El padre que no lee y ve las revistas y series de televisión juveniles
El director de Mundo Cristiano, Darío Chimeno, afirma que lo importante para controlar los contenidos mediáticos dirigidos a los jóvenes lo fundamental no es prohibir que se consuman sino que los propios padres los conozcan para saber qué piensan los amigos de sus hijos. En una charla celebrada en la Universidad CEU San Pablo, ha aconsejado a los padres argumentar sobre los modelos que aparecen en las revistas juveniles para que el joven no se quede en la contraposición antiguo-moderno.
¿Manipulan las revistas juveniles a nuestros hijos? Ésta es la pregunta con la que se convocaba la charla-coloquio con el director de la revista Mundo Cristiano, Darío Chimeno, en la Universidad CEU San Pablo.
La respuesta puede venir determinada por la propia naturaleza y objetivo de estas publicaciones, a las que no podemos considerar medio de comunicación porque, desde un punto de vista empresarial, se las ve como un producto destinado únicamente a una finalidad comercial.
Con este fin se ofrece, antes a las jóvenes que a los chicos, contenidos altamente eróticos, consejos confusos sobre la vida sexual y un patrón de comportamiento en el que prima el encuentro sexual ocasional. El modelo que se ofrece es el de una mujer independiente, agresiva y cazahombres, ha descrito Chimeno.
Junto a ello, el refuerzo de las necesidades de identificación a través de la moda y la intromisión en la vida privada de los ídolos juveniles. Ante esta gama temática, Chimeno ha planteado la cuestión de si se diseñan para inducir comportamientos en la juventud o si, por el contrario, no hace sino reflejar la realidad de los adolescentes.
Es una mezcla de venta de producto con la plasmación de algo que ya hay en la sociedad, ha reseñado al respecto. Toda la vida ha agregado Chimeno las adolescentes han buscado divertirse con sus amigas y saber de la vida de sus ídolos, lo que hacen ahora estas revistas es explotar al máximo esta tendencia.
En lo que respecta a la actitud que deben tomar los padres ante este tipo de productos, Chimeno aconseja no optar por la vía de la prohibición, entre otras cosas porque no es posible ejercer un control permanente sobre lo que ven los hijos. Lo fundamental, ha añadido, no es que las revistas no entren en casa, sino que los padres las lean.
En este punto, Chimeno ha insistido en que conocer lo que cuentan las revistas y las series de televisión juveniles es imprescindible para saber no ya lo que piensan nuestros hijos, pero sí lo que piensan sus amigos. El padre que ignora lo que ofrecen estos medios no está en el mundo.
A partir del conocimiento, se ha de pasar al diálogo, a la argumentación serena sobre los contenidos. Si los padres no entran a ello, finalmente los chicos se quedan en la contraposición antiguo-moderno.
El complemento de este diálogo ha de ser la proposición de alternativas, proponer la verdad con creatividad. Es cierto que hay una conducta muy empobrecida en el ambiente, pero, dadas las adversidades, y si los padres se ponen a ello, hoy se puede educar a los hijos mejor que antes, porque se hace contracorriente, ha concluido.