Gaceta de los Negocios
Javier Rocafort Gil, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos.y director asistencial del Hospital Laguna, contesta a La Gaceta destacando que los cuidados paliativos suponen un ahorro para otras especialidades.
Pamplonés de 1967, el doctor Rocafort lleva un año al frente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) y un trimestre como director asistencial del Hospital Centro de Cuidados Laguna, en Madrid, del que dice que para todos los que hacemos cuidados paliativos es un modelo. En los seis años anteriores, había puesto a punto en Extremadura la atención a las personas que requieren estos cuidados al final de su vida.
¿Faltan medios o falta voluntad de ofrecer cuidados paliativos?
Extremadura es un ejemplo de que para prestar una buena atención al final de la vida ni siquiera hace falta tener mucho dinero, hace falta tener voluntad política, decisión, interés por dar lo mejor a las personas. Ahora que estamos en crisis están desarrollándose más rápido los paliativos, porque hay más voluntad política.
¿Cuánto se requiere en términos presupuestarios?
Ofrecer cuidados paliativos muy buenos requiere menos del 1% del presupuesto sanitario público. Con el 0,5% ya se pueden hacer cosas muy interesantes; con un poquito más, del 0,6% al 0,7%, se pueden hacer sistemas integrales completísimos. Por otro lado, los cuidados paliativos ahorran dinero al sistema sanitario. Disminuyen el consumo farmacéutico y las urgencias, y liberan esos servicios para pacientes que los necesitan más; es un sistema eficaz para el control de síntomas y para el alivio del sufrimiento, y es económicamente eficiente.
¿Qué mensaje tiene para los médicos de otras especialidades?
Que la atención al final de la vida es cosa de todos, no sólo de los médicos, sino del mundo sanitario en general, incluso del mundo educativo y laboral. Son algo que hemos de proporcionar entre todos. La mitad de las personas que fallecen necesita cuidados paliativos y la mitad de ellos, o sea uno de cada 200 ciudadanos, lo que realmente necesita es que su médico de cabecera, su enfermera, su médico especialista, aplique una filosofía especial de tratamiento que se llama cuidados paliativos: una atención especial a los síntomas, una preocupación por la familia, una comunicación sincera y honesta. Sólo en algunos casos en los que se complican más las cosas, se necesita además la intervención de un equipo especialmente preparado.
¿Se distorsiona su imagen al asociar a los paliativos con la vigilancia intensiva?
Ahora mismo ya no pasa eso. Con las técnicas de la medicina curativa, se pensó que todo lo podemos curar. Hasta bien avanzado el siglo XX ese era el objetivo y por eso las personas en los hospitales eran cada vez más instrumentalizadas; se iba perdiendo el valor de la familia, iba aumentando el valor de los hospitales y esto empeoraba las cosas. Desde hace ya por lo menos 20 años esto ha ido dando la vuelta, en España particularmente y en los últimos años de una forma muy intensa y es raro el morir demasiado instrumentalizado. Cuando no son imprescindibles los instrumentos, se aplica la intensidad al cuidado de la persona y no a los aparatos. Hay que eliminar de la cabeza la imagen de que se muere rodeado de aparatos.
¿Se abusa de esa imagen al hablar de muerte digna?
Con esa expresión, de por sí confusa, se mezclan conceptos que los ciudadanos no entienden o entienden de forma diversa y no se habla claramente de cuidados paliativos, de atención al final de la vida, de calidad en la atención, que es lo que entiende todo el mundo.
¿Si hubiera muchos buenos paliativistas no habría eutanasia?
Un sistema de cuidados paliativos muy bien desarrollado es algo que tiene que haber obligatoriamente en un país antes de que se plantee dar el derecho a morir por la vía de la eutanasia. No es justo, no es ético, no es planteable, pensar que una persona puede morir para aliviar su sufrimiento y que además no se le da otra opción para aliviar ese sufrimiento. Pero aunque haya un sistema ideal, siempre habrá personas que defenderán la muerte como forma de alivio al sufrimiento. Acabar con el sufrimiento a través de la muerte quizá sea una opción demasiado fácil, que valdría para todo tipo de sufrimiento, no solamente para los enfermos terminales.
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