El discurso pro-choice tiende a presentar la legalización del aborto como una ganancia de poder para las mujeres. Aunque esto puede ser cierto en algún caso, la realidad es que para la mayoría de las mujeres el aborto se ha convertido en una nueva fuente de sometimiento a la voluntad de otros. Así lo explica Richard Stith, profesor en la Valparaíso University School of Law (Indiana, Estados Unidos).
* * *
Se suponía que la legalización del aborto iba a suponer una gran libertad para las mujeres; pero ha tenido el efecto perverso de liberar a los hombres y de atrapar a las mujeres, escribe Stith.
Desde el momento en que es posible separar el sexo de la procreación, muchos jóvenes no ven por qué tendrían que privarse del placer sexual; se han dado cuenta de que el aborto es un recurso más para poner fin a un embarazo no deseado. Algunos piensan: En el caso de que algo falle y ella se quede embarazada, siempre podrá recurrir al aborto.
Stith recuerda el caso de una estudiante muy lista, que vivía con su novio y sabía cómo resolver este problema. Cuando le pregunté si estaba a favor o en contra del aborto, ella respondió: Soy pro-choice, pero a mi novio le digo que soy pro-vida. Estaba convencida de que razonando así, su novio tomaría las precauciones necesarias para evitar un embarazo.
Pero esta mentira, dice Stith, no sirve a todas las chicas que están en esa situación. Si alguna le dice que es pro vida para que su novio descarte el aborto como una alternativa, podría ocurrir que él la acabe dejando por otra chica con una mente más abierta respecto al aborto.
En consecuencia, una chica podría verse sometida a una verdadera extorsión. Y al final, con tal de que no le deje su novio, acaba haciendo todo aquello que no quería hacer: mantener relaciones sexuales desprotegidas, tener un embarazo y recurrir al aborto que ha estado intentando evitar. Aunque no se puede decir que le han obligado a abortar, ciertamente la presión ha sido fortísima. Una herramienta para manipular a la mujer
La legalización del aborto concede así al hombre un nuevo medio para obtener lo que quiere. Esto es particularmente cierto en los países en desarrollo, donde a menudo la mujer depende del hombre.: En una cultura que está construida en buena medida sobre el machismo, la legalización del aborto coloca a las mujeres en una posición inferior; el aborto concede a los hombres una nueva herramienta para manipularlas como objetos sexuales.
Los grupos de activistas que hacen campañas para la legalización del aborto en estos países, deberían tenerlo en cuenta. En estos países, solo una reducida elite de mujeres independientes puede resultar no perjudicada por la disponibilidad del aborto, porque solo en su caso el aborto depende de su elección.
Pero esto no es lo normal. Por eso, proclamar en esos países el derecho al aborto es adoptar el punto de vista de esas profesionales acomodadas. A menudo en los foros internacionales donde se discute el aborto solo se oye la voz de estas élites.
El problema es de la madre
La legalización del aborto a petición hace que haya también menos simpatía hacia las jóvenes que deciden seguir adelante con su embarazo. Desde el momento en que una chica decide dar a luz, la compasión hacia ella se debilita. Al fin y al cabo, podía haber puesto fin a todos sus problemas si hubiera elegido el aborto. Así que si ella decide asumir esas dificultades, es porque sabe que puede superarlas.
En lugar de recibir apoyo en esos momentos, quienes deciden tener el hijo se enfrentan muchas veces a la soledad. Puesto que sólo la madre tiene derecho a elegir que el hijo nazca, el padre puede concluir que sólo a ella corresponde asumir la responsabilidad de educarlo. El bebé es culpa suya.
Cuando se aprobó el aborto, los hombres empezaron a pensar que no eran responsables del niño y, en consecuencia, que tampoco tenían obligación de casarse. A medida que gana terreno la opción del aborto, cada vez más mujeres pierden la opción de casarse.
También puede parecer injusto que la mujer pueda eludir su responsabilidad como madre por el aborto, mientras que al hombre se le niega la posibilidad de escapar a la paternidad (obligándole a pagar por el mantenimiento del niño). Si el sexo consentido no implica el consentimiento para actuar como madre, ¿por qué habría de suponer el consentimiento a ser padre?.
La mujer está todavía en peor situación si se descubre durante el embarazo que el niño es discapacitado: Los médicos a menudo presionan a la mujer para que aborte; de modo que en el futuro ella no les culpe y no presente una demanda por el coste de criar a uno de estos niños. (...) Y si decide tener al bebé, es posible que hasta sus vecinas y conocidas le hagan sentirse culpable por no haber abortado.
El resultado de todo esto es que, al final, la madre se queda sola con su derecho a elegir, como la única responsable. Por primera vez en la historia, el padre, el médico y el seguro médico pueden apuntarla con el dedo como la persona concreta que permitió que viniera al mundo un ser humano inconveniente.
[Publicado originariamente en First Things]
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |