Avergüenzan estas maquinaciones y manipulaciones
El Mundo - Castellón
Los casos de abusos sexuales a menores están siendo la ocasión para una violenta campaña contra el Papa. El Presidente del Senado italiano, Renato Schifani, ha sido contundente ante la agresiva campaña de algunos medios de comunicación contra el Papa, apostillando esos ataques como inaceptables e indignos, precisamente contra un Papa que ha tomado medidas decisivas.
Aunque sólo hubiera un caso de pedofilia de un sacerdote, ya sería repugnante. Pero aportemos cifras. En Estados Unidos hubo en 42 años 54 clérigos condenados por pedofilia: fueron condenados 6.000 profesores de gimnasia y entrenadores.
En Alemania, desde 1995, se notificaron 210.000 casos de delitos contra menores: los casos sospechosos dentro de la Iglesia católica fueron 94. En Irlanda, 1090 personas han testimoniado sobre abusos de toda índole entre 1914 y 2000: se implicaba a 23 religiosos.
Por último, de acuerdo con los datos facilitados hace unos días por la Congregación para la Doctrina de la Fe, en los últimos 50 años se ha actuado contra 300 sacerdotes y religiosos por pedofilia ¡y en el mundo hay 400.000 religiosos y sacerdotes!
¿Más faltas de rigor? El hermano del Papa, el caso de Munich y el sacerdote de Milwakee. Quieren implicar al Papa, y los datos revelan que nada tuvo que ver el Papa o que actuó con contundencia. Asombrosas manipulaciones.
¿Más falta de rigor? Intentar unir el celibato con la pedofilia. Aberrante. Sobran testimonios de expertos, pero sobre todo hablan los números. Entre los pedófilos hay más casados que célibes. Los sectores anti-celibato parecen ahora emocionados.
Avergüenzan estas maquinaciones y manipulaciones. A nadie se obliga a querer a la Iglesia y al Papa aunque hay motivos para ello, por su amplia labor formativa y solidaria, pero sí que sea respetuoso y riguroso, y más si su deber profesional es la información.
El Papa ha afirmado que no se deja intimidar por las habladurías de las opiniones dominantes. Predominan el rumor y los ataques gratuitos contra el Papa y la Iglesia, motivo para que la Iglesia estudie cómo gestionar la información en situaciones de crisis o de campañas brutales contra ella, e incluso cómo mejorar la comunicación de modo habitual. Ha de llevar la iniciativa, como deber eclesial y porque siempre le acecharán sectarios con fines inconfesables.