Es bello descubrir el entusiasmo por los libros desde niños
Son las siete de la tarde. Hora en la que se suele preparar la cena en la mayoría de los hogares, tal vez con la televisión encendida en la cocina o en la sala de estar. La tv normalmente está sintonizada en uno de los muchos concursos de la noche, donde se bombardea con todo tipo de quiz a los espectadores, orgullosos de competir una vez más en pruebas de tan alto nivel cultural...
Pero en una casa, extrañamente, la televisión está apagada. No se oyen gritos de victoria, interludios musicales o spots publicitarios, sólo paz y silencio. Tal vez porque el televisor está roto o se ha ido la luz, pensaréis. Pero no. Es una elección deliberada, mágicamente aceptada y compartida por todos los miembros de la familia. Es una noche dedicada a la lectura, a la vieja y querida pasión que calienta el corazón y la mente y hace viajar la fantasía más allá de los límites de la imaginación. La noche que nos trae tantos recuerdos, que nos despierta sensaciones y emociones.
Esta es la escena que ha vivido en su casa Aldo María Valli y que ha contado en un artículo escrito recientemente junto con Serena Cammelli: Leer es hermoso. Cuando los libros baten la televisión. Ha sido publicado en la revista Fogli del mes de enero de este año. Lo reproducimos, parcialmente, porque... es hermoso leerlo (link)
De una buena lectura se pueden obtener lecciones útiles, se puede hacer propia la experiencia del autor y reflexionar, tomar ideas para el análisis y la discusión. La lectura es como un buen viaje que exige tener ojos ávidos de conocimiento y quizás es también como un buen amigo que nos ofrece su atención para escuchar nuestros más profundos silencios.
Y es bello descubrir el entusiasmo por los libros desde niños. A propósito de esto, Franz Kafka, que nunca fue el contable que su padre soñaba, escribió una vez estas palabras en su diario: no se conseguirá jamás hacer entender a un niño que, en la noche está en medio de una historia fascinante nunca se conseguirá hacerle entender, con una demostración limitada a él mismo, que debe interrumpir la lectura e ir a la cama.