«San Pablo era consciente de llevar un inestimable tesoro, que es el mensaje de la salvación, pero de llevarlo en un recipiente de barro», dice Benedicto XVI en la conclusión del Año Paulino.
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Para el Papa, el modelo del apóstol Pablo no se encuentra tanto en las circunstancias de su extraordinaria vida, sino «en el amor por Cristo, en el celo por el anuncio del Evangelio, en la dedicación a la comunidad y en la elaboración de eficaces síntesis de teología pastoral».
«San Pablo es un ejemplo de sacerdote totalmente identificado con su ministerio como lo será también el Santo Cura de Ars, consciente de llevar un inestimable tesoro, que es el mensaje de la salvación, pero de llevarlo en un recipiente de barro», señaló.
De esta manera, prosiguió, «él es fuerte y humilde al mismo tiempo y está íntimamente convencido de que todo es mérito de Dios, todo es gracia suya».
El pontífice afirmó que las palabras del apóstol de los gentiles El amor de Cristo nos posee «bien pueden ser el lema de cada sacerdote».
En este sentido, destacó que el Espíritu que cautiva de esta manera al sacerdote hace de él «un fiel administrador de los misterios de Dios».
«El presbítero debe ser todo de Cristo y todo de la Iglesia, a la que está llamado a dedicarse con amor indiviso, como un esposo fiel a su esposa», dijo.
Antes de rezar la oración del Ángelus, el Santo Padre invitó a agradecer a Dios «por el Año Paulino y por todos los dones espirituales que nos ha traído».
«Ha sido un verdadero tiempo de gracia en el que, mediante las peregrinaciones, las catequesis, numerosas publicaciones y diversas iniciativas, la figura de San Pablo ha sido propuesta de nuevo en toda la Iglesia», consideró.
«Su vibrante mensaje ha reavivado en todas partes, en las comunidades cristianas, la pasión por Cristo y por el Evangelio», destacó.
También se refirió al Año Sacerdotal inaugurado el pasado 19 de junio y mostró su seguridad en que este tiempo supondrá «un mayor impulso espiritual y pastoral que traerá muchos beneficios al pueblo cristiano y especialmente al clero».
Benedicto XVI reiteró que el Año Sacerdotal «busca contribuir a promover el esfuerzo de renovación interior de todos los sacerdotes para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más fuerte y eficaz».
Finalmente, pidió que «la Virgen, a quien San Juan María Vianney tanto amó e hizo amar a sus feligreses, ayude a cada sacerdote a reavivar el don de Dios que está en él en virtud de las Sagradas Órdenes».
Y ello concluyó «para que crezca en la santidad y esté dispuesto a dar testimonio, si es necesario hasta el martirio, de la belleza de su total y definitiva consagración a Cristo y a la Iglesia».
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