Heraldo de Aragón
La Facultad de Periodismo de la Universidad de Missouri celebró en septiembre de 2008 su centenario. Las clases comenzaron el 14 de septiembre de 1908, tras más de diez años de controversias. El problema principal, más que el financiero, consistía en la intensa oposición existente para establecer los estudios de periodismo en Estados Unidos como carrera universitaria. Walter Williams, director del Columbia Missouri Herald, periódico local, fue el fundador directo de la facultad, y su primer decano.
A mediados del pasado mes de noviembre, y todavía en un ambiente de celebración de tan merecido centenario, he tenido la oportunidad de asistir al Congreso organizado por la Facultad de Periodismo de la Universidad de Missouri y la Asociación Americana de Editores de Diarios (ASNE), bajo el título, La confianza del público a través del compromiso público. La conclusión más inmediata de las discusiones entre profesores universitarios, profesionales y alumnos reclamaba la actualidad del Credo de los periodistas elaborado por Walter Williams en 1914.
Más que nunca parece necesario decir, con Walter Williams, creo en la profesión del periodismo y recuperar la confianza del público y de los lectores, en razón del compromiso público que implica la profesión. En su credo, Williams afirmaba: Creo que el periodismo que tiene éxito teme a Dios y honra al hombre. Es fuertemente independiente, inamovible por el deseo de poder, constructivo, tolerante pero no descuidado, autocontrolado, paciente, siempre respetuoso con los lectores ( ) es un periodismo humano, de y para el mundo de hoy. Casi un siglo después, el mundo de hoy demanda profesionales como aquellos que la sociedad americana necesitaba a comienzos del siglo XX, y que llevaron a esos pioneros a establecer el primer centro universitario del mundo para la formación de periodistas.
En España, con medio siglo de diferencia y similares ideales y entendimiento de la profesión, abrió sus puertas en 1958 el Instituto de Periodismo del entonces Estudio General de Navarra, hoy Universidad de Navarra. Cincuenta años después, los estudios de periodismo gozan ya de una reconocida tradición en la universidad española; se ha desarrollado un cuerpo teórico de las principales disciplinas; la investigación científica produce resultados relevantes para la comunidad universitaria y para la profesión; y nuestras carreras son demandadas por un elevado número de alumnos.
Creo que todos, ciudadanos, periodistas, y profesores universitarios, suscribiríamos el credo de Walter Williams. Y todos somos conscientes de las dificultades de reconocimiento público y de confianza a las que se enfrentan los profesionales del periodismo en nuestros días. En la recuperación de la confianza del público todos jugamos un papel importante. Desde los propios ciudadanos, las administraciones públicas, las asociaciones profesionales y los empresarios de la comunicación. Y para los centros universitarios, se nos presenta como un amable imperativo promover y revivir el espíritu universitario que impulsó la creación y el desarrollo de los estudios de Periodismo en la Universidad. Mejores facultades darán a la sociedad mejores periodistas.
A las facultades de Comunicación se nos ha abierto ahora, con la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, la gran oportunidad de repensar el contenido de nuestra oferta docente, los perfiles profesionales que estamos preparando y las competencias que necesitan desarrollar nuestros alumnos para llegar a la excelencia profesional.
Los contenidos impartidos en nuestras aulas han evolucionado al compás de la investigación académica y de las necesidades de la profesión. La actualidad de los contenidos exige, por parte de la comunidad universitaria, una atención continua a unos y a otros. Se precisa un profesorado capaz de desarrollar investigaciones relevantes, de referencia para el mundo académico, susceptibles del diálogo interdisciplinar y con una marcada dimensión internacional.
Las mejores Facultades de Periodismo se caracterizan tanto por unos graduados excelentes, que ocupan puestos destacados en la profesión, como por unos investigadores que han creado a su alrededor auténticas escuelas de conocimiento científico. Un profesorado que investiga transmite necesariamente al alumno hábitos intelectuales y la profundidad imprescindible para afrontar la seriedad del trabajo que tendrá entre manos. Es precisamente en las aulas, desde los primeros cursos, donde ante el rigor científico e intelectual de los conocimientos que se imparten, el estudiante empieza a cobrar conciencia de la naturaleza de la profesión periodística y descubre de este modo que la superficialidad es su peor enemigo.
Nuestros estudios incluyen cada vez más materias dirigidas a formar profesionales para un mundo globalizado, haciéndoles capaces de reflexionar y atender a audiencias multiculturales; asignaturas dedicadas a profundizar en la lógica económica de las empresas de comunicación y sus consecuencias en la elaboración de los productos informativos; cursos dirigidos a especializar a los alumnos en determinados contenidos, desarrollando un conocimiento interdisciplinar; y como no, asignaturas que les permitan contar historias en los nuevos lenguajes multimedia.
Sigue siendo imprescindible proporcionar a nuestros estudiantes una sólida formación humanística, que haga de ellos profesionales cultos; y desde luego, una consistente y rigurosa docencia de la ciencia específica de la comunicación, desde la teoría y la historia de la comunicación, a la epistemología y la deontología.
Junto a eso, necesitamos que nuestras facultades miren a la industria de la comunicación y que traten de anticiparse a sus problemas y necesidades desde la formación que se imparte en las aulas. Sería pretencioso, y en definitiva, muy poco universitario diseñar unos perfiles profesionales de espalda a la industria. La participación de los profesionales en la docencia del periodismo, o el seguimiento de las prácticas profesionales de los estudiantes por parte de los periodistas en los medios son herramientas cada vez más necesarias. Las Facultades necesitan que los profesionales se impliquen en la formación práctica de sus alumnos.
En el ejercicio del diseño de las competencias profesionales del periodista se esconden muchos principios del credo de Walter Williams. La preocupación por la calidad y la rigurosidad, el compromiso ético o deontológico o la capacidad de análisis, síntesis, y autocrítica son algunas de las competencias que recogen las memorias de los grados de Periodismo adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior.
Más allá de las burocracias o controversias políticas en torno al plan Bolonia, para las Facultades ha significado una ocasión excelente de volver a reflexionar sobre la actividad docente, poniendo al estudiante, futuro profesional, en el centro del proceso. Estamos en un momento privilegiado, para decir, con Williams, creo en la profesión del periodista, creo en la formación universitaria de los profesionales del periodismo.
Mónica Herrero Subías. Decana de la Facultad de Comunicación. Universidad de Navarra
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