La moraleja de este episodio la pone la misma Susan Boyle: no juzgues a nadie simplemente por sus apariencias
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Intentó lanzarse hacia una carrera de cantante hace años, pero acabó haciéndose cargo de su madre enferma, que murió en 2007. Limitó sus actuaciones al coro de su parroquia católica en Escocia, donde forma parte de un grupo de voluntarios que atienden a los ancianos y enfermos.
La más pequeña de nueve hermanos, Susan Boyle nació con un pequeño problema de salud que le afectó al cerebro. Ahora se ha convertido en un fenómeno internacional tras su participación en la última edición del programa Britains Got Talent, de la ITV.
No sé si el motivo de tal entusiasmo es que se trata de una historia que nos recuerda al patito feo: el inesperado triunfo de una mujer de 48 años, en paro, físicamente poco atractiva y con escaso glamour en su vestimenta y ademanes. Para muchos, antes de verla actuar, la típica maruja que se presenta a un concurso de televisión...
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se puso a cantar, el panorama cambió. Jurado, público y espectadores quedaron encantados. Las lágrimas abundan entre quienes la escuchan, tal vez porque esta pequeña historia de Susan destroza el paradigma habitual de lo que es la belleza y el éxito.
Dejando aparte el ingrediente de marketing que sin duda también cuenta, es evidente que los datos son ciertos: Susan no es físicamente agraciada, pero canta muy bien. La moraleja de este episodio la pone la misma Susan: no juzgues a nadie simplemente por sus apariencias.
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YouTube, han sido vistos unas 27 millones de veces. Y la página creada en Facebook está a punto de llegar al millón de fans. Posiblemente Susan no lo sepa, pues no tiene computer ni teléfono móvil.