El arzobispo de Sidney, Cardenal George Pell, es una de las voces católicas señeras en el mundo de habla inglesa. Ha publicado recientemente una colección de 80 homilías, discursos y cartas pastorales: “Pruébalo todo. Toma lo bueno”. Mercatornet le ha preguntado acerca del futuro del cristianismo en este tiempo de tensión y ansiedad.
Usted pronunció una homilía impactante en las Jornadas de la juventud en Sidney. Empleó la imagen bíblica de los huesos secos recomponiéndose y volviendo a la vida. Hoy día el cristianismo se parece en varios aspectos a los huesos secos. ¿Qué signos ve usted de renovación espiritual?
No creo que en la mayor parte del mundo, e incluso en la mayor parte de Australia, la comunidad católica tenga un parecido a los huesos secos. Ciertamente, estamos sometidos a una presión considerable. Hay declive en la práctica, muy lento pero sostenido, posiblemente más lento en la Archidiócesis de Sidney que en otras partes de Australia.
Pero hay muchas iniciativas. Estoy particularmente satisfecho con el progreso que estamos impulsando en las escuelas católicas. Estamos montando el programa “Conocer, Culto y Amor” de educación religiosa que ha funcionando ya durante siete u ocho años, y se ha nombrado recientemente un coordinador de desarrollo de la fe en cada escuela secundaria.
De esta manera hemos conseguido dar un buen giro. Al Sermón de Pentecostés que di en la iglesia católica de Liverpool acudió posiblemente un número mayor de jóvenes procedentes de los grupos escolares que de las parroquias. Esto significa un cambio. La popularidad de la adoración silenciosa ante el Santísimo Sacramento fue inicialmente una gran sorpresa. Pensando en la ausencia de silencio en la vida de tantos de nuestros jóvenes, este acto de culto silencioso probablemente resulta muy adecuado y acorde a sus necesidades.
En cualquier lugar donde la figura de Cristo es presentada a la juventud, una buena proporción de ellos responde, y responde favorablemente, a la llamada al arrepentimiento y a la conversión de sus corazones. Desgraciadamente algunos tratan a toda costa de evitar mencionar a Cristo. Hablan en su lugar del medio ambiente, de la justicia social, posiblemente de cuestiones acerca de la vida, el papel de la mujer, del calentamiento global, de los países pobres, de cualquier cosa excepto de la llamada de Cristo al arrepentimiento y a la conversión. Esto es lo que debe ser central, y cuando llega a serlo es cuando hacemos verdaderos progresos.
El escándalo de los abusos sexuales ha estado pesando durante bastante tiempo y sin duda seguirá. ¿Piensa usted que la Iglesia Católica se recuperará alguna vez de esta crisis?
No hay duda de que la Iglesia y su autoridad moral han sido seriamente dañadas, y que esta herida está siendo explotada por los enemigos de la Iglesia. Pero la vida sigue. Estamos llamados al arrepentimiento y a la renovación.
No es ciertamente una crisis comparable por ejemplo a la ocasionada por la Revolución Francesa, o por el imperio del comunismo o del nazismo, o por las dos guerras mundiales. Su intensidad depende de los países y lugares. Desde 1996 hemos aplicado buenos procedimientos dentro de Australia.
El primer y principal elemento es enfrentarse abiertamente a la verdad y hacer lo que se pueda por los que han sufrido, por las víctimas. Después hemos de aplicar procedimientos para tratar adecuadamente los crímenes y los abusos. En este país estamos ciertamente en la buena dirección. Hemos tratado y estamos tratando abiertamente esta dolorosa prueba.
Usted se muestra muy impresionado por la paternidad de Dios en el cristianismo. ¿Significa esto un límite claro con el Islam?
El cristianismo, el catolicismo en particular, está claramente diferenciado del Islam. Estoy por decir: en todos los aspectos. El Islam es un retroceso, tanto culturalmente como religiosamente. No creo que se pueda comparar de manera significativa en ningún aspecto con el cristianismo. Y digo esto simplemente porque en el Corán se encuentra mucho menos acerca del amor que en el Nuevo testamento.
El Islam está en desventaja porque no reconoce la divinidad de Cristo. La Encarnación representa una inmensa ventaja. En Cristo, Dios se abajó a nuestro nivel. Así, cuando vemos a Cristo "enseñando y haciendo", tenemos ante nosotros la intimidad de Dios mismo. Otro aspecto es que, los cristianos aprobamos, explicamos y ponemos énfasis en las diferencias entre hombres y mujeres pero, de acuerdo con las enseñanzas del cristianismo, creemos en una igualdad fundamental entre hombres y mujeres a los ojos de Dios. Esto es muy distinto en el Islam.
Usted comenta que los estados laicistas, tratan de evitar sutilmente cualquier discusión acerca de las cuestiones más básicas. ¿Abre esto posibilidades al cristianismo?
Al cristianismo se le ofrecen oportunidades en cualquier sociedad, pero en particular hoy en día en Australia las posibilidades se encuentran a un nivel que no se le presentaban hace 20, 30 ó 40 años. Las viejas rivalidades de denominación han desaparecido casi completamente. Esto quiere decir que los buenos cristianos de las otras iglesias y denominaciones escuchan con frecuencia lo que nosotros decimos. La tensión fundamental se presenta ahora entre el punto de vista Judeo-Cristiano y el punto de vista laicista irreligioso.
Hay mucho sufrimiento en nuestra próspera sociedad: enfermedad, con frecuencia enfermedad psicológica, tristeza y muerte, que la sociedad permisiva trae consigo. El Papa Juan Pablo II muy acertadamente describió lo que va mal en nuestro estilo de vida como una muestra de una “cultura de la muerte”. Nosotros creemos en la vida y en el amor, y si practicamos lo que predicamos la gente estará más dispuesta a escuchar lo que nosotros tenemos para decirle. A medida que la sociedad se va haciendo más caótica, con un porcentaje cada vez más elevado de personas heridas y tristes, van aumentando para la Iglesia las oportunidades de difundir, enseñar, ayudar y curar.
¿Cuál es el objeto de enseñar doctrinas que una mayoría de católicos —no digamos otros— rechazarán, como las prohibiciones del divorcio o de la contracepción?
Cristo mismo fue rechazado. No tratamos de hacer encuestas entre la comunidad de fieles para encontrar qué enseñanzas cristianas son populares y aceptables para enseñarlas sólo entonces. La cruz es un signo de contradicción y hay un contenido importante de la enseñanza católica que está en contradicción con muchos deseos humanos y prácticas aceptadas de manera general. Las respuestas de nuestra sociedad están todavía bajo una fuerte influencia del cristianismo; los reclamos a la fe, la esperanza y el amor son de muchas maneras muy comunes en la sociedad australiana, como lo es también el reclamo a la justicia.
Por lo que hace a la moral, así como a la respuesta a la debilidad humana, tenemos la maravillosa enseñanza cristiana del perdón. Cuando hay puntos oscuros en la sociedad, uno de los papeles de la Iglesia consiste en señalarlos. En nuestra sociedad pansexual y permisiva hay muchos puntos oscuros alrededor del matrimonio, la familia, la sexualidad y la vida. La Iglesia está llamada a difundir luz cristiana en estas situaciones oscuras.
La gente joven, incluidos los católicos, parecen alérgicos al compromiso. En un mudo postmoderno, ¿es de esperar que esto cambie?
Esto es parte de la historia, pero no es toda la historia. Sin duda se anima a la gente a que mantenga abiertas todas sus opciones. Esto está íntimamente relacionado con la generalización y disponibilidad de educación para más y más gente, la resistencia a casarse pronto y el retraso en la maternidad, con el fin de no restringir las posibilidades de la carrera profesional. El estilo de vida de todo el mundo occidental se basa en un individualismo que muy fácilmente puede degenerar en un egoísmo pasado de moda.
En la Jornada Mundial de la Juventud Benedicto XVI dijo que un compromiso vale mil opciones; hemos de decírselo habitualmente a nuestros jóvenes y mostrarles adultos que optan por lo bueno y verdadero y se mantienen fieles a estas opciones.
La Trinidad y la Redención son doctrinas cristianas consoladoras, pero no parece que haya demasiada necesidad de ellas en una sociedad tan confortable como la australiana ¿De qué manera espera que la gente conecte con ellas?
La Redención no es difícil de explicar. Casi todo el mundo, una vez alcanzado un cierto nivel de madurez, se da cuenta que incluso en una sociedad próspera y magnífica hay mucha tristeza y enfermedad. No todo está bien en el mundo. Hay algo que no va, que se apodera de nuestros corazones y se extiende a toda la sociedad. El fallo no está sólo en las estructuras de la sociedad. Está en el corazón humano. En otras palabras, tenemos necesidad de redención. La enseñanza cristiana de que la redención nos es ofrecida a través del sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret es tan provocativa y atrayente ahora como siempre lo ha sido.
Hay un ansia confusa y con frecuencia incoherente por lo trascendente, especialmente entre nuestra gente joven. No en todos ellos, por supuesto, pero se pone de manifiesto no sólo en la popularidad de la oración ante el Santísimo Sacramento, de la adoración silenciosa, sino también en la manera cómo jóvenes católicos con cierta religiosidad gustan de lo que ellos llaman una “buena Misa”, aquella en que todo está bien hecho. Se da también esta búsqueda en las diversas alternativas del New Age, toda suerte de supersticiones y gente que busca algo más allá de lo ordinario.
Cualquiera que sea el futuro, no estará lleno de agnósticos o de incrédulos científicos y yermos. La alternativa a la religión genuina y bella, tal como se encuentra ejemplificada de manera suprema en el catolicismo, es una superstición enorme y con frecuencia una superstición que no conduce de manera alguna a la salud, al bienestar o a la justicia.
La época Victoriana era en gran medida como la nuestra —disensión teológica, disputas entre ciencia y fe, un ateísmo agresivo, etc.—. Y sin embargo, fue una época de grandes conversos, como Newman. ¿Atrae conversos el catolicismo también hoy?
La situación ha cambiado mucho desde aquella época victoriana que vivió una hostilidad profunda entre diversas denominaciones cristianas. Dentro de la minoría de los científicos y pensadores altamente educados de la era victoriana, muchos confiaban poder asistir a la defunción de la religión en una o dos generaciones. No ocurrió y nadie proclama que vaya a suceder ahora.
Sin duda el cristianismo está en declive en muchas partes de Europa. No ocurre así en los Estado Unidos. No creo que la situación sea especialmente mala en la mayor parte de Australia. Lo que difiere de la época victoriana es el resurgir de un Islam militante y fundamentalista, y el fenómeno del terrorismo. Hay visiones laicistas que emplean esta forma de religión para atacar las religiones. Nuestra tarea consiste en señalar que las religiones son muy distintas y que los frutos de un cristianismo y catolicismo genuino son muy distintos de los frutos del Islam, sin mencionar la diferencia radical entre el cristianismo y los terroristas islámicos.
Tenemos algunos conversos importantes en Australia. Estoy pensando en el poeta Les Murray. Ciertamente no tenemos un porcentaje de conversos calificables de intelectuales como el que se da en Estados Unidos, pero también es cierto que tenemos un flujo pequeño, pero estable aquí en Australia.
Muchos de nuestros conversos tienen origen australiano-chino, australiano-vietnamita u otros orígenes asiáticos; vienen docenas y docenas cada año. También tenemos un flujo pequeño, silenciado, sin publicidad, de conversos desde el Islam. Con frecuencia han de mantener esto en silencio a favor de su propia paz y de la paz y seguridad de sus familiares.
Pero el catolicismo genuino, cuando es creído y vivido, y especialmente cuando hay tradición de servicio, atrae conversos siempre. Esto significa desde luego que hemos de tener gente en la plaza pública capaces de explicar las ventajas de conocer al uno y verdadero Dios y de seguir a Cristo, su Hijo.
(*) Publicado originariamente en Mercatornet
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