No basta con aspirar a que sean buenos ciudadanos, es mucho pero insuficiente
Agea.net
Para más de 6.000 familias navarras esta semana es crucial: ha llegado el momento de decidir en qué centro educativo van a inscribir a sus hijos para que el próximo septiembre comiencen Educación Infantil y Primaria. Y, ciertamente, puestos en la situación de quien debe tomar esa decisión no es a priori nada fácil.
Cualquier familia sabe que si quiere recoger buenos frutos primero ha de sembrar bien. En una cuestión aparentemente tan sencilla nos estamos jugando gran parte del futuro de lo que serán nuestros hijos y lo que llegará a ser la sociedad de mañana.
La responsabilidad de los padres no puede ser sustituida por una voluntad ajena al ámbito familiar, aunque de hecho el tener que elegir entre tres opciones con la posibilidad de que en ninguna de ellas sea en la que finalmente se obtenga plaza ya es un modo de interferir en la voluntad familiar.
No cabe duda de que los padres, unida a esa elección, se encuentra otra dificultad que han de resolver: qué tipo de educación realmente quiero para mis hijos. No es lo mismo educar para el mundo en que vivimos que educarles para el mundo en el que quisiéramos que vivieran y para ello hay que darles los medios ya que serán los protagonistas de los cambios sociales en los que vivan.
En este sentido, es muy sabio tener presente el conocido proverbio chino: "Si quieres quitar el hambre a una persona, en lugar de darle de comer enséñale a pescar". Y hacer esto desde el principio es un consejo muy sabio. En este sentido, hay un tipo de educación que incide básicamente en la adaptación al contexto social en el que se vive. Y no está mal. Pero es claramente insuficiente.
Los chicos se adaptan, pero no se les dan los medios para que sean protagonistas de los cambios, "se les quita el hambre, pero no se les enseña a pescar". Quizá junto a esa enseñanza viene la segunda parte del proverbio chino: cultivar las virtudes necesarias junto con la adquisición de conocimientos para transformar el entorno en el que van a desenvolverse.
He aquí a mi modo de ver una de las claves por la que los padres deben de apostar por sus hijos. No basta con aspirar a que sean buenos ciudadanos, es mucho pero insuficiente. La clave está en que sean personas íntegras, porque entonces llegarán a ser buenos ciudadanos.
Este criterio puede resolver el tipo de educación que se quiere para sus hijos. ¿Quién no desea lo mejor para ellos desde pequeños? Sería un poco mezquino no querer lo mejor para ellos y ¿hay otro modo que no sea la virtud?
Y eso no depende de la factura de los centros, ni de los rankings, etc. En cambio tener una idea clara sobre el proyecto educativo, un buen equipo de profesores y llevar a cabo una atención personalizada son requisitos de cualquier centro que desee satisfacer el deseo de un buen proyecto para los hijos.
Los padres han de asegurarse que el centro educativo que deseen para sus hijos aspire a la excelencia, sea de la titularidad que sea, y tenga muy claro su proyecto escolar. Sólo una educación personalizada permite el descubrimiento, desarrollo y consolidación de la propia identidad en edades tan tempranas, clave para el desarrollo de la personalidad en edades donde la evolución es la constante.
Esa educación personalizada no depende tan sólo del número de alumnos por aula. Es cuestión de que el profesor, cuando imparte clase, sepa individualizar a las personas que tiene delante.
El mejor consejo para los padres es, por tanto, disponer de información de primera mano sobre el centro donde quiere llevar a sus hijos, con entrevistas a sus responsables y equipo docente para intuir si cumplen los requisitos mencionados. Que el colegio proporcione un acceso fácil es un buen comienzo.
Alfredo Rodríguez Sedano. Profesor de Sociología de la Educación. Universidad de Navarra