno Lira.
Cada vez que la gente aplaudía Mons. Javier Echevarría dirigía esos aplausos a Dios y a San Josemaría. Recordaba cuánto había rezado el Fundador del Opus Dei por esas tierras cañetanas. Pidió también rezar por el Papa, los sacerdotes y por los seminaristas, para que sigan llegando más vocaciones sacerdotales. Después de la tertulia el Prelado visitó dos obras corporativas del Opus Dei que hay en Cañete, Vallegrande y Condoray.
El Prelado del Opus Dei tuvo más encuentros en Lima con distintos grupos, siempre para hablarles de Dios y de los compromisos cristianos. El alcalde de Miraflores le entregó una medalla haciéndole hijo predilecto de la ciudad y le pidió rezar mucho por su distrito.
El viernes 16 tuvo lugar un encuentro con unas 10 mil personas en el Colegio Alpamayo. Fue al aire libre en un estrado enorme que había sido colocado en la cancha de fútbol. La gente iba llegando con bastante anticipación y a las 4,00 p.m., hora del inicio de la tertulia, ya estaba todo lleno.
Fue un encuentro muy emotivo, las preguntas giraron en torno a la familia: el número de hijos, la relación entre los esposos, el dolor por la enfermedad, la esperanza frente a las dificultades, la prudencia con la televisión, el pudor y la elegancia en el vestido, etc.
La visita del Prelado del Opus Dei ha sido para el Perú una bendición de Dios. Mons. Echevarría decía en su última tertulia, que tenía unos sentimientos encontrados por la alegría de estar en el Perú y la pena de tener que irse. Si Dios me da vida volveré, dijo elevando la voz en medio del fuerte aplauso de la multitud.
Alguien comentaba: ¡Cuánto hemos rezado por su viaje, por los frutos que empezamos a cosechar y por su pronto retorno!. Y se oía decir a muchos: "¡Gracias Padre por haber venido y vuelva pronto!".
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