Ahora, las ideas contrarias a lo que se considera el nuevo pensamiento dominante, simplemente se excluyen
LaIglesiaEnLaPrensa.com
La aprobación de una nueva ley de aborto en España (que deberá de ser refrendada por el senado en los próximos meses) ha vuelto a poner el tema en el primer plano de la actualidad, y no sólo en la Península Ibérica.
Como es difícil aportar algo nuevo en la polémica sobre el aborto, me limito a señalar el aspecto que más me ha llamado la atención, a juzgar por lo que he leído: se trata del carácter coercitivo, de obligación, que inspira toda la propuesta.
Me refiero ahora, concretamente, a cómo la ley pretende imponer la enseñanza de las técnicas abortivas en los planes de estudio de las Facultades de Medicina y Enfermería.
Estábamos acostumbrados a expresiones tolerantes del tipo: si tú no quieres tal cosa, no lo hagas, pero no se lo impidas a los demás, no pretendas imponer tus convicciones a los otros
Ahora resulta que ese confortable relativismo todos los valores son iguales, todas las ideas merecen el mismo espacio ha desaparecido.
Ahora, las ideas contrarias a lo que se considera el nuevo pensamiento dominante, simplemente se excluyen. La tolerancia no existe, era una simple técnica para lograr la aceptación social o cultural.
Pienso que se trata de una buena demostración del carácter profundamente totalitario del sostener que todo es lo mismo, que no hay fundamentos objetivos sobre los que basar las cosas. Es totalitario porque se acaba imponiendo el que tiene más poder.
Que es exactamente lo que está ocurriendo en este caso. No excluyo, de todas formas, que quienes se consideran los profesionales en representar lo que quiere la calle, acaben por descubrir que la calle está cambiando. Ya hay algunos síntomas, pero no los han visto.