No podemos defraudar al hombre que confió en nosotros
Nos escribe Marta Oria, desde Zaragoza. Tiene 16 años y afirma que es una habitual de nuestra web. Adjunta el escrito que transcribimos a continuación, donde deja constancia de su cariño hacia Juan Pablo II y de la incidencia que para ella, como para tantos, sigue teniendo su recuerdo y su mensaje: Sois mi esperanza.
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«Desde hace tiempo, cada vez que llega un periódico Alba a mi casa busco el anuncio coleccionable y lo guardo con los demás en una funda de plástico grande, comprada para la ocasión, y lo cuelgo en mi corcho a la altura de la vista.
Y cada vez que sale uno nuevo lo coloco delante del anterior con el fin de que me ayude cada vez que lo miro. Son anuncios de Dios, o del Papa, que a la hora de estudiar me sirven para ofrecer mis horas de estudio, y así ese sacrificio sirve de algo.
Es un símbolo muy tonto, pero una foto del Papa que te mira sonriendo en din-a3 , o una pequeña oración que te ayuda a crecer en el amor, o una simple frase del día de San Valentín... te recuerdan tus obligaciones como hijos de Dios que somos.
Así que, viendo que a mí me ayudaba mucho estudiando, decidí llevarlo a mi clase. La primera foto la colgué en el corcho sin decirlo a nadie en un lateral. Era muy simple, ni siquiera era un anuncio, era una foto de nuestro querido Papa Juan Pablo II en un barco de marineros con el mar de fondo y una frase: Veintisiete años al mando de la Iglesia.
Pensé que era buena idea, porque estando en la recta final del curso, lo que los jóvenes tienen delante de su mesa de estudio es la playa, o un crucero, el mar... y así no se saldría mucho del ambiente.
La foto no pasó desapercibida ni un solo día. A lo largo de la semana, las niñas se acercaban a ella y la miraban. Algunas se quedaban en lo más superficial, pero otras miran sus ojos, y yo estoy convencida de que les habla igual que a mí.
Esa mirada profunda y llena de amor es imposible que no te diga nada. Sus ojos inspiran una confianza en los jóvenes como nadie ha tenido, y su frase puede leerse en ellos: Sois mi esperanza.
No podemos defraudar al hombre que confío en nosotros, el hombre que nos alentó a luchar contracorriente, que nos consoló cuando la tristeza se apoderaba de nuestros corazones, el hombre que nos animó a no rendirnos jamás, a confiar en nuestros principios, a seguir a Dios, a vivir en el amor a los demás...
Un Papa que fue un padre para los jóvenes, y que logró realizar la tarea más difícil: conseguir que creyéramos, que confiáramos plenamente en Dios, y que le entregáramos nuestra vida. Un hombre cuya mirada dice todo.
Y poco a poco descubrí, que cuando la clase se hace interminable, alguna que otra amiga, se vuelve de espaldas a la pizarra, mira esos ojos que no permanecen nunca callados durante unos instantes, y cuando se da la vuelta, sigue con la lección, con una sonrisa en su mirada que revela, que ha vuelto a hablar.