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He de decir que no me obsesiona lo más mínimo el asunto del abuso de menores por parte de clérigos católicos. Preocupa, de verdad, que no es poco en los tiempos que corren. Pero como de eso se sigue hablando, de eso habrá que hablar una vez más, aunque sea haciendo de tripas corazón.
El caso es que también se puede hablar fijando la atención en algunas cosas de la prensa, que de por sí tampoco es la "bestia negra" de este asunto, aunque no deje de colaborar incluso con gusto, a veces en difundir no pocos infundios sobre la Iglesia, siempre mezclados con la indispensable dosis de verdades a medias.
Yendo al caso, resulta que el director de la publicación británica "Spiked", Brendan ONeill que se autodefine como un "ateo libertario" y es prácticamente marxista habla hoy mismo en su revista de "The Secular Inquisition" (La Inquisición secular o laicista). Y dice que la «campaña para arrestar al Papa lanzada con ocasión de su próximo viaje a Gran Bretaña es producto de un secularismo (laicismo) crecientemente desesperado, que ya sólo encuentra su sentido ridiculizando la religión».
Y sucede que el bueno de Brendan ONeill, que no es precisamente débil mental ni mojigato ni cosas así, pone de chupa de dómine a algunos de los principales "santones", erigidos en inquisidores (de cristianos, sobre todo) por parte del laicismo galopante que quisiera invadir el mundo. Y habla de Christopher Hitchens y de Richard Dawkins como "cazadores de brujas" contemporáneos.
Más de uno puede haberse rasgado las vestiduras al haber leído el artículo de Brandan ONeill. Porque tanto Hitchens como Dawkins son (eran, quizá, más bien) personajes públicos que de ordinario son tratados con la reverencia y seriedad que hasta esta ocasión respondía a lo "políticamente correcto". Es decir, a lo establecido en ambientes que se envalentonan al auto-declararse progresistas, pensando o más bien imaginando o soñando que hoy están por el progreso, empujados por el viento ineluctable de la historia, como de costumbre.
Y ese viento les lleva a pensar que la premisa mayor de sus inquisiciones públicas consiste en negar a Dios el pan y la sal en la vida y la sociedad de los hombres. Y ya de paso, tampoco queda mal insultar (o marginar o hacer desaparecer de la vida pública, si se tiene poder) a quien se atreva a decir que tiene fe en Dios y actuar en consecuencia.
A Brendan ONeill como es ateo libertario, pero no por eso ha perdido el sentido común le molesta sobre todo que el secularismo o laicismo ya no responda ni siquiera a la "fe en la humanidad". Y se siente obligado en conciencia a decir lo que observa: que lo que caracteriza a estos "nuevos secularistas o laicistas" es su aislamiento respecto de otras gentes, respecto de cualquier orden de ideas coherentes, respecto de algún sistema capaz de dar sentido a las cosas.
Eso, en vez de guiarse por un afán de "ilustrar" a las gentes, les hace que se vean movidos por sus dudas y su malestar, y se presentan de un modo alarmantemente intolerante ante cualquier sistema de sentido que a diferencia del suyo aparezca provisto de alguna coherencia y autoridad.
Me recuerda lo que dice Brendan aquella frase atribuida a Eleanor Roosevelt que más o menos es así: «Las mentes grandes hablan de ideas, la medias de eventos y las pequeñas hablan de personas».
Bien es cierto que todos hablamos de todo un poco (ideas, eventos o personas), aunque de ordinario predomine uno de esos asuntos. Pero el caso es que a Brendan le molesta que esos nuevos intolerantes, inquisidores laicistas, no sepan ya razonar y discutir de ideas "secundum veritatem", como diría Quintiliano, sino que se entreguen en cuerpo y alma a argumentar exclusivamente "ad hominem": atacar a las personas, en concreto a Benedicto XVI como chivo expiatorio, llegando al ridículo de proponer detenerle si pone el pie en suelo británico, etc.
Quizá detrás de la argumentación "ad hominem" está el odio a la "idea" de Dios y la de religión e Iglesia católica. O la mera hostilidad frente a las exigencias morales de su doctrina. Pero acerca de eso parece que hay bastantes que no saben razonar.
Hay otros, desde páginas en la orilla occidental del Atlántico, por ejemplo en el New York Times, que hacen algo parecido a estos nuevos inquisidores laicistas; pero visto de cerca, resulta que a fin de cuentas no es lo mismo. Desde luego que sorprende que un periódico como el NT Times dedique casi 80 artículos en 5 semanas (intensidad periodística probablemente superada por algo como el ataque terrorista a las Torres Gemelas) a poner a Benedicto XVI dicho sea sin ambages a los pies de los caballos.
Pero no es lo mismo, porque entre el contexto de la línea "redaccional" de esos artículos del Times también están las "opiniones" de quienes como Stanley Fish defienden la "necesidad social" de la religión, glosando la posición de Jürgen Habermas para la era "post-secular" que se nos viene encima o en la que ya estamos viviendo.
O está la posición neta de Ross Douthat, diciendo y razonando que Benedicto XVI es "El mejor Papa". O incluso la posición de Laurie Goodstein, quien sin reconocerlo explícitamente está arriando las velas y bajando un poco el tono de su torpe cruzada personal contra Benedicto XVI, siempre a propósito de clérigos católicos que abusaron de niños.
Eleanor Roosevelt diría que Goodstein no se interesa mucho de las ideas, sino de los eventos y las personas. Pero al menos intenta hacer ver que razona de algún modo, si bien el manejo parcial y unilateral de algunas de sus fuentes principales es ya conocido por buena parte de la opinión pública, y no es sólo asunto que circule entre los colegas profesionales.
Brendan ONeill termina su artículo diciendo que no duda que él mismo será acusado de "defender a los sacerdotes pedófilos", por contraste respecto de la campaña mediática de esos "Nuevos Ateístas" a favor de las "víctimas indefensas" de aquellos.
Y concluye diciendo que «lo cierto es que mi única preocupación, como ateísta libertario, surge al analizar la emergencia de una nueva forma de ateísmo histérico y represivo. Porque esos Nuevos Ateístas no son el primer grupo en la historia en sacar adelante su propia, profundamente problemática y poco liberal agenda, bajo las apariencias de pretender lograr justicia para "los indefensos"».
Hasta aquí Brendan ONeill. Otro día, si sigue el asunto en el candelero, no estaría de más revisitar algunas cuestiones clásicas en la comunicación pública, como la "espiral del silencio" de Elisabeth Noëlle-Neumann y "el modelo de propaganda" de Noam Chomsky, que cada cual a su modo- también tienen que ver con la opinión pública.
Juan José García-Noblejas. Prof. Ordinario di T.G. della Comunicazione e di Sceneggiatura. Università della Santa Croce
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