La vida de Dorothy Height ha sido larga y fecunda
AnalisisDigital.com
«No somos un pueblo problema, somos un pueblo con problemas. Tenemos fortaleza histórica, hemos sobrevivido gracias a la familia». Son palabras de Dorothy Height, luchadora audaz por los derechos humanos de los afroamericanos en Estados Unidos, presidenta emérita del Consejo Nacional de Mujeres afroamericanas y estrecha colaboradora de Martin Luther King (1929-1968).
Dio en diana Dorothy con este diagnóstico. Convencida de ello en 1986, tras una larga carrera a favor de su pueblo, fundó la Convención anual de la familia negra, un festival que revive sus valores tradicionales. Respondía así a las imágenes negativas de la familia afroamericana que se difundían en los medios de comunicación social y que podían desestabilizar a la comunidad que había sorteado tantos obstáculos.
Salvar a la familia, para Dorothy, era salvar a los niños: «Tenemos que trabajar para salvar a nuestros niños y lo haremos con pleno respeto y responsabilidad por el hecho de que si no lo hacemos, nadie más lo va a hacer».
La vida de Dorothy ha sido larga y fecunda. Nacida en Richmond, Virginia, el 24 de marzo de 1912, ha fallecido en la madrugada del martes 20 de abril en Nueva York, a los 98 años. Vivió con sus padres en Rankin, Pensilvania, en donde cursó la High School y recibió formación cristiana. Así lo recordaba: «Crecí en una familia y en una comunidad y una iglesia. Y tomé en serio todo lo que allí recibí».
Superó la prueba de admisión en el Barnard College, pero le negaron la entrada porque ya había dos alumnos negros que cubrían la cota marcada para los de su raza: fue una experiencia fuerte de la cerrazón del racismo imperante en esos años. En la Universidad de Nueva York cursó licenciatura y maestría en Psicología de la Educación (1933).
Líder inteligente y con buen dominio de la expresión oral, intervino desde su fundación en el Movimiento de Jóvenes cristianos unidos (1935). Tres años después forma parte del equipo de diez jóvenes que ayudaría a Eleanor Roosevelt a diseñar el proyecto de la Conferencia Mundial de la Juventud.
A partir de ahí se involucra más y más en la defensa de la mujer negra; defiende la condiciones laborales de los trabajadores domésticos y un largo elenco de derechos humanos. En 1963 en la famosa Marcha de Washington estaba en el podio desde donde Marthin Luther King pronunció su conocido discurso.
En 1994, el presidente Bill Clinton le otorgó la Medalla de la Libertad. Diez años después, en 2004, le impusieron a Dorothy Height la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos.
Se nos ha ido Dorothy. Desde nuestro país recordamos a esta insigne luchadora. Es muy actual la esperanza que impulsó su defensa de la familia afroamericana: «La familia afroamericana del futuro fomentará nuestra liberación, mejorará nuestra autoestima, y configurará nuestras ideas y objetivos». Ojalá que esa mirada al futuro nos impulse hoy, también a nosotros, a iniciativas audaces que lleven vida y alegría a nuestra sociedad.
Elisa Luque Alcaide. Instituto de Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra