Es inútil tratar de enfrentarlos: sin raíces no hay alas ni hay vuelos
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Los han llamado las dos alas de la Iglesia; pero yo prefiero la vieja imagen juanramoniana de las raíces y las alas.
Pedro es la raíz que mantiene anclado en tierra el árbol de la Iglesia y lo hace inmune a los huracanes y a las riadas.
Pablo es la rama que vuela cada día más alto, más lejos, y florece y da fruto en todas las estaciones.
Pedro es la cepa que, con la savia que nace de la tierra, alimenta al sarmiento, a la flor y al fruto
Pablo es el ramal donde anidan las aves más grandes y los pájaros más diminutos.
Pedro, a veces, se estremece y expulsa del árbol las hojas secas y poda las ramas muertas.
Pablo es el renuevo que florece después de cada poda.
Pedro y Pablo son dos partes del mismo árbol. Es inútil tratar de enfrentarlos: sin raíces no hay alas ni hay vuelos. Sin alas, las raíces se convierten en piedra, en fortín, y mueren.