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Álvaro es el segundo hijo de los tres de Vicente del Bosque y su mujer, Trinidad López —el mayor se llama Vicente y la pequeña Gema—. Nació hace 21 años en Madrid con síndrome de Down. Cuando les informaron de la particularidad de su hijo, al principio, Vicente y Trinidad se dejaron llevar por la tristeza y se preguntaron por qué les había tenido que tocar a ellos.
Hoy se arrepienten de aquellos momentos de debilidad. Desde que Álvaro abrió los ojos a la vida, se convirtió en la alegría del hogar. Una alegría de la que son testigos sus amigos y vecinos.
Cada día llega Álvaro a casa con una nueva sorpresa, que cautiva a sus padres, que no pueden por menos que rendirse ante el cariño y la espontaneidad que Álvaro pone en todos sus actos. Lo mismo pueden decir sus hermanos, Vicente y Gema, quienes sienten un amor muy especial hacía Álvaro y actúan con él con un especial instinto de protección.
Niño generoso, todo corazón, sonriente, risueño. Como no podía ser menos, Álvaro es también un entusiasta del fútbol, deporte que practica durante los fines de semana junto a sus compañeros del colegio. Álvaro también opina de fútbol. Y a menudo sorprende y pone en apuros a su padre con los estratégicos dilemas que le plantea.
Así ocurrió, por ejemplo, cuando, durante la etapa en la que Vicente del Bosque entrenaba al Real Madrid, Íker Casillas pasó a ser suplente en favor del extremeño César. Aquella decisión se convirtió en un debate nacional que suscitaba pasiones. Entonces, Álvaro sugirió a su padre que en el siguiente partido Casillas tendría que recuperar la titularidad: «Hijo, solo faltaba ya que tú también me vinieras con esto», exclamó su progenitor.
O cuando, hace ahora dos años, Del Bosque se hizo cargo de la selección y su hijo le insistió en que debía convocar a Raúl, excluido desde la época de Luis Aragonés, en una decisión que también generó tremenda polémica.
O cuando dio a conocer el nombre de los jugadores que estarían en la lista de Sudáfrica y faltaba Güiza, el delantero jerezano por quien Álvaro tiene un especial afecto. Insistía una y otra vez a su progenitor: «Papá tienes que convocar a Güiza a la Selección... que si no lo llevamos vamos a perder».
Con la camiseta de Xavi
Álvaro, que allá donde se encuentra jamás pasa inadvertido por su espontaneidad y buen corazón, ha hecho amistad con todos los jugadores de la selección, que le adoran. Sobre todo el barcelonista Xavi Hernández, por quien Álvaro también siente debilidad. Tanto, que en todas las celebraciones Álvaro luce el número seis, en su particular homenaje a ese extraordinario jugador que cautivó a todos por su clase y talento.
Durante el apoteósico baño de multitudes que se dio la selección nacional en Madrid, a Xavi se le pudo observar cómo tuvo varios gestos cariñosos con Álvaro. Aunque no fue el único. También se los hicieron la totalidad de los componentes de ese fantástico grupo de jugadores que ha alzado a España a lo más alto.
También la historia de la participación del hijo de Del Bosque en los actos festivos tiene una curiosa historia. Y es que antes de emprender el camino a Sudáfrica, Álvaro, que es una persona muy viva e inteligente, le pidió a su padre que, si ganaban, le invitasen a los actos de celebración.
Y Vicente del Bosque, un hombre siempre cauto, con mucho tacto para cada situación, al aterrizar en Madrid, en plena euforia de victoria, comentó a los jugadores si no les molestaría que se sumara su hijo al jolgorio. Los jugadores no sólo dijeron que por supuesto que no les molestaba, sino que se sintieron de lo más orgullosos de tener como particular compañero a ese amigo tan especial, a quien han aprendido a querer de verdad, ganados todos ellos por el desparpajo y el buen carácter del muchacho.
Así es como Álvaro del Bosque se ha convertido en imagen también de una Selección formada por profesionales que, además de grandes jugadores, son buena gente. En emblema de un éxito fraguado en la amistad y humanidad del equipo. La sonrisa de Álvaro ha sido así motor capaz de generar alegría. Sus ganas de vivir, un antídoto contra la desmotivación.
Y sus fotos, las que han emocionado en todos los rincones de la nación, desde Machichaco hasta Tarifa. Esa imagen en la que el chico aparece alzando la Copa del Mundo en La Moncloa rodeado de todos los jugadores. O esa otra en la que se abraza con su padre, a quien felicita por el histórico éxito conseguido. Es la imagen de una nueva manera de triunfar. De una nueva estirpe de vencedores que han traído la felicidad de las cosas bien hechas a toda España.
Paco Cañamero es autor del libro «Vicente del Bosque. La serenidad», biografía del seleccionador nacional
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