En esta capital del Turia se originó una marea de santidad
Las Provincias
En la República Checa, el Papa ha hablado de santidad, clave en la que deberíamos entender todo lo que dice. La santidad es lo que importa a la Iglesia, aunque Benedicto XVI no sea ajeno a la situación de nuestro mundo. Por eso se cuestionaba: ¿es la santidad todavía actual en nuestros días? ¿No es más bien un tema poco atrayente y poco importante? ¿No se busca más en este tiempo el éxito y la gloria de los hombres? Como era de esperar, acaba expresando una verdad capital: el que niega a Dios sólo encuentra tristeza e insatisfacción y, además, no respeta al hombre.
En otro momento afirmó nuestra sólida esperanza en Cristo: en Él, Dios nos ha amado hasta el extremo y nos ha dado la vida en abundancia, aquella que toda persona, tal vez sin saberlo, anhela poseer. Difundir los ideales cristianos en los que se inspira su acción, esta es la santidad añadía el Romano Pontífice, vocación universal de todos los bautizados que empuja a cumplir el propio deber con lealtad y coraje, buscando el bien común y el cumplimiento de la voluntad divina. Eso se llama santidad y felicidad.
¿Qué relación guarda todo esto con el título que encabeza estas líneas? Desde luego, en mi interior se unen íntimamente y pienso que también en el alma de nuestra ciudad, que recoge tantas historias, grandes y pequeñas, tristes y alegres, importantes o no, pero todas ellas parte de nosotros mismos.
Pues bien, se han cumplido estos días setenta años de la primera edición de 'Camino', el conocido primer libro del fundador del Opus Dei, que vio la luz precisamente en Valencia. Una obra con cerca de cinco millones de ejemplares, que ha movido a muchos a buscar la santidad, buscando a Cristo, como recordaba el Papa. En esta capital del Turia se originó una marea de santidad que ha llegado y sigue llegando a millones de personas. Pienso que sólo esta realidad merecería un público reconocimiento, al margen de las creencias personales.
Una de las misas de acción de gracias por la beatificación de Josemaría Escrivá fue celebrada por el cardenal Ratzinger. En la homilía dijo que, en medio de la apatía espiritual, «Josemaría Escrivá ha actuado como un despertador, clamando: No, la santidad no es lo extraordinario, sino lo ordinario, lo normal para cada bautizado. La santidad no consiste en ciertos heroísmos imposibles de imitar, sino que tiene mil formas y puede hacerse realidad en cualquier sitio y profesión. Es lo normal y consiste en dirigir a Dios la vida ordinaria y penetrarla con el espíritu de la fe».
En efecto, ese fue el empeño de San Josemaría para responder a un querer explícito de Dios. Así lo expresaba sintéticamente en el número 815 de 'Camino': «¿Quieres de verdad ser santo? Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces».
También el cardenal Ratzinger durante un Simposio de Teología resaltaba en san Josemaría un sentido muy vivo de la presencia de Cristo. Y lo hacía con el número 584 de 'Camino': «Enciende tu fe No es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la historia. ¡Vive! Jesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula dice san Pablo, ¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!», y el cardenal comentaba que este Cristo vivo es además un Cristo cercano, un Cristo en quien el poder y la majestad de Dios se tornan presentes a través de las cosas humanas, simples, ordinarias.
Es formidable escuchar a un Papa estas palabras sobre el espíritu recibido del Señor por una persona tildada de hereje a causa de predicar la santidad con igual radicalidad para todos los bautizados. O como escribió el día de la canonización de san Josemaría: «Escrivá sabía que debía fundar algo, y a la vez, estaba convencido de que ese algo no era obra suya: él no había inventado nada: sencillamente el Señor se había servido de él y, en consecuencia, aquello no era su obra, sino la Obra de Dios».
Como el Papa dice también, esa santidad en lo ordinario, exige el ejercicio de virtudes que, a su vez, necesitan del auxilio de la gracia. Tal vez por eso, recordaba a unos universitarios en 2006: de nuevo san Josemaría os recuerda algunas palabras clave de este vuestro itinerario espiritual: «Comunión, unión, comunicación: Palabra, Pan, Amor» ('Camino', n. 535), las grandes palabras añadía Benedicto XVI que expresan los puntos esenciales de nuestro camino. Es sólo un pequeño apunte de lo que se publicó en Valencia para bien del mundo entero.