La vida humana sigue siendo igualmente digna, esté donde esté
AnalisisDigital.com
El presidente Obama ha levantado las restricciones que existían para financiar con fondos federales la investigación con células madre embrionarias. Y tal como en el caso de la autorización para financiar con esos mismos fondos abortos en el resto del mundo, se da nuevamente un cambio radical respecto de la política de su antecesor, George W. Bush.
La medida se justificó en razón del necesario avance de la ciencia, en la posible delantera que en este campo podría darse de otros países más permisivos, y en atención a que esta actividad no debiera estar limitada por razones políticas ni ideológicas.
Ahora bien, el potencial de las células madre es enorme, al poder ser transformadas, en principio, en cualquier célula del cuerpo, lo que permitiría tratar un cúmulo de enfermedades, aunque por ahora falta mucho para obtener resultados satisfactorios.
Con todo, el principal problema al que se oponen muchos grupos no sólo religiosos, como usualmente se dice, es que en este caso, para obtener las mencionadas células madre, es necesario destruir embriones, esto es y aunque parezca majadero repetirlo, seres humanos diminutos, con toda su información genética, que por ello, en condiciones adecuadas podrían desarrollarse, nacer, crecer y morir como cualquier otra persona.
De poco vale el argumento usualmente invocado para justificar este micro homicidio de que se trataría de embriones sobrantes de fecundaciones in vitro, pues la vida humana sigue siendo igualmente digna, esté donde esté. Ahora, si algunos no están dispuestos a respetarla por diversos intereses (científicos, económicos, ideológicos), tal vez convendría que lo reconocieran abiertamente y confesaran que no todos los seres humanos somos iguales, o si se prefiere, que existen algunos más privilegiados que otros en lo que al derecho a la vida se refiere.
Pero además, dejando de lado la delicada cuestión de matar a seres inocentes para eventualmente curar a otros, de manera práctica, la experimentación con células madre embrionarias cada vez tiene menos sentido. No sólo porque en muchas ocasiones su conversión en los tejidos deseados ha derivado en tumores cancerígenos, sino además, porque su competidora, o sea, la experimentación con células madre adultas, ha dado hasta la fecha muy buenos resultados, sin la necesidad de matar seres humanos para ello.
Sin embargo, y como si fuera poco, investigaciones realizadas en Japón, Escocia y Canadá, han permitido convertir células normales en células madre, todo lo cual hace más absurdo todavía seguir empeñados en las células madre embrionarias.
En consecuencia, y en vista a los logros conseguidos, la verdadera ideología pareciera estar en seguir insistiendo en el uso de las células madre embrionarias, no en vetarlo, en atención a sus peores resultados y los graves dilemas éticos que ello genera.
Max Silva Abbott
Doctor en Derecho
Profesor de Filosofía del Derecho
Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile