Por qué nos ocurre lo que nos ocurre
Cope.es
Alguien en una conocida escuela de negocios me contó una vez que las virtudes cardinales no son cuatro sino cinco. Sorprendido, le pregunté por alguna que se me había olvidado y por la quinta, de reciente creación, puesto que la desconocía.
Me dijo todo convincente que las virtudes cardinales son la prudencia, la justicia, la templanza, la fortaleza y
hacerse cargo. ¿Hacerse cargo? le pregunté. Sí, hacerse cargo, saber por el contexto en qué situación se está con respecto a algo o a alguien. En definitiva, saber hacer una lectura acertada y rápida de cualquier situación. Aquello fue como una pedrada que le tiran a uno a la cabeza a la vez que le dicen ¡Cógela!.
Al avanzar en nuestra conversación me confesó que aquello se lo había enseñado un filósofo, cosa que no me sorprendió porque trato con algunos y si algo les caracteriza es precisamente que tienen más capacidad de hacerse cargo de las cosas que el resto de los humanos. ¿Y por qué? Se preguntarán.
Pues está claro, porque piensan y hacen pensar. No en vano se titula así, Invitación a pensar, el último libro del filósofo Jaime Nubiola. Sus libros son siempre librosinvitación pero en este caso hasta el título hace referencia a ello. Nubiola es un observador, una persona que suele reflexionar acerca de todo lo que le acontece porque así puede encontrar luego argumentos para explicar las características de la postmodernidad: por qué nos ocurre lo que nos ocurre.
A lo largo de las 175 páginas de este libro-invitación podremos encontrar reflexiones sobre grandes cuestiones como la juventud, los estilos de vida, la paz, el sexo y el amor, la familia, el debate político, la universidad, la religión, la vida. Todo ello partiendo en muchos casos del suceso cotidiano que al común de los mortales pasa desapercibido y cuyo desconocimiento nos hace chocar una y otra vez con la realidad hasta preguntarnos porqués a los que no encontramos fácil respuesta.
Esta mañana leía en un periódico que los jóvenes detenidos por dinamitar las fiestas de Pozuelo de Alarcón hace unas semanas eluden cualquier tipo de responsabilidad y achacan a la sociedad que los haya hecho así. Pues seguramente no les falta algo de razón.
Cuando una sociedad está empeñada en poner ruido e imagen en todos los momentos de la vida, la única manera de protegerse es ponerse tapones, cerrar los ojos o, simplemente, pensar, pero si a uno no le han enseñado, lo que brota es hacer explotar la rabia y frustración contenidas. Todavía estamos a tiempo de evitarlo si leemos a Nubiola.