El Papa Benedicto XVI pidió hoy a todos los cristianos, durante su homilía en las solemnes Visperas celebradas en la Basílica de San Pablo Extramuros, no esperar a la unidad plena para dar un testimonio común, sino ir ya haciéndolo en la medida de lo posible.
En esta celebración que concluye los actos de la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos, y que reunió a los representantes de las confesiones cristianas presentes en Roma, el Papa pidió a cada uno dar su aportación para llevar a cabo los pasos que lleven hacia la comunión plena.
Aunque no faltan, por desgracia, cuestiones que nos separan a unos de otros, y que esperamos que puedan ser superadas a través de la oración y el diálogo, admitió el Papa, hay un contenido central del mensaje de Cristo que podemos anunciar todos juntos.
Este mensaje es, afirmó, la paternidad de Dios, la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte con su cruz y su resurrección, la confianza en la acción transformadora del Espíritu.
Mientras estamos en camino hacia la comunión plena, estamos llamados a ofrecer un testimonio común frente a los desafíos cada vez más complejos de nuestro tiempo, exhortó el Pontífice.
Entre estos retos señaló la secularización y la indiferencia, el relativismo y el hedonismo, los delicados temas éticos respecto al principio y al final de la vida, los límites de la ciencia y de la tecnología, el diálogo con las demás tradiciones religiosas.
Además, señaló, hay nuevos campos en los que debemos desde ahora dar un testimonio común, y entre ellos destacó la salvaguarda de la Creación, la promoción del bien común y de la paz, la defensa de la centralidad de la persona humana, el compromiso por vencer las miserias de nuestro tiempo, como el hambre, la indigencia, el analfabetismo, la desigual distribución de los bienes.
Edimburgo
En este sentido, recordó la intuición fundamental de la Conferencia misionera de 1910 de Edimburgo, de la que este año se celebra el centenario, de que los cristianos no pueden anunciar creíblemente el Evangelio si están divididos.
La Conferencia, afirmó el Papa, fue un acontecimiento determinante para el nacimiento del movimiento ecuménico moderno.
Es precisamente el deseo de anunciar a los demás a Cristo y de llevar al mundo su mensaje de reconciliación el que hace experimentar la contradicción de la división de los cristianos, explicó. ¿Cómo podrán, de hecho, los incrédulos acoger el anuncio del Evangelio si los cristianos, a pesar de referirse todos al mismo Cristo, están en desacuerdo entre ellos?.
A un siglo de distancia, desde el acontecimiento de Edimburgo, la intuición de aquellos valientes precursores es aún actualísima, afirmó el Papa.
En un mundo marcado por la indiferencia religiosa, e incluso por una creciente aversión hacia la fe cristiana, es necesaria una nueva, intensa, actividad de evangelización, no sólo entre los pueblos que nunca han conocido el Evangelio, sino también en aquellos en los que el Cristianismo se difundió y forma parte de su historia, añadió.
Recordando el recientemente clausurado Año de San Pablo, el Papa subrayó que el testimonio común de la fe, entonces como hoy, nace del encuentro con el Resucitado, se nutre de la relación constante con Él, está animado por el amor profundo hacia Él.
La fuerza que promueve la unidad y la misión surge del encuentro fecundo y apasionante con el Resucitado, como sucedió con san Pablo en el camino de Damasco, concluyó.
Al inicio de las vísperas, el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, había subrayado, en este sentido, que ecumenismo y misión son inseparables, son por así decirlo, gemelos.
¿Cómo podemos llevar a cabo de manera creíble la tarea confiada por nuestro Señor, que es la de anunciar la unidad, la reconciliación y la paz, si los mismos cristianos no estamos unidos ni reconciliados entre nosotros?, se preguntó.
En este sentido, replicó que misión y ecumenismo son las tareas más importantes que el mundo actual y la cristiandad deben conseguir llevar adelante.
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