Gaceta de los Negocios
Vallisoletano de 1961, Juan Manuel Burgos Velasco, presidente de la Asociación Española de Personalismo, es doctor en Física y en Filosofía. Acaba de publicar Reconstruir la Persona, donde asegura que la ideología de género actualmente imperante está coja, porque sólo se fija en la igualdad e ignora la diversidad entre varón y mujer.
¿El personalismo aplastará a la ideología de género?
Por supuesto.
¿En serio?
La ideología de género define a la persona exclusivamente desde una base cultural. Considera que somos hombres o mujeres sólo desde un punto de vista biológico-sexual. El personalismo parte de la percepción de que ser varón o mujer afecta integralmente a toda la estructura de la persona: al modo de sentir, al modo de entender, al modo de relacionarnos. Es algo que los avances más recientes en neurología están poniendo de relieve, que la estructura cerebral del varón y de la mujer es distinta. Es bueno resaltar la diversidad dentro de la igualdad básica.
¿Cuánto tiempo de vida le da a la ideología de género?
Mucho, porque lleva muchas décadas elaborándose. Tiene puntos ideológicos a veces muy extremos, radicales y absurdos en algunas de las versiones, pero eso no quita que haya trabajado el tema de la identidad sexual desde hace por los menos 30 años. Por otra parte, la ideología de género ahora mismo en España está apoyada desde el poder y por lo tanto desmentirla no va a ser nada fácil. Espero que se consiga.
¿Puede de veras convencerse a la gente de que hoy eres hombre y mañana puedes ser mujer?
La ideología de género demuestra el peso que tiene la cultura en la sociedad. Nos hace pensar cosas que sin esa presión nunca habríamos llegado a admitir. Es cierto que la identidad sexual de la mayor parte de la gente no es puesta en duda, pero se acepta que existen otras identidades sexuales, que se presentan como mucho más frecuentes de lo que realmente son, y se aceptan como un hecho nuevo, algo que hace 20 años era imposible. Eso demuestra la fuerza de la cultura, que podemos acabar pensando cosas realmente curiosas, simplemente por la presión cultural.
¿Hombres y mujeres son tan distintos que casi podríamos hablar de dos especies paradójicamente complementarias?
Son dos tipos de persona diferentes, la persona-hombre-masculina, y la persona-mujer-femenina. Las diferencias son tan notables que de alguna manera se puede hablar de dos realidades distintas. El misterio es que siendo muy distintos también son muy iguales. Lo específicamente personal del hombre es lo que nos diferencia de los animales. Pero la personalidad de un hombre lo distingue respecto de otro hombre, sea varón o mujer: todos somos muy conscientes de nuestra personal subjetividad. Como decía Marías, cuando llamamos a la puerta de nuestra casa y nos preguntan ¿quién es?, respondemos: yo. Ese pronombre en teoría no significa nada. Pero cada uno tiene conciencia de que yo soy yo y ningún otro, por eso decimos yo.
¿Se ha estudiado suficientemente en filosofía esa dualidad hombre-mujer?
Ahí hay mucha potencialidad, hay un cierto déficit de reflexión, hace falta mucho esfuerzo coordinado. Por ejemplo, se ha hablado muchísimo de la familia, pero no se ha pensado tanto sobre ella. Encontrar obras filosóficas que estudien qué significa ser madre, o ser padre, ser hijo, qué es la filiación, qué es la paternidad, sobre eso hay poquísimo. Esto dificulta una construcción antropológica sólida que se oponga a las pretensiones de la ideología de género. Porque la ideología de género sí que ha hablado sobre eso. Hay multitud de libros que hablan de la dominación del varón sobre la mujer, desde una perspectiva marxista. Hay que construir, pero falta un estudio sistemático que explique por ejemplo que la idea de la paternidad está en el hombre y en la mujer, y que cada uno la vive de una manera diferente. Me gustaría equivocarme, pero sobre eso hay poco escrito filosóficamente.
¿Qué es más urgente para la filosofía personalista, colaborar con la ciencia o influir en la cultura?
La ciencia está ahora produciendo materiales que apoyan la visión diferenciada del varón y la mujer, cosa que por otra parte es evidente. Otra cosa es que la cultura nos impida ver las evidencias. En ese sentido lo fundamental ahora mismo está a nivel político y social, es decir, respetando la igualdad, dando las mismas oportunidades al hombre y a la mujer, mostrar también que la diversidad es real. Si se respeta esa diversidad, va a ser positivo para los hombres y las mujeres. La diversidad es manifiesta pero es difícil cuantificarla y sacar conclusiones sobre ella. Sí que es cierto que hay que ir contra un voluntarismo que, aunque suene políticamente incorrecto, al final está perjudicando al hombre, porque se está convirtiendo en una discriminación en parte contra el varón. Ahora mismo, si se da una situación que beneficia a la mujer, por ejemplo en las profesiones con abrumadora mayoría de mujeres, nadie se preocupa de meter a hombres en esas profesiones; mientras que en los lugares donde hay predominancia masculina sí se ponen todos los medios para realizar la igualdad.
¿Hay un mensaje atractivo para vender al gran público en pro de la diversidad?
Este es un mensaje bastante básico, remarcar la igualdad y la diferencia. Es importante ver ambas como valores. En la inmensa mayoría de las sociedades se reconoce y valora esa diferencia. Los hombres estamos contentos de ser hombres y de que haya mujeres; las mujeres están contentas de ser mujeres y de que haya hombres. Todos estamos a favor de este proyecto, el problema está en que haya un reconocimiento social, un cauce cultural que refleje esa división en la sociedad. Pero por ahora hay sólo un ministerio que se preocupa de la igualdad, y ninguno que se ocupe de la diferencia.
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