Más de 30 años dedicada al impulso y desarrollo de niños y mujeres en Kenia
ElCorreo.com
Mercedes Otaduy, numeraria del Opus Dei, ha dedicado más de 30 años al impulso y desarrollo de niños y mujeres en Kenia
En 1987, Mercedes Otaduy llegaba a Kenia para colaborar como voluntaria en un nuevo colegio de Nairobi. Entonces, tenía sólo 23 años y lo que conoció en aquel país le impactó por completo. «Todo lucía diferente. Veía que la gente era muy pobre, que no sabía cosas básicas. Hacer amigas fue muy difícil, te ven como alguien totalmente distinto a ellas. Tampoco era sencillo comunicarnos porque no todo el mundo sabía inglés. Fue complicado, absolutamente nada podía compararse con lo que yo había vivido antes», recuerda.
Esta bilbaína viajó a África para trabajar como cooperante en la fundación Kianda, un organismo constituido en 1961 por miembros del Opus Dei para fomentar el desarrollo y mejora en la vida de las mujeres keniatas. El proyecto con el que desembarcaron en aquel continente fue la creación de una escuela de secretariado, la primera institución académica que permitió en sus aulas el acceso a estudiantes de todas las razas. Ahora la fundación cuenta con centros de enseñanza que van desde la educación primaria hasta la universidad. «Aquí, hace 50 años las chicas no estudiaban, no tenían opciones. Incluso ahora, como hay pocos medios económicos, es común que si hay algo de dinero se invierta en la educación del hombre y no de la mujer», lamenta Mercedes.
Impulsadas por esta situación de desigualdad y de pobreza, las voluntarias de Kianda el personal docente es exclusivamente femenino trabajan día con día para impartir diversas clases a las keniatas. En sus instalaciones les enseñan a leer y escribir, pero también pueden aprender algún oficio como costura, agricultura, en incluso, economía doméstica. La cooperante destaca que el alumnado es interconfesional el grueso de los keniatas profesa el protestantismo. «No les imponemos nada, respetamos sus creencias», aclara.
Consciente del alto índice de contagios de sida en el continente africano, la ahora directora de proyectos de la fundación resalta sus cursos de educación sexual. «Hay mucho entusiasmo por saber. Les explicamos qué es el sida, cómo pasa y por qué pasa; aún hay muchas chicas que creen que es como un resfriado que se cura tomando una pastilla». Sin embargo, en las clases no se aborda el uso de preservativos. «Por supuesto que no vamos a decirles que usen un condón. No hablamos de preservativos, la idea es enseñarles a abstenerse. Si te vas con cada uno, con preservativo o sin él, te vas a contagiar de sida». «Lo que buscamos es ayudarles a vivir la vida bien vivida».
Una vida por 2 euros
Entre los diversos proyectos de Kianda a lo largo y ancho del territorio keniata, destaca el Children's Health Program. «Esta iniciativa surgió a causa de dos niños que murieron porque sus padres no tenían dinero para llevarlos al médico. Lo más triste es que era sólo cuestión de 2 euros. Así como ellos, te encuentras con críos que padecen dolencias que podrían curarse con un simple medicamento».
Como primer paso para intentar paliar esta situación, la fundación instaló un dispensario médico y ahora cuenta con un equipo que trabaja en zonas de extrema pobreza y acude a las escuelas primarias de los alrededores para hacer un chequeo a los estudiantes y, de ser necesario, brindarles el tratamiento adecuado. «A veces necesitan cirugía, otras terapia psicológica por que les maltratan. Queremos llegar a 6.000 pequeños y para conseguirlo necesitamos que la gente nos ayude. Sólo con 50 euros se pude cubrir la sanidad de un niño por diez años», calcula esta emprendedora.
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